En el futuro cercano se empieza a vislumbrar una esperanzadora recuperación de las economías en el mundo post COVID-19. Aunque con diferencias significativas entre países y continentes, es evidente que el mundo empresarial en general empieza a recuperar los niveles pre-pandemia, e incluso algunos negocios han logrado sacarles provecho a los cambios del entorno y salen fortalecidos de esta crisis mundial.
Muchos gerentes y empresarios corren con el fin de estar lo mejor preparados para aprovechar la curva ascendente en los mercados de consumo de bienes y servicios. Sin embargo, siempre es importante hacer un análisis retrospectivo que nos permita potenciar los aprendizajes que esta crisis nos ha dejado.
Se ha escrito mucho sobre las debilidades de gestión que la pandemia puso en evidencia con mayor o menor grado, así como los estilos de liderazgo obsoletos, basados en la exigencia de la presencialidad, más que en el cumplimiento de objetivos y el empoderamiento de los colaboradores en sus distintos roles.
Sin embargo, también es importante enfocarnos en los aspectos positivos que hemos ganado al tener que adaptarnos “a la fuerza” a las nuevas circunstancias que prácticamente nadie podría haber previsto a mediados del 2019.
A continuación, me referiré a algunos de estos puntos a los que podemos sacarles el máximo provecho en el entorno post – pandemia:
Transformación del entorno laboral
Gran cantidad de roles y puestos profesionales, técnicos y hasta operativos han demostrado que no dependen de la presencialidad absoluta y el cumplimiento de horarios rígidos para poder ser productivos y cumplir con los objetivos de su posición. Más bien, hoy el sitio de trabajo es una red de espacios físicos y virtuales que incluyen la casa, las oficinas, espacios de coworking, y una lista casi infinita de lugares desde los que podemos ser productivos, siempre y cuando se cuente con la tecnología y recursos apropiados.
Para las organizaciones y los colaboradores, esto ha generado ahorros significativos en cuanto a alquileres, mantenimiento, servicios públicos, transporte, etc.
Estas “ganancias secundarias” no deberían desestimarse, precipitándonos de nuevo a regresar a la “vieja normalidad” de presencialidad absoluta y horarios rígidos.
La mayoría de colaboradores aprecian el respeto por esta nueva dinámica de trabajo y la flexibilidad que deben tener las organizaciones para apoyar estos nuevos modelos.
De allí la importancia de crear un nuevo código que promueva buenas prácticas de convivencia y productividad en ambientes flexibles.
LEA MÁS: Regreso a la oficina: Un reto para incentivar desde la motivación
Competencias blandas y características mejor valoradas:
Factores como la confianza, delegación, autogestión y compromiso han adquirido una relevancia nunca antes vista como base en las relaciones laborales entre líderes, colaboradores y compañeros de equipo. Las organizaciones deben ser capaces de potenciar estas habilidades, en lugar de extinguirlas asumiendo nuevamente relaciones de control y monitoreo constante.
Es bien sabido que contratar colaboradores con alto potencial y luego someterlos a estructuras poco flexibles, con mínima posibilidad para la creatividad e innovación, y menos para la toma de decisiones, sólo puede terminar de dos formas: perdiendo talento valioso o transformándolo en simples “seguidores de instrucciones”.
Conciencia ambiental, solidaridad y cuido interpersonal
Hoy más que nunca hemos palpado el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. La reducción de movilidad vehicular, de procesos productivos y similares nos permitió ser testigos directos del “agradecimiento” de la naturaleza ante la disminución de nuestras constantes agresiones.
De igual forma, al menos en un amplio porcentaje de la población, valores como la empatía y solidaridad se hicieron presentes en momentos donde muchas personas se vieron drásticamente afectadas en el plano económico, laboral y social. Pérdida inesperada de seres queridos o de su estabilidad laboral, despertaron fuertes sentimientos y acciones para ser solidarios y no simplemente volver la cara ante estas situaciones. Estos factores deberían integrarse y llegar a formar parte de una nueva cultura organizacional, con mayor enfoque hacia la prosperidad compartida y la disminución de la desigualdad social.
Y en el plano meramente personal, las prácticas estrictas de higiene y protección ante agentes contaminantes externos que generan todo tipo de enfermedades de fácil transmisión son una ganancia que no debemos descuidar.
Disrupción en los modelos de negocio
Hemos desarrollado distintas formas de satisfacer las necesidades de nuestros clientes de manera creativa, haciendo uso de recursos que ya teníamos a mano pero que no aprovechábamos de la mejor forma, o utilizando y aprendiendo el funcionamiento de nuevas tecnologías.
La curva de aprendizaje de herramientas virtuales ha sido exponencial en los últimos meses, tanto para facilitar la comunicación a todo nivel, como para la continuidad de los negocios de manera remota.
Hasta los más renuentes al uso de la tecnología se han visto en la necesidad de utilizarla en múltiples esferas de la vida.
Estos cambios sólo demuestran la necesidad de una verdadera digitalización de procesos, la cual aún está en ciernes en la mayoría de nuestras empresas.
Atracción del mejor talento
Muchos colaboradores han destacado en su capacidad adaptativa para las nuevas demandas del entorno. Obviamente, la reactivación económica está desatando una verdadera guerra por el mejor talento, especialmente en algunos giros de negocio.
En distintos foros se ha discutido sobre las prioridades de las nuevas generaciones, y se ha evidenciado que muchos están dispuestos a generar menos recursos económicos si tienen la oportunidad de trabajar en una empresa que comparte sus valores y prioridades. Los colaboradores quieren vivir experiencias retadoras y reconfortantes, sentirse importantes y valorados por sus líderes en la compañía, y sobre todo, quieren ser piezas clave en la construcción de un proyecto que aporte valor a la sociedad.
Para concluir, la franqueza y transparencia con la que hemos tenido que abordar los problemas acarreados por la pandemia, es un valor que deberíamos fortalecer también en los mejores tiempos. La crisis nos ha ofrecido la oportunidad de compartir mucha información que antes era vedada para los colaboradores, y ellos valoran mucho el sentirse parte de la solución. El haber estado dispuestos a perder un poco para que otros no lo perdieran todo, generó un gran compromiso. Es hora de compartir de igual manera el éxito de mejores tiempos y seguir construyendo así un entorno empresarial mucho más humanizado.