Hace tan solo unos días, Dara Khosrowshahi —CEO global de UBER— exponía en San Francisco, California, los nuevos proyectos que la empresa está investigando y desarrollando.
En la mente de este empresario maduran ideas sobre cómo lograr, en el corto plazo, la introducción de vehículos autónomos y la movilidad aérea para seres humanos en zonas urbanas. En Costa Rica, al mismo tiempo que se daba esta conferencia, algunas autoridades instaban a Uber a cesar sus operaciones mientras se lograba regular la plataforma con la que opera la empresa.
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Unas horas después, Alan Stern, científico planetario e investigador principal de la misión llamada New Horizons (la cual tiene como destino llegar a Plutón) se planteaba qué tan cerca estamos, como especie, de tener vuelos comerciales diarios a Marte, explotar minerales de la Luna, o extraer energía de otros planetas y enviarla al nuestro, para reducir el estrés sobre los recursos naturales de La Tierra. Mientras tanto, en Costa Rica, se destruía irresponsablemente el poliducto que transporta el combustible con el que se traslada la población y el comercio de la nación, combustible que quedaría derramado sobre una de las principales vías del país.
Estos dos empresarios mencionados, y muchos otros, estuvieron presentes en el Disrupt San Francisco 2018, una conferencia de 3 días enfocada en presentar los proyectos y avances más disruptivos en la tecnología mundial.
Además, cientos de emprendedores exhibieron sus más recientes descubrimientos, y al menos 20 empresas, en pleno nacimiento, compitieron entre ellas, mostrando sus proyectos, para ganar el premio a la mejor innovación.
Visión de mundo
La comunidad de profesionales convocados a la conferencia compartió su visión de mundo, una que busca que la humanidad progrese hacia un mejor futuro, mediante el éxito de iniciativas empresariales y científicas.
Este intercambio de experiencias, se enfocó en Inteligencia Artificial, BigData y Machine Learning, herramientas que le permitirán a nuestra especie, alcanzar nuevos planetas, conocer el comportamiento celular del ser humano y prevenir enfermedades, como el cáncer, con una rapidez y precisión nunca antes lograda en su historia.
Expertos en Inteligencia Artificial y robótica, explicaron el rol de los seres humanos, en un mundo donde la tecnología —inevitablemente— irá desplazando algunas tareas y labores que hoy son realizadas por personas. En el mundo del futuro, los seres humanos deberán tener muy buenas habilidades de comunicación y liderazgo, ya que si bien es cierto, un robot podrá diagnosticar enfermedades o establecer sentencias judiciales, siempre deberá existir el filtro humano que permita explicar con sensibilidad por qué el diagnóstico da una expectativa de vida de cierto plazo, o por qué la condena es de determinada duración.
Dicha conferencia permitió entender cómo la innovación va más allá de desarrollar tecnología. Implica la transformación de los modelos de negocio tradicional, orientándolos hacia las necesidades del cliente y del consumidor, y aprovechando los recursos de forma colaborativa, de forma tal que, se dinamice la economía y se conciban nuevas fuentes de empleo.
Consecuentemente con todo lo anterior, no resultó extraño que en la gran mayoría de las exposiciones, el tema regulatorio fuera una constante, si la innovación implica transformar la manera en la que nos relacionamos. ¿Cómo podrían los estados regular todos estos avances, cada vez más veloces e ingeniosos, que ocurren a nivel mundial?
El mundo nos está presentando retos gigantescos, acompañados de grandes oportunidades. La gran pregunta es cómo enfrentará Costa Rica, como sociedad, los nuevos desafíos en materia de tecnología, innovación, y nuevas formas de hacer negocios.
Muchos emprendedores costarricenses, grandes y pequeños, ya están anotados en este paradigma mundial, y luchan día a día por impulsar sus proyectos y empresas. Instituciones como el Micitt, Comex y Cinde también son potenciadores en esta materia. Sin embargo, para dar un salto realmente material, se debe redefinir el modelo de país que queremos.
Dos vías
En este sentido, parecieran existir al menos dos vías principales a seguir por la sociedad costarricense.
Primera, fomentar ideas políticas y económicas del pasado, las cuales serán un ancla en el desarrollo de la tecnología e innovación, y nos rezagarán ante el mundo, como ocurre hoy día con el monopolio energético.
Segunda, elegir un modelo de progreso basado en nuevas tecnologías y un poderoso capital humano, que comprenda algunos grados de tolerancia regulatoria al uso y aprovechamiento de nuevas tecnologías, que permita la rápida transformación de modelos de negocio y que instituya un marco legal acorde a los tiempos que vivimos.
Costa Rica ha probado ser un país altamente emprendedor, empresario e innovador cuando los gobiernos y los marcos regulatorios se lo han permitido, hemos sabido aprovechar las oportunidades de la tecnología y hemos podido establecer nuevos y mejores negocios para el país. Hemos demostrado con casos concretos que contamos con el recurso humano, y la capacidad para convertirnos en un referente de innovación y tecnología.
En un momento tan difícil como el que atraviesa el país, en el que algunas voces insisten en vender políticas económicas, que son una daga mortal para nuestro desarrollo, y que, lamentablemente, parecieran tener potente eco en algunos sectores de la sociedad, la decisión se vuelve todavía más crucial.
¿Queremos ser un país que dé un nuevo aire a la apertura de negocios y la innovación tecnológica, o una nación en la que sea más importante mantener los privilegios de un Estado con áreas sumamente ineficientes?
En definitiva, ojalá logremos tener una visión nacional fijada en el espacio, y no en los discursos que celebran las millonarias pérdidas económicas de los muelles nacionales.