Ya decía el filósofo Aristóteles “somos lo que hacemos repetidamente”; es decir, que parte de lo que nos caracteriza como seres humanos y nuestro ser, tiene que ver específicamente con esas cosas que hacemos constantemente.
Podemos tener muy buenas ideas e intenciones, pero si no las operacionalizamos, si no las llevamos a la práctica no se verán concretadas por muy anheladas que sean. En esto radica la capacidad que tiene el ser humano de tomar decisiones y de pasar de un pensamiento a la acción. Sí, porque nuestros pensamientos y procesos cognitivos, están estrechamente ligados a nuestras emociones y en conjunto, ambas cosas impactan nuestras conductas diarias y son las conductas emitidas repetidamente las que forman algo que se llama, “hábito”.
Según la Real Academia Española, un hábito es el “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes”. Y son precisamente los hábitos los que además dan paso a algo que se denomina, estilo de vida, que equivale a esa filosofía o principios que dirigen nuestra vida.
Los hábitos pueden ser constructivos, saludables o nocivos; y en algunas ocasiones han estado incorporados en las personas incluso por años. Tienen una fuerza poderosa, pues logran gobernar al ser humano y dirigir su vida; incluso muchas personas viven sus hábitos de manera automática, sin percatarse de que les puede estar generando algún malestar o afectación, pero al estar tan incorporados, la posibilidad de dejarlos se convierte incluso en una especie de duelo, en una pérdida que conlleva a una crisis existencial.
Como se mencionó anteriormente, los hábitos tienen sus orígenes en aquellos comportamientos que se viven de manera repetida y que son fruto del pensamiento, de nuestras creencias y procesos emocionales. Por ejemplo, si creo que el deporte es positivo y me genera vitalidad, bienestar y felicidad, muy posiblemente también pensaré que es algo necesario de fortalecer para lograr ese agradable estado de plenitud y eso me llevará a buscar hacer deporte, correr, nadar, caminar, bailar. Sin embargo, la acción no es tan sencilla, se requiere de convicción para pasar de un hábito a otro, pero también de un sentido de responsabilidad que me inspire a lograr ese objetivo planteado.
Al iniciar un nuevo año es fundamental revisar cómo están nuestros hábitos, y por ende nuestros pensamientos y emociones. ¿qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué anhelo?, ¿qué me ilusiona y que quiero lograr en mí?, ¿los hábitos que tengo hacen de mí una mejor persona o no?, ¿qué cambios deseo efectuar?, ¿qué hábitos deseo dejar y cuáles adoptar?, ¿qué necesito para lograrlo? Estas preguntas son fundamentales para replantearnos muchas cosas en la vida, si el camino que llevo es el que quiero o si es necesario salir un poco de la zona de confort en la que estoy, y adquirir nuevos hábitos para lograr un mayor crecimiento personal y profesional; en nuestra salud, las relaciones interpersonales, el estudio, la familia, las finanzas, entre otros.
Reconociendo que en este 2025 yo soy el o la protagonista y agente activo de mi vida, cómo puedo trabajar el tema de los hábitos. A continuación, se comparten elementos esenciales:
- Enfóquese en metas realistas: en muchas ocasiones queremos lograr cambios abruptos y que están lejos de nuestras posibilidades de tiempo, económicas o de nuestras facultades. Es fundamental tener conciencia de los recursos y las posibilidades con las que contamos.
- Vaya paso a paso: en el tema del desarrollo de los hábitos es fundamental una palabra, “paciencia”, la constancia requiere de este ingrediente especial porque los grandes cambios no vienen de un día a otro, sino de los esfuerzos cotidianos sostenidos a lo largo de días y años. Este paso a paso está relacionado con una frase del reconocido autor de liderazgo Jim Rohn en su libro 7 Estrategias para encontrar el éxito y la felicidad (cursiva), que decía, “no cruces la ciudad sin antes haber cruzado la calle.” Esto hace referencia a que hay caminos que no podemos brincarnos, simplemente el logro de grandes metas siempre está conformado por pequeños pero significativos logros.
- Recuerde qué le inspira: en el camino de la formación de nuevos hábitos es fundamental recordarnos constantemente qué me inspira, qué me mueve. Los grandes deportistas mencionan que para lograr su alto nivel en deportes, no siempre se mueven por la motivación sino por la inspiración, por la convicción y la disciplina; no siempre se sentirá alegría al efectuar conductas que nos llevan a una meta o a hábitos saludables, en muchas ocasiones se experimentará cansancio, tristeza y hasta enojo; pero es tu pensamiento enfocado en el logro y en el anhelo de ser mejor y de superarte, aquello que te dará las fuerzas para seguir.
- No se deje sabotear: el sabotaje puede ser interior o exterior. En ocasiones somos nosotros mismos quienes nos saboteamos. Presta atención a tus pensamientos y a tu actitud. Dice John C. Maxwell, en su libro Lo que marca la diferencia, “La suma de todos tus pensamientos constituye tu actitud completa. Nuestra actitud matiza todos los aspectos de la vida. Es como la brocha de la mente”. Entonces qué pienso, qué pensamientos me están dirigiendo hacia esa nueva meta; éstos me inspiran, o no y cuál es mi actitud. Es fundamental cuidar de los modelos que seguimos, que sean personas que se conviertan en modelos positivos. Habrá personas que te digan que no lo vas a lograr, que te des por vencido (a), pero no prestes atención a esos comentarios, enfócate en tu voz interior.
- Preste atención a sus procesos emocionales: el salir de la zona de confort en la búsqueda de nuevos y más saludables hábitos puede generarnos disonancias emocionales. Es fundamental permitirse sentir y comprender por qué estoy sintiendo lo que siento, eso qué me dice. Respirar profundo, llorar, reír y tomar aire fresco para continuar.
El inicio de un año nos da la posibilidad de escribir una nueva historia, de buscar mejorar de forma integral, no viviendo en modo automático, sino tomando conciencia del gran valor que tiene nuestra vida y por eso decidir aprovecharla, vivirla responsable y conscientemente.