La Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR) le otorgó un premio a los nicaragüenses Sergio Ramírez, escritor, y a Carlos Fernando Chamorro, periodista.
Durante la ceremonia, Ramírez realizó una profunda reflexión sobre la historia y los caminos que se abren para Nicaragua.
Centroamérica es tierra de volcanes y Balcanes, de explosiones y fragmentaciones. Nicaragua ha sido el cráter rebosante de lava ardiente dispuesto a estallar. La colonia no le dejó unidad, instituciones ni estabilidad; solamente acaparamiento de poder y tiranos de machete que llenaron cárceles y cementerios.
Un país capturado por la ambición de mando, el autoritarismo del patrón, una sociedad con peonada y sin ciudadanía, la patria del caudillo de conducta absolutista, falto de escrúpulos y de piedad.
El cadáver de Ortega
Después de recorrer la historia del autoritarismo se llega al fracaso democrático de la revolución sandinista, de cuyo cadáver se apropia Ortega. La obsesión persistente por el poder, a como sea y se pueda, ha encarnado en el nuevo tirano, que no permitirá que lo vuelvan a derrotar.
El círculo dictatorial se repite, las masas que gritaban: “Somoza, no te vas, te quedás”, gritan hoy “Daniel se queda”. Sin embargo, hay esperanza, la insurrección cívica desarmada, temporalmente ahogada en sangre, ha iniciado una ruta democrática.
Los nicaragüenses tienen oportunidad de no repetir el ciclo en el que un tirano triunfante sustituye a un tirano derrotado. La rebeldía ciudadana y el aislamiento internacional del orteguismo impiden que el país vuelva atrás, el pasado no volverá porque el miedo quedó atrás.
Un poder en tiempo pasado sigue matando desde el pasado, pero es incompatible con el presente y más aún con el futuro.
El diálogo nacional y la insurrección cívica abren caminos para que Nicaragua vuelva a ser república, construida por valientes e indignados. Otra historia es posible.