Nos encontramos oficialmente en la Era de la inteligencia artificial (IA), un nuevo periodo histórico que ofrece prosperidad y progreso para la humanidad. Sin embargo, la otra cara de la IA presenta riesgos que amenazan la democracia, los derechos humanos y el futuro de la sociedad.
Si bien hay consenso mundial sobre la necesidad de regular la IA, diseñar esa regulación requiere rigor y prudencia. Para comenzar a enfrentar el desafío, Costa Rica debe implementar una gobernanza de la IA centrada en su uso ético y responsable, y una regulación basada en evidencia.
Si bien la IA ha sido parte de nuestra cotidianidad durante años, la reciente irrupción de la “IA Generativa”, a través de aplicaciones como ChatGPT, representa un hito en la evolución de esta tecnología. El poder de la IA se encuentra ahora al alcance de cualquier persona, lo que implica que su adopción será masiva e ineludible.
En ese escenario de adopción generalizada, un uso negligente e irresponsable de la IA podría tener consecuencias graves. Las amenazas a la democracia, la exacerbación de desigualdades preexistentes, el desplazamiento de millones de personas de sus empleos y el peligro de una “superinteligencia” que pueda controlar a la humanidad son problemas que no podemos ignorar.
Algunos de los riesgos son ya una realidad. Actores maliciosos están aprovechando el fácil acceso a herramientas de IA para generar y distribuir masivamente contenido falso, suplantaciones de identidad (deepfakes), ciberataques y estafas. La exactitud con que estos sistemas simulan rasgos, comportamientos y hasta la apariencia humana están nublando la frontera entre la ficción y la realidad.
Las inquietudes no terminan ahí. La IA también puede agravar la discriminación y sesgos hacia algunas minorías, especialmente cuando es entrenada con datos poco representativos de la población. Por otra parte, la recopilación masiva de datos personales y de contenido protegido por propiedad intelectual para entrenar modelos de IA, sin previo consentimiento, está causando preocupación y rechazo.
Gobernar el uso de la IA es un desafío monumental que ha captado atención global. Si bien existe consenso sobre los riesgos, no lo hay en cuanto a cómo mitigarlos. A nivel internacional se han propuesto recomendaciones éticas como las de OCDE y UNESCO, propuestas de ley como la de la Unión Europea, e inclusive se propone la creación de una autoridad mundial que regule el uso de la IA. Esta es una discusión global viva en la que Costa Rica y la región deben participar.
Hay obstáculos adicionales a la regulación. El modelo habitual de legislar, lento y rígido, está agotado frente a tecnologías disruptivas de impacto transversal como la IA, que requieren un enfoque más adaptable y dinámico. Además, en Costa Rica el reto es aún mayor debido a la brecha digital, una institucionalidad frágil, recursos limitados y una fuerza laboral descalificada.
Esta realidad nos obliga a dos cosas. La primera es abogar por mayor inclusión del sur global y países de Latinoamérica en los foros internacionales de discusión sobre la gobernanza de la IA. Este es un tema de interés mundial y lo que se pacte en esos foros tendrá impacto en Costa Rica y la región.
La segunda acción, más a corto plazo, es instaurar una gobernanza propia de la IA, consecuente con el contexto local, y enfocada en el uso ético y responsable de la IA. Esa gobernanza estaría compuesta de los siguientes elementos:
1. Una Política Nacional de IA centrada en construir las condiciones habilitantes para un desarrollo responsable de la IA. Esto pasa por infraestructura tecnológica, capacitación, educación digital, institucionalidad, incentivos a la innovación y la inversión extranjera, entre otros.
2. Principios éticos y procesos inclusivos de inteligencia colectiva: La sociedad costarricense debe definir los principios y valores que regirán las políticas y el uso de IA en el país, partiendo de las recomendaciones UNESCO de 2021. Para que la definición de esos principios sea inclusiva, deben implementarse procesos de inteligencia colectiva que recaben directamente de la población y a través de medios digitales, sus preocupaciones, expectativas, y opiniones sobre los usos permisibles y los riesgos aceptables de la IA.
3. Adopción de estándares y certificaciones internacionales de gestión de riesgos: Los estándares son normas técnicas no vinculantes que permiten a las empresas desarrolladoras y a las usuarias de estos sistemas, identificar y mitigar los riesgos de los sistemas de IA de forma uniforme. Existen estándares internacionales que el país puede promover para que las empresas se certifiquen en el uso responsable de IA.
4. Modelos experimentales de regulación: Estos modelos recopilan evidencia sobre el impacto real de la tecnología en la sociedad y las personas, para luego construir regulaciones informadas. El país debe instaurar un “arenero regulatorio” (Sandbox) de IA, es decir, un espacio controlado en el que innovadores y empresas prueban sus aplicaciones en el mercado bajo la guía y anuencia de un supervisor, para identificar así los riesgos, al tiempo que se fomenta la innovación.
5. Fortalecimiento de los reguladores sectoriales existentes y ejecución de leyes vigentes:
La IA es una tecnología transversal que toca todos los ámbitos de la economía y la sociedad. Por lo tanto, antes de pensar en crear nuevos organismos reguladores, las instituciones existentes deben ser fortalecidas y aplicar las normas vigentes en su ámbito de competencia, por ejemplo, en protección del consumidor o protección de datos personales.
En definitiva, la IA es una fuerza transformadora que ofrece oportunidades sin precedentes, pero también plantea riesgos significativos. Nuestra tarea colectiva es garantizar que la inteligencia artificial mejore la calidad de vida de los costarricenses, de manera que las ganancias provenientes de su adopción masiva se distribuyan a todos los sectores de la sociedad. Una gobernanza como la aquí propuesta podría ser un primer paso hacia ese objetivo.
El autor es director de derecho digital de la firma ECIJA Legal y miembro del Comité Experto de la Estrategia de IA de Costa Rica. Este artículo ha sido escrito por el autor sin apoyo de herramientas de inteligencia artificial.