Los mecanismos de transmisión de la política monetaria son los procesos a través de los cuales la política del Banco Central ejerce influencia sobre la actividad económica del país, especialmente la inflación. En la práctica, no existe uno sino diversos mecanismos de transmisión como el canal de la tasa de interés, el del tipo de cambio, el de las expectativas, el del crédito y el del precio de los activos financieros.
Para que los impactos de la política monetaria sean tangibles a toda la población y a las empresas, un buen mecanismo debería transmitir sus efectos de forma rápida y predecible. En Costa Rica, algunos estudios del Banco Central han determinado que son las tasas de interés y las expectativas de inflación los canales con mayor influencia histórica sobre las tasas de interés del sistema financiero nacional, al tiempo que los efectos concretos se dan al menos tres meses después de tomada una decisión sobre la tasa de política monetaria (TPM).
En vista de lo anterior, resulta preocupante observar que en los últimos tiempos el desempeño de la transmisión monetaria parece alejarse de esas dos condiciones críticas. En primer lugar, el tiempo de reacción se ha retardado, de forma que ahora es necesario esperar más meses para que la Tasa de Política Monetaria surta efecto en las tasas de interés de mercado y por ende en la inflación. Segundo, tal parece que el mecanismo ha perdido predictibilidad; es decir, no necesariamente baja cuando la TPM lo hace. Por ejemplo, en El Financiero informamos que no obstante las reducciones de esta última tasa desde marzo del 2023 a la fecha, las tasas de los créditos han subido durante cuatro semestres seguidos en contraposición a lo esperable bajo un mecanismo monetario eficiente.
Cuando se hurga en las posibles explicaciones de estos comportamientos, la influencia de la llamada ley de usura (Ley N°. 9859) parece ser decisiva. Por las disposiciones emanadas de esta norma, el Banco Central debe calcular los topes con base en las tasas activas de los pasados doce meses. Esto va en contra de la naturaleza de la política monetaria moderna que establece sus metas tomando como referencia elementos prospectivos; es decir: no sustentándose en lo que ya pasó sino en lo que podría venir en los próximos meses. Como resultado, la ley de usura ha creado una serie de lineamientos institucionales que debilitan la acción del Banco Central y hasta se podría decir que rivalizan con el objetivo primario de reducir la inflación al impulsar tasas activas crecientes justo cuando se ocupa el resultado inverso. La evidencia parece apuntar con más fuerza a esta conclusión cuando se compara la Tasa Activa Negociada (TAN) con y sin tarjetas de crédito, probablemente el rubro sobre el cual ha recaído con mayor peso la acción de la Ley 9859. Mientras la TPM ha caído 500 puntos base desde que empezaron sus recortes, la TAN solo lo ha hecho en 77 puntos. Esta débil reacción se explica justo en el comportamiento de las tasas de las tarjetas de crédito, cuya TAN creció 145 puntos mientras la TAN del resto de préstamos bajó 156 puntos. En pocas palabras, la legislación sobre usura ha generado una especie de freno sobre la velocidad en la transmisión de las decisiones.
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El mismo Banco Central admite que esta ley “les ha metido bulla” en su trabajo, según lo han reconocido el Presidente Ejecutivo y el economista jefe. Por ese lado, el reconocimiento del problema es un paso positivo para encontrar soluciones que permitan eliminar los obstáculos a su labor. Falta, eso sí, proactividad en un discurso que requiere venir acompañado de soluciones rápidas y concretas. Cuanto más ineficiente sea la política monetaria, más daño le hacemos a las empresas y a las familias porque la inflación se mantendrá durante más tiempo en un porcentaje más elevado al que debería ser.
Resulta urgente buscar respuestas. Una primera línea de acción debería incluir una revisión profunda de la fórmula de cálculo de la tasa máxima. El rediseño de la metodología debería apartarse de lo establecido en la legislación por cuanto lo allí detallado se aleja de las mejores prácticas a nivel internacional. Si el elemento retrospectivo se mantiene, poco avance se haría en el tema. Alternativamente, examinar a profundidad toda la ley de usura podría ser un ejercicio necesario para evitar que otros contenidos estén afectando la labor del Central.