El sector inmobiliario es uno de los más dinámicos y un pilar indiscutible de la economía costarricense. Prueba de ello es que genera cerca del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) de Costa Rica, 13% del empleo del país y alrededor del 30% de la cartera de crédito del sistema bancario nacional, según datos del Banco Mundial para Costa Rica – Informe de abril 2020.
Ante esta realidad, y el ahora retador escenario mundial que se deriva de la pandemia del COVID-19, es imperativo que como país trabajemos para ser más eficientes y ágiles en el marco de esta nueva normalidad, reactivando el dinamismo de nuestra economía.
Pero antes de ver el detalle de las implicaciones que tendrá la crisis mundial en el sector inmobiliario costarricense, analicemos la situación actual en la que nos encontramos, específicamente en el sector de oficinas.
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Esta realidad nos permite poner en perspectiva los retos a los que nos enfrentamos y la nueva “normalidad” en la que debemos continuar desarrollándonos como sociedad.
En Garnier implementamos medidas preventivas incluso antes de que el gobierno de la República publicara las directrices de acatamiento obligatorio.
Por ello, desde el 11 de marzo nuestros colaboradores están trabajando desde sus casas.
Cada semana tenemos una reunión virtual con toda la empresa donde resumimos los acontecimientos más importantes de la semana, actualizamos el estatus de los diferentes proyectos inmobiliarios y abrimos un espacio de consultas donde todos pueden participar.
Con el fin de velar por la salud ocupacional de nuestros colaboradores en sus casas, realizamos un inventario de personas con necesidades de mobiliario y servicios como Internet de banda ancha y trasladamos equipo, como monitores y sillas, hasta sus hogares.
En todas nuestras construcciones, el personal en obra pasa por estrictas medidas de prevención, como el uso de mascarillas, lavado de manos, distanciamiento en sitio, horarios extendidos de almuerzo, entre otras.
Ahora que el regreso de colaboradores a las oficinas cada vez está más cerca, uno de los principales desafíos que las empresas deberán enfrentar es determinar la densidad adecuada para cumplir con un distanciamiento adecuado para la seguridad de sus colaboradores.
Puntos de riesgo
En primera instancia es fundamental hacer un análisis de la edificación, determinar los puntos de riesgo y establecer protocolos de acción, tanto para colaboradores como para visitas.
Es importante evaluar quiénes se reincorporarán primero y cuáles puestos podrían mantenerse más tiempo bajo la modalidad de teletrabajo; con el objetivo de que se encuentre la menor cantidad de colaboradores esenciales en la oficina al mismo tiempo.
Es recomendable colocar dispensadores de alcohol en gel en cada área del edificio y mantener una distancia mínima de 1,5 metros entre las personas en todos los espacios de trabajo y recorrido del edificio; ya sean ascensores, cubículos, recepción y salas de reunión.
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Para estos procesos resulta clave la comunicación constante con el personal, así como la señalización y colocación de rótulos con los protocolos en las distintas áreas.
Otra recomendación es incluir material divisorio entre estaciones de trabajo, además de asignarlos de forma permanente a un único colaborador, en vez de seguir la tendencia reciente mundial de no asignar espacios permanentes por colaborador.
Estas recomendaciones facilitarán el retorno a las oficinas e incrementarán la seguridad del proceso.
Sin embargo, este es solo uno de los tantos retos que debemos resolver como sector, en colaboración con las autoridades pertinentes, tanto nacionales como internacionales.
Costa Rica es un ejemplo a nivel mundial en una amplia variedad de temas como lo son la sostenibilidad, la educación y la solidez de sus instituciones y, a esto, ahora se suma el éxito del control de la pandemia en el territorio nacional.
Tengo la certeza de que lo haremos bien.