La transformación de regímenes que empiezan ganando elecciones y terminan atropellando libertades es un rasgo de nuestro tiempo.
El mejor ejemplo lo constituye el caso del chavismo, que ganó limpiamente varias elecciones y se transformó luego en autoritarismo, eliminando libertades, división de poderes y pluralismo político.
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Polonia y Hungría hacen parte del fenómeno, sus líderes ganan elecciones, pero de seguido la emprenden contra la independencia de otros poderes y sustituyen la legitimidad democrática con xenofobia, discurso común de la ultraderecha europea, nacionalista y anti europeísta.
En América el autoritarismo democrático sacrifica las libertades en nombre de la solidaridad, vestido de socialismo, e inmola la libertad en el altar de una igualdad que nunca llega, por impericia económica y pulsiones dictatoriales.
Regímenes híbridos
Algunos autores han acuñado la expresión regímenes híbridos para describir y estudiar estos fenómenos; sin embargo, pareciera más adecuado verlos como democracias electorales que degeneran en democracias autoritarias, dados los fenómenos de concentración del poder que los caracterizan.
Ante la crisis en Nicaragua, donde el poder ha perdido la legitimidad por corrupción, concentración y censura de medios, eliminación de la división de poderes, elecciones amañadas y recurso reciente al asesinato de estudiantes y periodistas, la salida está en reivindicar la autoridad de la democracia.
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El gobierno común sólo puede lograrse desde la adhesión a la democracia (elecciones libres y respeto a los derechos inalienables de las minorías). La democracia no surge de la punta del fusil, sino de su aceptación voluntaria como régimen y vivencia cotidiana.
La democratización es la ruta que espera a la patria de Darío para volver a ser república.