Conmemorar el Día de la Mujer en 2021 tiene un sabor distinto. Celebramos a las mujeres y su lucha por alcanzar la igualdad de género, tras un año de pandemia que las ha afectado de manera muy particular. Son ellas las que han sufrido mayores recortes de ingresos, mayor desempleo y el doble de la carga doméstica, por nombrar solo algunos ejemplos de un diagnóstico más amplio que entidades como ONU Mujeres ha hecho.
¿Es posible ignorar una situación así? Ciertamente no, y mucho menos para el sector privado y, en especial, para el financiero. Este año, un movimiento global cuyo significado cobra más fuerza son los campanazos por la igualdad de género, al cual las bolsas de valores de América Latina y el Caribe se han ido sumando progresivamente —este año participan por primera vez seis países de la región.
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Una recuperación económica sostenible e inclusiva dependerá en buena medida de cuánto más invirtamos en las mujeres. Hacerlo es un buen negocio, y no es un eslógan. De un lado, ellas suelen ser mejores pagadoras, según estudios de Financial Alliance for Women (Alianza Financiera por las Mujeres). De otro lado, por cada dólar invertido en las empresas que fundan o dirigen, se obtiene el doble de ganancia que en sus pares hombres, según Boston Consulting Group. Y como consumidoras, controlan buena parte de la riqueza del mundo. Solo en Estados Unidos, por ejemplo, manejan $11 billones, cifra que subirá a $30 billones al 2030, indica McKinsey.
Ese es el caso de negocio de la inversión con lentes de género (GLI, por sus siglas en inglés). Su principal característica es que busca generar rentabilidad financiera y contribuir a cerrar la brecha de género invirtiendo en empresas lideradas por mujeres, que implementan políticas de igualdad de género y liderazgo femenino, o que brindan productos y servicios que las benefician particularmente.
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En los últimos dos años, hemos visto un mayor interés y cada vez más opciones de inversión. Desde la demanda, tenemos hitos como los del fondo de pensión japónes GPIF, que ha comprometido $2.900 millones en el nuevo Índice de Diversidad de Género de la agencia Morningstar. En la oferta, los productos a nivel global han aumentado en los mercados de deuda privada (micro-préstamos y préstamos), renta fija (bonos), renta variable –acciones, índices, fondos de inversión y fondos cotizados– e inversiones en capital (semilla, riesgo y crecimiento).
La región no ha escapado a esta tendencia, y están surgiendo cada vez más productos. En deuda privada, la región fue pionera en desarrollar micropréstamos dirigidos a mujeres microempresarias. Posteriormente, los bancos han visto la oportunidad, especialmente en las micro, pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres, creando propuestas de valor que unen préstamos, capacitaciones, mentoría y oportunidades de networking para este segmento.
En renta fija, la emisión de bonos sociales de género ha sido signficativa en la región: en tan solo año y medio, alcanzó seis colocaciones por $400 millones. Aquí resalta del banco colombiano Davivienda. Su estructura permite al emisor reducir su costo de financiamiento, en tanto cumpla con metas que superen sus compromisos iniciales de financiar a empresas lideradas por mujeres.
En la renta variable, hay acciones de empresas con buenos puntajes en género, diversidad e inclusión en las evaluaciones de las agencias calificadoras en sostenibilidad. Esto permite a los inversionistas GLI comprarlas directamente o a través de carteras de inversión. Además, esto facilita su ingreso a índices referentes en género. Si bien en la región no hay índices de este tipo, sí hay empresas en índices internacionales como el de Diversidad de Género de Bloomberg, y también hay índices de sostenibilidad en la región que evalúan dicho aspecto en México, Chile, Brasil, Argentina, Colombia y Perú. En inversiones en capital, la región está viendo surgir diferentes fondos GLI, como el NXTP Labs, New Ventures o Elevar Equity.
Estamos ante una oportunidad sin igual para que los inversionistas internacionales financien la recuperación de América Latina y el Caribe, a través de las mujeres. También para los inversionistas locales, especialmente los institucionales, que están cada vez más interesados en la agenda sostenible, si vemos que los suscriptores a los Principios de Inversión Responsable en la región se triplicaron solo entre el 2019 y 2020.
El camino es claro: invertir en mujeres acelerará la recuperación de nuestros países y nos conducirá a una sociedad más próspera e inclusiva. El horizonte será tan prometedor como nuestras inversiones lo sean. Desde ONU Mujeres y BID Invest, estamos más comprometidos que nunca a consolidar la tendencia GLI en los países en los que operamos, de la mano de socios estratégicos que comparten esta misma visión. ¿Se anima a unirse y aprovechar esta gran oportunidad?