Luego de la aprobación de la reforma fiscal es preciso resumir los principales rasgos de este proceso y vislumbrar las probables rutas que podría emprender el Gobierno. Lo primero es constatar que se trata de una clara victoria de Zapote y sus aliados, triunfo que deberán administrar con prudencia, pues la intensidad de la lucha ha dejado resentimientos y rencores que podrían obstaculizar el camino de futuras reformas, necesarias ante la insuficiencia de la recién aprobada.
Aparte de decisiones políticas correctas como lograr alianzas con otras fuerzas políticas y mediáticas, el Gobierno supo contenerse, esperar y dejar que los huelguistas se agotaran. Adicionalmente, elaboró una narrativa eficaz centrada en señalar grandes perjuicios si el plan fiscal no se aprobaba. No se puede negar que el discurso del abismo y el borde del precipicio —que por momentos se escuchaba sereno y realista, y a ratos alarmista y monotemático— cumplió un importante papel en sumar apoyos.
El Poder Ejecutivo tendrá que pensar ahora en los caminos que se abren, tanto en lo que concierne al endeudamiento como en lo referente a las medidas sobre el empleo público. La vía rápida legislativa no necesariamente estará de nuevo al alcance de la mano en el corto plazo, pues la negociación por los 38 votos necesarios implica un nuevo proceso y la experiencia política ha demostrado que no existen las transferencias automáticas de apoyos. Recordemos que eurobonos y empréstitos multilaterales también requerirán de igual cantidad de votos para su aprobación.
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¿Estarán dispuestos los partidos de oposición a desempeñar un tan papel activo como el que han ejercido hasta ahora o empezarán a preocuparse tan temprano por el costo y el cálculo electoral? En cuanto al Mandatario, ¿hará balance del desgaste sufrido y moderará su fervor reformador ante un problema inmediato parcialmente resuelto, o mantendrá el pie en el acelerador ante el crudo recordatorio que nos dio la agencia calificadora Moody’s el pasado 5 de diciembre, en el sentido de que aún queda mucho camino —sinuoso y con pendientes— por recorrer para llegar a la meta? ¿Cuál será su narrativa a partir de ahora?
La oposición sindical vencida debe sacar lecciones de su maximalismo sin norte político y entender que como actores sociales tiene un espacio que deben utilizar dentro de las reglas sistémicas, bajo el riesgo que su radicalismo los aleje de la ciudadanía y de sus bases enardecidas con la democracia de la calle, pero incapaces de movilizar sectores sociales más amplios.
En medio de este contexto, el Gobernante anunció recientemente cinco grandes líneas de acción que constituirán los ejes de su gestión en lo inmediato. En términos generales, compartimos este esbozo de ruta al que, no obstante, le falta contenido para aportar claridad de mapa y precisión de brújula; a modo de señales de tránsito que advierten sobre posibles peligros en el camino, compartimos algunas inquietudes desde la perspectiva de la viabilidad y sostenibilidad.
Asumir costos
En lo referente a empleo y reactivación económica el presidente Alvarado apuesta por la venta de los eurobonos y la inversión pública en infraestructura. El monto de esta última tiene que ser realmente significativo, hablamos de miles de millones de dólares, para lograr un verdadero impacto; se trata de engrasar y afinar el entrabado engranaje de la producción, no simplemente de aplicar unas gotas de aceite.
Respecto a los eurobonos hemos señalado los posibles obstáculos para su tramitación parlamentaria. Asimismo, estos recursos vendrían a resolver necesidades de mediano plazo, pero el principal problema continúa siendo, a pesar de la reforma fiscal, el financiamiento del corto plazo (el pago de las letras del tesoro).
La propuesta de diálogo social es imprecisa y parece soslayar las heridas que el trámite de la reforma fiscal ha dejado en los sectores sindicales, los que aunque carentes de razón en su maximalismo rupturista, son poderes fácticos que no han perdido sus capacidades de movilización. Este proceso de cicatrización no se vislumbra fácil; sin duda, pondrá a prueba la capacidad gubernamental de tender puentes, una importante y escasa dimensión del ejercicio del poder.
Lo mismo aplica en lo referente a la reforma educativa, que incluye el necesario pero inflamable tema de los procesos de evaluación de los docentes. Se impone una rigurosa y sensata selección de pulsos y luchas, sopesar los frentes de batalla, sobre todo en momentos en que el magisterio nacional aún no asume responsabilidades por los graves yerros y atropellos cometidos a la población.
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Con realismo, el Presidente concluye que es necesario un acercamiento con el magisterio y señala haberle encargado esa tarea a sus ministros de Educación y Trabajo; sin embargo, el primero de estos jerarcas anunció ese mismo día el rompimiento de un acuerdo con el Colegio de Licenciados y Profesores.
En cuanto al tema de la inclusión social, habla el Gobernante de ampliar programas sociales. Muy loable y necesario, pero hace falta que se especifique de dónde se obtendrán los recursos para financiar esta ampliación en aras de que no haya una disonancia con el discurso de compromiso con la austeridad y los recortes de gastos.
El interés por la reforma del Estado pareciera quedar reducido al empleo público y a una frase poco clara sobre transformaciones a las instituciones y las normativas. Hacemos, desde este espacio, un llamado a ampliar y puntualizar con precisión de cirujano sobre este tema de especial interés para el país y el saneamiento sostenible de las finanzas públicas.
El gran tema para el camino reformador que sigue girará en torno a la obtención del apoyo político para hacer viables y sostenibles las medidas necesarias. ¿Contará el Gobierno con el soporte de los mismos actores que lo acompañaron en el proceso anterior?¿Se retirarán algunos ante el horizonte de las elecciones municipales que se avecinan? ¿Continuarán los partidos políticos de oposición liderando algunas de estas medidas, venciendo el riesgo de indiferenciación política con el Gobierno y asumiendo costos por las reformas?
El panorama siguen siendo complejo, a pesar de los avances logrados.