Semanas atrás, curiosamente el mismo día, en varios medios de prensa circularon dos noticias relacionadas con el tema del empleo, en principio contradictorias. Se anunció por un lado, la salida del país de la compañía Gallito (de una parte de sus actividades), dedicada a la elaboración de confites y golosinas, lo que dejaría sin trabajo a cerca de 300 personas; pero por otro, que la firma Amazon, una de las empresas líderes en servicio en la nube, requería de la contratación de 700 colaboradores más.
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El balance frío de estas cifras no deja lugar para las dudas, la economía ganaría en términos netos 400 nuevos puestos de trabajo. Pero ¿qué implicaciones reales tiene este resultado?
Lo primero, es que difícilmente esas 300 personas que se quedarían sin empleo, podrán aprovechar las nuevas 700 plazas.
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La razón parece algo obvia, las habilidades blandas y duras necesarias para desempeñarse en una y otra actividad son bastante diferentes. Esta "nueva economía" exige el manejo de un segundo idioma, conocimiento de las llamadas tecnologías de información, mayor capacidad para trabajar en grupo y por resultados, entre otros aspectos.
Es decir, ese balance positivo de los 400 nuevos puestos de trabajo se desvanece cuando se entra en razón, de que la sociedad costarricense está en un escenario en el cual se crean oportunidades para unos pero a la vez se cierran totalmente para otros.
No son sólo estas dos noticias, sino las que se han dado a conocer en el último año, comenzando por el cierre de una parte de las operaciones de la empresa Intel, las que confirman nuestra realidad, el país se ha vuelto "caro" para el desarrollo de ciertas actividades (incluso dentro de una misma empresa) y mantiene su "competitividad" para algunas otras; es decir, se está ante un proceso, si se quiere, de redefinición de nuestro "atractivo productivo".
Este proceso no es nuevo, algo similar sucedió hace algunas décadas, cuando buena parte de la industria textil tuvo que dar un paso atrás y tomar la decisión de cerrar sus operaciones en el país; el costo laboral en China era mucho menor que el nacional.
¿Es bueno o malo este proceso? Antes que todo, cabe indicar que es un proceso normal, ese llamado "atractivo productivo" es dinámico, cambia con el tiempo y aún más con la globalización.
Lo que nos hace competitivos hoy, no necesariamente lo hará mañana. En este sentido, el reto en materia de políticas públicas, es definir las medidas a tomar para hacer que las oportunidades que brinda ese cambio puedan ser aprovechadas por la mayoría de la población.
Es de esta manera, que la educación aparece como un canalizador de esas nuevas oportunidades, sin embargo, para que esto sea así, es necesario al menos:
1. Asegurar la asignación de recursos al sector constitucionalmente establecida (8% de la producción nacional).
2. Que en el mediano plazo, el 100% de los estudiantes que terminen la secundaria en todo el país, maneje a plenitud un segundo idioma, lo cual desde luego debe comenzar, preparando mejor a los propios docentes.
3. Universalizar los programas de informática educativa, con una clara orientación instrumental, así como el acceso a Internet de banda ancha a partir de los recursos de Fondo Nacional de Telecomunicaciones (FONATEL).
4. Incluir en los programas de estudio módulos sobre servicios empresariales y emprendedurismo, por cuanto el país no se puede conformar con la formación de los "empleados" que requerirán las transnacionales que lleguen al país, sino que también debe aspirar a la creación de negocios e iniciativas en apoyo a estas.
5. Reorientar la educación técnica (Colegios Técnicos Profesionales, INA, entre otros) hacia las necesidades laborales de esta nueva economía.
6. Por último, reforzar las iniciativas creadas para combatir la deserción educativa, así como hacer más atractivos los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo cual de paso ayudaría a enfrentar un problema que ha venido últimamente en aumento, como es el incremento en el número de jóvenes que no estudian ni trabajan, los llamados "ninis".
*El autor Greivin Salazar Álvarez es parte del Observatorio de la Coyuntura Económica y Social, Universidad Nacional.