El coma es un estado profundo de inconsciencia. Una persona en coma está viva pero incapaz de moverse o responder a su entorno. No puede existir mayor similitud entre una persona en estado de coma, y la situación que enfrenta el turismo en Costa Rica y a nivel mundial.
Resultado de la llegada del COVID-19 el turismo fue una industria incapaz de reaccionar y valerse por sí misma. La pandemia ha generado una importante caída en la actividad económica, y un importante cambio en los patronos de comportamiento de las sociedades, el cual, podría mantenerse por un periodo relativamente largo.
Según datos del Consejo Mundial de Turismo (WTTC por sus siglas en inglés), para el año 2019 el turismo tuvo un impacto económico donde representó el 10,3% del Producto Interno Bruto (PIB) global, siendo que un 25% de los puestos de trabajo creados en el mundo provenían del sector, para un total de 330 millones de empleos.
En Costa Rica, según datos del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y previo a la crisis, el turismo generaba 210.000 empleos directos, 400.000 empleos indirectos, encadenamientos productivos en actividades como la agricultura, el transporte, energía, comercio, industria entre otros, además de ser una fuente primaria de atracción de inversión extranjera directa para zonas con un desarrollo social muy sensible.
El martillo
Sin embargo, el escenario con pandemia es otro. El 100% de los destinos del mundo restringió los viajes internacionales, lo que significa que el desarrollo del turismo podría retroceder entre cinco y siete años, generando la pérdida de 75 millones de empleos.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la crisis en el sector golpeará con mayor severidad a las micro y pequeñas empresas, ya que estas representan el 99% de las empresas del sector y generan el 77% del empleo. Datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) estiman que a junio del 2020 el turismo decreció en un 22%, y hacia el final del año se espera un decrecimiento de entre el 60 y el 80%.
Nos tomó 40 años en construir la industria turística que hoy tenemos y de frente a la realidad incontrastable que reflejan estos números, me pregunto: ¿Qué vamos a hacer, como país, para sacar al turismo de este estado de coma inducido, llamado COVID-19?
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Un primer aspecto a considerar es que, para sacar adelante al sector de esta crisis única en su historia, el sector privado y el Gobierno deben formar un círculo virtuoso que permita crear un plan de mitigación y reactivación del sector, individualizado o específico para sus necesidades.
No tengo duda que el sector está preparado para asumir el reto, en los últimos 40 años ha demostrado ser lo suficientemente resiliente para asumir los retos. ¿Lo está el Gobierno?
A la fecha, más de 140 países del mundo han destinado aproximadamente, $20 trillones en paquetes de estímulos a sus economías ante la pandemia, no obstante, de la comparación realizada en la herramienta EY Tax – Covid-19 Response Tracker, queda en evidencia el poco o cero impacto que, la mal llamada Ley de Alivio Fiscal, tuvo en los sectores más golpeados por la crisis, incluyendo por supuesto el turismo.
¿A qué se debe que Costa Rica sea uno de los países que menos ha apoyado a sus sectores más golpeados? La respuesta es simple: el Gobierno no tiene dinero.
¿Por qué el Gobierno está en números rojos si todos los ciudadanos y las empresas de este país desde el 01 de julio de 2019 pagamos más impuestos? La respuesta también es sencilla: ningún plan fiscal tendrá el impacto necesario sin que se dé una reconversión del gasto público y de la estructura del Gobierno en general. Sin una reducción real, el sector privado no puede compensar los efectos negativos que eso genera en el país.
Requerimos de un Estado comprometido con ordenar las finanzas públicas, para que se pueda ayudar al sector. Pero además, necesitamos esforzarnos en saber gestionar la crisis y mitigar sus efectos; en contar con estímulos para la aceleración y recuperación y además, saber diversificarnos. Tres áreas de enfoque propuestas por la OMT con las que coincido plenamente.
Lo necesario
Para gestionar la crisis y mitigar sus efectos, es necesario ofrecer incentivos especiales y fondos de apoyo para que las empresas, sean pequeñas, medianas o grandes, mantengan sus puestos de trabajo, incluida la exención o reducción de los pagos a la seguridad social. Lo mismo aplica a trabajadores independientes del sector.
Se debe garantizar la liquidez de las empresas turísticas, asignando líneas específicas de financiamiento para las más afectadas y que eviten la quiebra y reanuden su actividad después de la emergencia. Deberían presentarse proyectos de Ley a la Asamblea Legislativa para bajar las cargas fiscales y generar consumo. Noruega redujo el IVA de 12 al 8%; Alemania redujo el IVA al hospedaje y Egipto que suspendió todas las obligaciones fiscales de las empresas del sector, por ejemplo.
Para estimular la aceleración de la recuperación, se deben crear incentivos especiales para apoyar a la actividad a corto plazo de las pymes y mipymes, como la transformación digital, el acceso a los mercados, formación y contratación de personal. Pero más importante aún, promover una inversión acelerada en infraestructura y considerar ofrecer incentivos adicionales para inversión extranjera directa en el turismo, como lo hicimos con la Ley de Incentivos Turísticos.
Finalmente, prepararse para futuro. Esto significa diversificar el turismo para evitar la dependencia de una sola actividad o mercado, entender los posibles cambios en las preferencias de los consumidores y sus comportamientos después de la crisis, así como sumarse a la transformación digital entre otras posibles acciones.
¿Lograremos sacar del coma al sector turistico? Sí, pero el tiempo apremia.