Hace unos días le expresé a una profesional de recursos humanos la gran relevancia que tenía yo como líder en la felicidad de mis colaboradores, algo que simplemente me salió de natural tomando en cuenta que soy especialista en Neurofelicidad y Sostenibilidad y además apasionada por estos temas. Su reacción ante lo que estaba diciendo fue de tal asombro que no pasó inadvertida para mí. Con sus pupilas bien abiertas me dijo: la felicidad es responsabilidad de cada persona.
No pudimos hablar más del tema, sin embargo, aquella situación me motivó a escribir este artículo donde puedo profundizar un poco sobre esa interesante y algo polémica conversación: ¿Puede realmente un líder contribuir a la felicidad de sus colaboradores? ¿es su responsabilidad? Dado que, como creía el filósofo Aristóteles, la felicidad es el fin y bien supremo al que aspiran todos los seres humanos y por el que realizan todas las acciones de su vida, el tema se reviste de gran importancia.
Me gustaría argumentarlo a la luz de lo que la más reciente investigación científica nos dice sobre la felicidad y lo que también nos dice la responsabilidad social. Como existen tantas definiciones de felicidad —y para partir de una misma base— hablaré de ella como tradicionalmente se conoce en el mundo científico, es decir, como un estado de satisfacción con la vida donde hay mayor presencia de emociones positivas que negativas.
Lo primero que debo decir es que sí, es verdad, la felicidad solo puede ser construida y alimentada por cada ser humano. Para muestra un botón, según las investigaciones de Sonja Lyubomirsky y Kennon M. Sheldon (2004), en términos generales las circunstancias tienen poco que ver con la felicidad de una persona, tan solo en promedio un 10%, tiene más que ver la genética (50%) y las decisiones que tomamos diariamente (40%). Lo que muestra con facilidad que la felicidad sí está en gran medida en nuestras manos. Ya lo decía el filósofo y médico inglés John Locke cuando mencionó “Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.
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El tema, sin embargo, se complica cuando analizamos los tipos de circunstancias comprobadas que sí tienen impacto en la felicidad tales como la discriminación, la pobreza extrema o la violencia. También cuando tomamos en cuenta que pasamos mínimo 40 horas semanales de nuestra vida en el trabajo, un valioso tiempo y espacio de la vida para experimentar felicidad.
Otro punto importante de contemplar es que no nos enseñan a ser felices, a manejar por ejemplo el dolor y el sufrimiento, a tomar conciencia de nuestros estados internos, a utilizar las riendas de nuestro cerebro y pensamientos, a validar y gestionar nuestras emociones negativas y mucho menos a como amplificar en nuestra vida las emociones positivas que nos llevan a la felicidad.
Si analizamos además el tema a la luz de la ISO 26.000, norma internacional que detalla el comportamiento organizacional responsable, por supuesto que sabemos que sí es responsabilidad de las empresas y sus líderes luchar contra la discriminación y la violencia así como procurar una adecuada conciliación entre la vida familiar y laboral, proporcionar el desarrollo de habilidades y formación a los trabajadores, establecer programas que promuevan la salud y el bienestar, y esforzarse por eliminar los riesgos sicosociales en el lugar de trabajo, todos temas íntimamente relacionados con la felicidad personal.
Según la ciencia del bienestar y la sicología positiva, entre las fuentes más importantes para la felicidad humana se encuentran las relaciones sociales que construimos con las personas que nos importan, el uso de nuestras fortalezas en la vida y el trabajo para conseguir estados de flujo, el logro, el fomento de las emociones positivas y el poder hacer actividades que nos trasciendan como seres humanos y que nos brinden la posibilidad de vivir una vida gratificante, comprometida y significativa.
Tomando en cuenta lo visto anteriormente, aunque la felicidad de cada uno no sea en el sentido estricto de la palabra una responsabilidad de la empresa, si es cierto que tanto ella como sus líderes deben generar las condiciones para que la felicidad ocurra, antes que nada, evitando la discriminación y la violencia, promoviendo la educación financiera entre sus colaboradores, y a unido a ello, activando las grandes palancas de la felicidad.
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Al aplicar políticas que favorezcan la conciliación familiar y laboral, utilizar la humanidad, la empatía y la escucha activa para encontrar las fortalezas de sus colaboradores y encauzar su crecimiento profesional y sus logros de acuerdo a esas fortalezas, al enseñar a sus colaboradores técnicas para aumentar el bienestar y la felicidad en sus vidas, al promover el propósito organizacional y la contribución de cada colaborador al mismo, al comportarse como una empresa responsable y ofrecer oportunidades de voluntariado a sus colaboradores, ya se estará haciendo mucho por promover esa felicidad.
Hoy más que nunca ante la situación tan compleja que vivimos y donde la salud mental pende de un hilo, es necesario pensar en cómo fomentar y conservar los niveles de felicidad de nuestra gente preocupándonos por ellos no solo como trabajadores, sino como seres humanos integrales que tienen una vida más allá del trabajo.
Posdata: Solo por aquello que sea necesario decirlo, también está documentado que al hacerlo las ganancias de la empresa crecerán.