El mundo financiero tiene un nuevo personaje en el panorama. Las criptomonedas se han convertido en tema de conversación usual. Tema de tendencia en redes sociales y debate candente entre sus detractores y sus fieles defensores.
Las razones por las que las criptomonedas están en boca de muchos son diversas: titulares mediáticos que nos cuentan historias de nuevos millonarios gracias al bitcóin se mezclan con los “famosos” tweets de Elon Musk, que mueven el precio de los tokens dependiendo de la dirección y el humor del fundador de Tesla.
La moda “cripto” ha invadido incluso los pasillos de las grandes firmas de Wall Street, ya sea por convicción o por la insistencia de sus clientes.
Regulación, escrutinio, volatilidad y consumo energético son aspectos en evaluación de una industria emergente y que, a pesar de la euforia pública, aún necesita dar pasos más seguros para resolver, estos y algunos otros inconvenientes para llegar a una madurez como mercado, que permita análisis valiosos sobre las criptomonedas en general.
Es precisamente este análisis el que convierte el proceso de inversión en un arte, y nos obliga a señalar un riesgo paralelo que surge con todo este crecimiento en interés y participación de las personas.
A principios de este año experimentamos en el mercado de capitales un episodio financiero promovido en redes sociales desde foros como el de Reddit, en donde se unían cuentas individuales siguiendo una guía virtual desde la red social, para realizar operaciones de inversión.
La historia de Reddit y WallStreetBets no debería ser una guía de cómo invertir, la dinámica en redes sociales generó ganadores y muchos perdedores en esas cuentas de inversionistas, cuya única consigna, era seguir el “consejo” para ganar dinero sin tener claro si detrás del mensaje quien iba pagar esa ganancia, era el “nuevo aconsejado”.
Esta parte de la historia que no tuvo tanta exposición mediática, minimizada principalmente por su contraparte, con relatos en donde la inversión se convierte casi en un juego de fácil ganancia.
La inversión profesional es diferente al “consejo” anónimo de una red social que en muchos casos esconde el conflicto de interés o el beneficiario final de la estrategia recomendada.
El mundo de las criptomonedas también atrajo la atención de nuevos inversionistas que igualmente ven y escuchan historias de ganancias y nuevas monedas que crecen como la espuma en las redes sociales.
La combinación entre los criptoactivos, las redes sociales y ofertas de inversión mágicas ha generado un efecto negativo incluso para la propia industria. Muchas personas asocian a las criptomonedas y las “meme coins” (monedas de meme) como alternativas de inversión de dinero fácil, dejando atrás los análisis y la valoración de los riesgos.
La tecnología de bloques y las criptomonedas de alta gama se ven desvalorizadas cuando cobra más relevancia si la criptomoneda de moda es babydoge o la abuelita del dogecoin.
Las personas relacionen criptomonedas con el dogecoin, el token creado en torno al meme de un perro shiba inu. Casi ubicándolo como estandarte de la industria, al mismo nivel de las monedas más importantes como el Bitcoin o Ethereum.
La tecnología de bloques y las criptomonedas de alta gama se ven desvalorizadas cuando cobra más relevancia si la criptomoneda de moda es babydoge o la abuelita del dogecoin.
Es así como las “meme coins” surgen de esa mezcla de ideas erróneas sobre inversión, el uso o abuso de las redes sociales y la oferta de recetas mágicas. Por esta razón, es muy normal estar en un foro de criptomonedas y encontrarse con usuarios preguntando por cual va ser la próxima moneda virtual que subirá de precio para hacer su movida de inversión.
Ese sentimiento del inversionista de redes sociales es alimentado por el FOMO (Fear of Missing Out, o en español “el miedo a quedarse afuera”), es tan alto el bombardeo de historias exitosas, que hasta las personas menos conocedoras en el tema se ven impulsadas a invertir en cualquier activo criptográfico para no perderse la gran “oportunidad”, de esa manera ignoran evaluaciones básicas necesarias para tomar decisiones de inversión.
Cada vez es más frecuente ver proyectos de criptoactivos creados con el único fin de captar a miles de personas que compren un activo sin valor y sin proyecto detrás para realizar una versión moderna de “bombeo y boto”, en donde los creadores del token utilizan las redes sociales para impulsar su moneda, dejando a muchas personas atrapadas en los “consejos” del asesor virtual y sin obtener los resultados “soñados”.
La explosión de esquemas fraudulentos y ofertas de inversión en torno a las criptomonedas son una realidad y minan la confianza de una industria que busca la aceptación del sistema financiero global.
La evolución histórica de las criptomonedas y su desarrollo deberá superar estos y otros obstáculos, y será tema para otro momento; pero el riesgo paralelo de “jugar a invertir” ejemplarizado con la euforia de los “meme coins” es un asunto de atención inmediata, no alertar al público en general acerca de los riesgos de invertir especulativamente, sin asesoría y buscando respuestas en una red social.
No hay duda alguna, jugar a invertir no es opción, mucho menos cuando la asesoría es nula o el “consejo” en redes sociales, foros o chats, tiene la intención que usted pierda su dinero.