Hace aproximadamente 14 años, cuando TED licenció su marca para crear los eventos TEDx, se inició una movida exponencial en todo el mundo para difundir ideas que valen la pena ser difundidas.
El propósito central de las charlas TED no es informar. Si solo fuese eso podrían hacer una newsletter, escribir un libro o armar un PowerPoint. El propósito esencial de una charla TED es inspirar, movilizar, conectar; ir más allá de la transmisión de información interesante.
Muchos han malinterpretado este mensaje y han terminado preparando presentaciones más parecidas a un show de stand-up, donde lo artificial y la sobreactuación dominan todo lo demás. En el mejor de los casos, captan la atención y entretienen. Pero la falta de autenticidad se huele hasta en la última fila del auditorio y a partir de ese momento la historia deja de ser creíble. Contar una historia en donde uno es el personaje central de la misma, requiere coraje, porque implica mostrar algo de su intimidad, de su sentir profundo, en vivo y en directo.
Es decir, exponerse y además, hacerlo en el momento que uno queda más expuesto: sobre el escenario, frente a la mirada de miles de personas. Hace más de 12 años, formo parte del equipo organizador de TEDx Río de la Plata, una organización sin fines de lucro, en donde mi trabajo consiste en acompañar a speakers en su preparación para charlas TED. Una de las cosas más maravillosas que he descubierto en estos años es que el mismo proceso de construir la charla puede ser muy transformador, no sólo para el expositor, sino también para mí.
El primer paso: hackear la historia inicial
Para poder dar una charla TEDx, primero hace falta tener algo valioso que decir. Ese decir debe estar relacionado con algo que se haya vivido, experimentado, descubierto, investigado… No se trata de hablar de otros, ni de dar una clase. Tampoco de repetir una charla que ya se dio. Somos las historias que nos contamos sobre nosotros mismos y esas historias por definición nunca son verdaderas o falsas. Son perspectivas o ángulos desde los cuales nos posicionamos frente a los demás y frente a nosotros mismos.
Por eso muchas veces, cuando veo por primera vez un primer borrador, mi rol como coach es ayudar al participante a desentramar la trama; a ir más profundo para alcanzar un mayor nivel de conexión emocional entre el orador y su relato.
De esta forma, se logra descubrir un nuevo ángulo, una nueva perspectiva desde donde construir la nueva historia surge como revelación del proceso conversacional.El viaje
Ahí se inicia un viaje, un proceso en el cual vamos conversando e iterando borradores, que a veces pueden llegar hasta 10. El speaker va descubriendo aspectos de la historia sobre los cuales antes no había prestado particular atención. Una vez que tenemos el hilo narrativo, empezamos a trabajar sobre la estructura: cómo abrir, cómo cerrar, cuál es el nudo de la historia. Esta es la parte del storytelling que, aclaro, es sólo un componente que hace que una presentación sea efectiva y de alto impacto.
Una vez que la narrativa ha evolucionado, empezamos con las prácticas y a poner hincapié tanto en los aspectos verbales (modulación, velocidad, ritmo, etc.), como en los no verbales, que son los que transmiten la carga emocional del mensaje.
El cuerpo habla. El cuerpo no miente. Y el cuerpo no se puede controlar; por lo menos, no sin que la gente se percate de esto. Por eso, la forma particular que tenga el participante de conectarse emocionalmente con la historia va a transmitirse automáticamente a toda su gestualidad y toda su corporalidad. He tenido la oportunidad de presenciar charlas donde antes de que el orador termine su primera frase, su autenticidad y su apertura, expresadas a través de sus primeras palabras, gestos, micro gestos, posturas, e incluso, su respiración, habían logrado captar la atención inmediata de toda la audiencia.
La presentación
Se dice que el 80% del éxito de una presentación es la preparación previa. El 10% son los 10 minutos antes de subir al escenario y el otro 10% es la presentación en sí misma en el escenario. La labor del coach no termina cuando la presentación está lista, sino que el coach acompaña al speaker hasta el momento en que baja del escenario. En ese sentido, los 10 minutos previos a la exposición son fundamentales. No se trata de repasar de memoria el primer párrafo, sino más bien ayudar al participante a lograr ese estado de conexión con su historia y consigo mismo, que le permita subir al escenario en la frecuencia adecuada.
Aquí entran ejercicios de respiración, de visualización y algunas otras técnicas, dependiendo de cada caso en particular. He visto presentaciones que estaban excelentemente preparadas, irse al traste por el solo hecho de que el speaker atendió una llamada telefónica dos minutos antes de subir al escenario. Ser coach en la preparación de una charla TED implica recorrer con el speaker un camino lleno de descubrimientos y a veces de frustraciones… Es tan poderoso que muchas veces supera el valor mismo de la presentación final.
El autor es psicólogo, fundador y director de The Leadership Mindset, consultora regional especializada en liderazgo, desarrollo de equipos ejecutivos y procesos de transformación cultural.