Costa Rica es líder mundial en materia de generación de energía limpia. Nuestra matriz de generación se basa casi exclusivamente en fuentes renovables y limpias, sobre todo hidroeléctrica, seguida por eólica, algo de biomasa y la energía solar, que comienza a dar sus primeros pasos; de hecho en buena parte del 2015 no hubo necesidad de usar plantas térmicas.
No obstante, a pesar de los elementos positivos de nuestro sector de producción de energía eléctrica, estamos ante un reto: ¿Puede evolucionar?
En el Plan Nacional de Energía 2015-2030 hay varios desafíos, como generar energía sin aumentar las emisiones de carbono, favorecer el equilibrio macroeconómico y hacerlo reduciendo la factura petrolera. Sin embargo, ¿podemos ir más allá con las actuales condiciones?
Hemos estado acostumbrados a que el ICE sea el mayor proveedor de energía, pero con los veranos prolongados sus embalses decrecieron sensiblemente debiendo generar a través de sus plantas térmicas (setiembre 2015).
Según datos del propio ICE, el 74% de la energía que genera es por medio de la fuerza del agua, por lo que un descenso en los embalses o en el caudal de los ríos será negativo para aquellos actores del sector que generen electricidad en plantas hidroeléctricas de embalse o a filo de agua.
En teoría, una eventual merma de electricidad hidroeléctrica debería ser suplida (o al menos en parte) por las plantas eólicas que se encuentren en operación. Pero, al no ser estas productoras de una energía de base con carácter estacional, lo que generen podría ser insuficiente. Resultado: potencial desabastecimiento.
¿Será la respuesta aumentar el porcentaje de participación de los generadores privados?
Se ha intentado, sin éxito, que los generadores privados tengan una mayor participación en el sector, lo cual tiene varados varios proyectos privados a lo interno del ICE debido a que no hay suficientes megavatios para contratar sin olvidar que, con la entrada en funcionamiento del Proyecto Hidroeléctrico Reventazón no pareciera ser necesario que el ICE adquiera electricidad de producción privada.
Resultado: freno a la inversión nacional y extranjera.
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Tenemos también a las cooperativas de generación rural y empresas municipales generadores son localmente una solución a las necesidades de energía destacándose que cada vez esas empresas dependen cada vez menos de la energía eléctrica del ICE.
Lógicamente, esta menor dependencia es un problema para el ICE ante una sobregeneración de energía. ¿A dónde la enviará? ¿Debe entonces generar menos?
Recientemente el Poder Ejecutivo publicó el Decreto Ejecutivo Nº Ejecutivo 39220-Minae, que regula la generación distribuida y, desde la óptica técnica y tarifaria, Aresep publicó una serie de resoluciones que lo complementan.
Luego de una larga discusión, que el suscrito consideró superada desde finales de los 90, en relación con el autoconsumo y las concesiones para la generación de energía y que innecesariamente tuvo que resolver la Procuraduría General de la República, se emite normativa que permite a cualquier persona generar para su autoconsumo electricidad con la opción de conectarse o no a la red de la compañía distribuidora.
Desde el punto de vista ambiental, el aprovechamiento de fuentes renovables directamente por los consumidores es fabuloso, sin embargo, ¿deberán el ICE, los cogeneradores y las empresas cubiertas por la Ley 8345 generar menos electricidad? ¿Se subutilizará entonces toda su infraestructura?
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Según la estadística de demanda máxima mensual del Sistema Nacional Interconectado 1998-2015, publicado en su sitio web por la Aresep, la demanda máxima de energía eléctrica de 2015 respecto de 2014 decreció en un 1,20% por lo que es razonable pensar que hay un potencial para generar más electricidad de la que se puede consumir.
Entonces la discusión va más allá del tema tarifario: es sobre convertir al país en un exportador de energía generando una mayor competitividad por sobre los países del área.
Pensemos en un mercado spot donde un gran consumidor puede elegir a qué empresa comprarle la energía, una cooperativa de electrificación rural exportando al Mercado Eléctrico Regional, el ICE exportando electricidad generada por una empresa privada generando una utilidad para reinvertirla en su propio desarrollo, generar economías a escala con proyectos comunales de generación distribuida.
Costa Rica necesita un sistema en donde sus partes se complementen en lugar de generar presión innecesaria. Es cuestión de sentarse a pensar más con visión del futuro que con ideologías gastadas o cuotas de poder.
El autor es Juan Carlos Pizarro es abogado especialista en el sector de energía y telecomunicaciones.