Hace poco más de 30 años Marcelo Levendiker, un joven empresario, me pidió una cita en Banco Interfin y mi sorpresa fue que no vino a hablar de financiamiento para su empresa, sino que empezó diciéndome una frase que aún recuerdo: “en este país no hay nada que leer sobre economía o sobre el mundo empresarial.”
Tenía toda la razón pues con excepción de algunas páginas en La Nación, el tema económico y empresarial tenía poca cobertura en la prensa nacional. Confieso que me gustó el tema y tenía razón Marcelo. Le pedí a Marcelo que fuera a hablar con el Maestro a ver qué opinaba y su primera pregunta fue: ¿quién es el Maestro? Para los economistas de la época era claro a quién me refería: Don Eduardo Lizano.
A don Eduardo también le gustó la idea e hicimos una serie de reuniones primero en mi casa donde cuajó la idea de un semanario. Esa es la razón por la que en un acto de celebración del 30 aniversario de El Financiero inicié mis palabras indicando que este semanario se creó en mi casa.
Era obvio que ninguno de nosotros sabía absolutamente nada sobre lo que significaba crear un medio de información y menos uno especializado por lo que nos abocamos a hablar con medios que hacían algunas publicaciones, pero en todos tocamos con tapia pues creían que era muy caro publicar un semanario, porque no habían suficientes temas para que fuera semanal o porque estaban muy cómodos siguiendo con sus publicaciones. La puerta grande que faltaba por tocar era la de La Nación por lo que don Eduardo Lizano se encargó de ir a visitar a Don Rodolfo Jiménez para proponerle la idea del semanario como una publicación en que La Nación fuera socio y nos ayudara a echar a andar este nuevo medio en que por primera vez estaría en minoría como accionista. Se habían incorporado como accionistas Carlos Lachner, Thelmo Vargas, Walter Kissling Gam, Francisco de Paula Gutiérrez y Oscar Luis Chaves.
No fue fácil el inicio, aún con la ayuda del Grupo de La Nación, encontrar quien dirigiera un medio especializado en un país que la mayoría de los periodistas eran generalistas o más interesados en temas políticos o deportivos. La primera directora fue María Elena Carvajal a quien le tocó buscar periodistas que quisieran especializarse en estos temas de la economía, finanzas y empresas.
Después de mucho esfuerzo y planificación, la primera edición salió a la luz pública el 13 de marzo de 1995. El primer editorial marcaba el derrotero para este nuevo e innovador medio de comunicación. El país enfrentaba entonces un gran cambio en el paradigma de desarrollo de la economía nacional y mundial. Más apertura a los flujos comerciales y financieros internacionales y el editorial apoyó la inserción del país en ese nuevo modelo de desarrollo. Prevenía también el editorial, casi en forma profética, tres temas importantes:
1. Sobre el desencanto en el sistema democrático tradicional por lo que urgía cambios para acrecentar la participación ciudadana y mejorarla eficiencia de las instituciones públicas y la subsidiariedad del Estado para que este no haga lo que le corresponde hacer al sector privado.
2) En lo social temas de crecimiento de la población, la urbanización acelerada, la distribución del ingreso requerían y siguen requiriendo atención y
3) en lo moral la desintegración familiar, la falta de respeto por lo ajeno y la corrupción llevan a una crisis de valores y mutaciones culturales profundas.
Ante esos profundos cambios, sigue indicando el editorial, el propósito básico de El Financiero es “contribuir al proceso de cambio desde varios puntos de vista y principios… En el campo ético las libertades individuales, la responsabilidad y el respeto por los demás; en el político la democracia y participación; en lo social la movilidad social, la igualdad y la solidaridad y en lo económico la innovación y la competencia.”
Ante los nuevos paradigmas y peligros a que el país se enfrenta actualmente, esos principios siguen siendo hoy tan válidos, y tal vez más, de lo que fueron hace 30 años.
A los que fundamos este medio de información y que por razones diversas vendimos nuestra participación a La Nación a través de los años, nos queda la satisfacción de que lo que nos propusimos sigue estando vigente: un medio especializado, ágil para un grupo de lectores interesados en temas económicos y del mundo de los negocios. Después de 30 años, como lo indica el primer editorial: “nuestros lectores y anunciantes dirán la última palabra.” La han dicho y por eso este aniversario debe ser motivo de festejo.
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El autor es economista, exvicepresidente de la República y cofundador de El Financiero.