Imaginemos un mundo en el que China ha suplantado a Estados Unidos en la cima de la economía mundial y el renminbi, no el dólar, es la moneda de reserva global. Este escenario sería desastroso para los ciudadanos, las empresas y los aliados de Estados Unidos. Dada la deuda alta sin precedentes y el gasto insostenible de Estados Unidos, una demanda reducida de activos en dólares paralizaría la economía estadounidense. El gobierno se vería obligado a recortar los servicios públicos y los gastos militares, alterando prácticamente todas las facetas de la vida norteamericana -y no para mejor.
Peor aún, el Partido Comunista de China controlaría los sistemas de pago globales y otra infraestructura financiera. Esto le permitiría al PCC ejercer su influencia y exportar su estado de vigilancia a todo el mundo, y aislar a Estados Unidos y sus aliados con un muro de sanciones. Si un individuo o una empresa estadounidense criticara a los líderes de China, podría ser expulsado del comercio global de inmediato.
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El PCC está intentando que esto se haga realidad. En conjunto con su Iniciativa del Cinturón y la Ruta, que ha ampliado marcadamente la influencia china al ofrecer financiamiento para grandes proyectos de infraestructura y tecnología en economías emergentes y en desarrollo, China está dedicando recursos significativos a la creación de una alternativa para el sistema de pagos en dólares. En 2021, el gobierno chino dio un paso importante en esta dirección con el lanzamiento de una moneda digital de banco central (CBDC por su sigla en inglés).
Para ampliar el alcance del renminbi digital, el Banco Popular de China (PBOC) está liderando esfuerzos para crear una plataforma para pagos transfronterizos instantáneos. El proyecto mBridge, abreviatura de “multiple CBDC bridge” (puente de CBDC múltiples) y desarrollado en alianza con un puñado de bancos centrales, busca conectar bancos comerciales, empresas y autoridades monetarias con una red distribuida para flujos comerciales y financieros. Muchos bancos centrales occidentales, entre ellos el Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, así como el Banco Mundial y bancos comerciales, se han sumado al proyecto como observadores, pero ejercen poca influencia sobre su diseño y detalles técnicos.
De resultar exitoso, el proyecto mBridge reforzaría el poder de China en el mercado de divisas. Lo preocupante es que existen señales tempranas de que esta estrategia está dando frutos. En abril, datos de SWIFT, la red de pagos interbancarios con sede en Bruselas, mostró el porcentaje del renminbi en los pagos internacionales en un pico sin precedentes, superando al yen para convertirse en la cuarta moneda más utilizada en transacciones transfronterizas. Si bien el renminbi tiene un largo camino por delante antes de poder amenazar de manera creíble al dólar, mBridge no hará más que acelerar esta tendencia.
El dólar ha reinado durante casi un siglo porque está respaldado por un estado de derecho bien establecido, un ejército grande y poderoso y una economía dinámica. Pero los responsables de las políticas en Estados Unidos no pueden quedarse de brazos cruzados a ver cómo cambia el mundo. La libra esterlina alguna vez fue la moneda dominante para el comercio internacional y las reservas extranjeras -hasta que dejó de serlo-. Si el dólar pretende evitar el mismo destino, los líderes estadounidenses deben admitir que el sistema financiero norteamericano necesita urgentemente una actualización. En tanto nuestras vidas y nuestras economías se digitalizan cada vez más, también debe hacerlo el dólar.
El principal desafío para las autoridades estadounidenses es actualizar la arquitectura financiera global de manera tal que garantice un uso continuo del dólar como un instrumento para promover la libertad económica a nivel mundial. La solución reside en un pilar central del poder blando norteamericano: la innovación tecnológica. En otras palabras, un sistema de pagos creado por la industria privada en Estados Unidos es mejor que uno construido por el PBOC utilizando tecnología china. Además de poner en orden la casa fiscal de Estados Unidos, los responsables de las políticas deberían respaldar a los emprendedores que emiten criptomonedas estables en raíles de la cadena de bloques.
Las criptomonedas estables -casi en su totalidad respaldadas por dólares- pueden asegurar una demanda de deuda gubernamental estadounidense a la vez que impulsan la posición global del dólar y amplían su alcance a nuevas plataformas digitales que empoderan a los usuarios y protegen la privacidad individual y la soberanía. Pero para alentar su adopción, los responsables de las políticas deben crear un marco regulatorio adaptado que ofrezca tanto a los emisores como a los tenedores algún grado de certeza legal y promueva una mayor innovación. El sistema de pagos en dólares está bajo ataque. Dado lo que está en juego, proteger su futuro debe convertirse en un imperativo de seguridad nacional.
Paul Ryan, exvocero de la Cámara de Representantes de Estados Unidos (2015-19), es miembro visitante del American Enterprise Institute y miembro del Paradigm Policy Council.