El Financiero publicó un estudio sobre las carteras de crédito de consumo y encuentra que el plazo promedio de estos préstamos se ha venido expandiendo en los últimos años, alcanzando cifras superiores a los diez años en los bancos públicos y en las cooperativas de ahorro y crédito.
Al ser esta cifra un promedio, esto significa que existen préstamos de consumo a plazos muy cortos, 1 año o menos, pero otros que se extienden hasta 30 años. Además, esta es una práctica que se viene observando prácticamente en todos los intermediarios financieros del país. Las últimas cifras indican que 4 de cada 10 créditos de consumo entre todos los bancos supera el vencimiento a 9 años, mientras que, en el caso de las cooperativas, este plazo es superado casi en 6 de cada 10 créditos.
Números alarmantes
Desde el punto de vista del oferente, o sea de los bancos, préstamos de consumo tan extensos conllevan mayores riesgos, pues empíricamente está demostrado que la morosidad se incrementa con el plazo del préstamo. Por ello, las entidades financieras generalmente cobran mayores tasas de interés en préstamos de consumo de largo plazo. Sin embargo, en ausencia de una regulación más estricta, los bancos han visto en la extensión del crédito una forma para aumentar los ingresos y con ello las ganancias.
Por otro lado, desde el punto de vista del consumidor, o sea el deudor, también está demostrado que, más que la tasa de interés y que el plazo del préstamo, el principal determinante de la decisión de endeudarse es la cuota que se paga por la deuda. Esto conlleva una serie de riesgos pues promueve el sobre endeudamiento y compromete al deudor a pagar durante un plazo extenso un bien o servicio cuyo disfrute ocurre en un plazo mucho más reducido. Obviamente, entre mayor sea el plazo, más será la parte de la cuota que se va al pago de intereses y menor la parte que va a la amortización del préstamo.
El sobreendeudamiento ocurre cuando un individuo toma prestado por encima de sus capacidades financieras. Al enfrentar problemas para repagar sus deudas empiezan a buscar más préstamos para pagar las cuotas de los otros créditos, hasta llegar al punto de entrar en impago, con lo cual se materializa el riesgo de crédito. Ello a su vez, agrava el problema de sobreendeudamiento, pues el pago tardío o la falta de pago eleva el monto del principal del préstamo, por el cobro de multas e intereses morosos. En algunos casos, las personas sobreendeudadas terminan siendo víctimas de prestamistas gota a gota en condiciones abusivas.
Desde el punto de vista regulatorio, la norma actual es el acuerdo de la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, SUGEF-306, la cual empieza a castigar los préstamos de consumo que se extienden más allá de los cinco años. Este castigo consiste en solicitar un mayor aprovisionamiento patrimonial para cubrir posibles pérdidas de impago. No obstante, este mayor costo para los bancos ha sido más que compensado por el incremento en las tasas de interés de los préstamos de consumo a mayores plazos.
Las entidades financieras argumentan que cuando este tipo de préstamos superan ciertos plazos, por ejemplo, préstamos de consumo a 20 o 30 años, se solicitan garantías hipotecarias. Sin embargo, ello no soluciona los riesgos vinculados con los consumidores endeudados y añade otros riesgos, en caso de que la economía se enfrente a shocks adversos, lo cual es casi un hecho en periodos tan amplios.
En síntesis, parece conveniente fortalecer la regulación para que los préstamos de consumo sean dedicados justamente a eso, y no se conviertan en un lastre y un estrés económico que deba llevar la persona por décadas. El sobreendeudamiento produce una reducción en la capacidad de ahorro de las familias, y de rebote una disminución de la tasa de crecimiento potencial de la economía, además de que reduce la posibilidad de que las personas obtengan préstamos de bienes y servicios que sí son de largo plazo, como el estudio y la vivienda.