El editorial del 7 de diciembre pasado concluyó que, si bien el 2024 fue un año con resultados macroeconómicos positivos, lo cierto es que es necesario hilar más fino en cada una de las variables analizadas para evitar optimismos desmedidos o un ocultamiento de las tendencias internas que moldean su comportamiento y podrían afectar su sostenibilidad.
Para completar el análisis de fin de año, El Financiero solicitó a una serie de entidades públicas y privadas, de naturaleza económica o financiera, que proyectaran la evolución de los principales agregados macroeconómicos para el 2025. El mensaje general parece mostrar dos conclusiones relevantes. La primera es que los resultados que mostraron números atractivos en el 2024 o desde antes, quizás tengan un retroceso en el 2025. El segundo mensaje apunta a la posibilidad de que aquellas variables cuyo desempeño generó más preocupación o insatisfacción en el 2024, podrían mantener este mismo perfil en el año por venir.
LEA MÁS: El rol de los empresarios líderes de Costa Rica
La producción y el balance financiero del Gobierno son dos aspectos que pertenecen a ese primer mensaje. Luego de crecer durante 3 años consecutivos por encima del 4%, el PIB podría aumentar por debajo de ese porcentaje, en un rango que pareciera estar entre 3,5% y 3,9%. En pocos casos, las proyecciones ubican la tasa de crecimiento en el 4%. En cualquier circunstancia, el crecimiento productivo tendría una desaceleración en el 2025 hacia una tasa similar al promedio de largo plazo que suele observar la economía costarricense.
Algo similar podría observarse con el déficit fiscal. El 2024 cerrará con un déficit mayor al 2023 en particular porque se conjugan una baja en la recaudación con un incremento del gasto público. La desaceleración del PIB podría redundar aún más en la caída de la recaudación de forma que para el 2025 se esperaría una mayor reducción en los ingresos estatales. La situación del gasto podría contar con dos escenarios. O el Ministerio de Hacienda lo ajusta aún más para equiparar la caída de los ingresos o cede ante posibles presiones electorales y opta por un déficit ligeramente mayor. Cabe recordar que el Gobierno ha venido aplicando un incremento del gasto público por debajo de lo que dicta la regla fiscal, situación que da un leve margen para aumentar sus erogaciones sin incumplir la norma.
Ahora bien, existe un segundo grupo de variables sobre las cuales distintos grupos académicos, empresariales, políticos y sociales han venido comentando con relativa preocupación sobre lo mostrado en el 2023 y 2024. El tipo de cambio es uno de ellos. Ninguna de las fuentes consultadas pronostica un tipo de cambio recuperado a los niveles observados durante el primer semestre del 2023 (¢549), siendo el rango más optimista aquel entre ¢500 y ¢535. Para los exportadores, el efecto acumulado de tener un tercer año consecutivo con un tipo de cambio a la baja podría erosionar aún más su competitividad.
La inflación pareciera traer un panorama variopinto. Sería innegable entre las instancias consultadas que la inflación del 2025 será mayor a la del 2024. Durante un tramo importante del año (posiblemente los primeros ocho meses), los precios se mantendrían por debajo de la meta de inflación del Banco Central si bien existen algunas opiniones que apuntan a un intervalo de entre 2% y 3% en tanto otras consideran que la inflación nunca llegará al límite inferior. Hay aspectos que dan pie para creer que es más factible un porcentaje por debajo del 2% que por encima de él. El mismo Banco Central ha indicado que las presiones a la baja son más fuertes que los riesgos al alza y por ello es posible pensar que el Índice de Precios al Consumidor se ubicará en un rango de entre 1% y 1,5%.
LEA MÁS: El 2024 no fue malo para Costa Rica, pero...
Finalmente, la Tasa de Política Monetaria cerrará el año 2024 en un 4% según última decisión de la Junta Directiva la noche del 19 de diciembre. Para múltiples voces, ha faltado agresividad desde el BCCR para reducir aún más la TPM en un contexto de precios negativos. Las perspectivas no son del todo halagüeñas. En el mejor de los casos, la tasa podría recortarse en un punto porcentual adicional (i.e. hasta bajarla al 3%) siendo esta la perspectiva más optimista.
En síntesis, se proyecta un 2025 con cambios exiguos y, en especial, de pocas mejoras sustantivas en variables críticas. Quizás lo más llamativo sea ese conjunto de factores que rodearía estas proyecciones añadiendo complejidad al análisis e incertidumbre a los pronósticos acá mostrados. Aspectos como la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, la carrera presidencial doméstica, la ralentización del crecimiento mundial, la cautela de la Reserva Federal y hasta fenómenos meteorológicos jugarían el próximo año en el destino macroeconómico de Costa Rica.