El hecho de que China concentre un 40% del consumo de productos de lujo del mundo, hace aún más sombrío el panorama de ventas pues el cierre de fronteras y la puesta en cuarentena de ciudades enteras hace que el tráfico de compradores haya bajado considerablemente.
La presentación de las colecciones primavera-verano de las distintas entregas de la Semana de la Moda del 2019, tuvo un panorama muy distinto a las entregas otoño-invierno del 2020.
Las mangas abullonadas y estampados de lunares que marcaron tendencia entonces, cedieron el paso a la presencia de mascarillas, saludos con un apretón en el antebrazo, mercadería en cuarentena, desfiles en teatros vacíos y reverencias finales por videoconferencia.
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Todos conocemos la razón: COVID-19.
Desde el primer brote en Wuhan, el virus se ha expandido de manera rápida por varios países y causado pérdidas millonarias en distintas industrias, incluyendo la de la moda.
Son ampliamente conocidas las ventajas que presenta hacer negocios en China: desarrollo tecnológico rápido, procesos de producción altamente automatizados, eficientes e industrializados que permiten producir a gran escala y a bajo costo, oferta de mano de obra asequible, etc. Todo ello ha llevado a que sea el país número uno del mundo en la producción de prendas de vestir.
Como consecuencia lógica y necesaria, las grandes empresas de moda han trasladado su centro principal de manufactura y producción a esa nación, lo cual implica que el cierre de fábricas y fronteras, por igual, cause una importantísima disrupción en las cadenas de abastecimiento de las empresas de moda alrededor del mundo.
El impacto del virus se puede ver en muchos casos. Nombramos los más relevantes:
El cambio de la dinámica de los Fashion Week. Se trata de un evento que tiene lugar dos veces al año (para las colecciones primavera-verano y otoño-invierno) en los centros de la moda más importantes: París, Nueva York, Londres, Milán y Shanghái. Su propósito es que los diseñadores presenten sus diseños a la prensa y a futuros compradores. La exposición es vital para determinar el éxito de una colección y la determinación de las tendencias de temporada. Sin embargo, la última Semana de la Moda se ha visto profundamente afectada por la emergencia sanitaria.
En Nueva York, por ejemplo, diseñadores asiáticos no pudieron acudir a los desfiles por restricciones migratorias para prevenir el contagio. El acostumbrado cierre del desfile de la diseñadora Lena Luo de Luooif Studio se hizo con la ayuda de una computadora e Internet. Asimismo, las colecciones procedentes de China sufrieron importantes retrasos, pues se estancaron varios días en aduanas, esperando el permiso para ser despachadas a las sedes de los desfiles.
En Milán Giorgio Armani hizo su desfile en un teatro vacío para evitar aglomeraciones. En París, muchos desfiles fueron cancelados o se restringió la presentación de las colecciones a un grupo selecto de invitados y potenciales compradores a los Show Rooms.
Tal vez el golpe más importante lo recibió la Semana de la Moda en Shanghái, que fue cancelada.
$50.000 millones
El cierre de fábricas en el epicentro del brote del virus, así como en otras regiones de China, ha causado que la producción se torne lenta y complicada. Los insumos no llegan con la misma velocidad, lo que no solo está atrasando la producción de las prendas de verano, sino que también impactará la producción de las prendas de invierno, cuyas tendencias se presentan actualmente. También hay afectación importante a las marcas de fast fashion.
Hace algunas semanas se decía que las empresas que habían concentrado su producción en China iban a ser las más afectadas. Sin embargo, el reciente brote en Italia y la posible afectación al resto de Europa, puede que nivele la situación para las marcas que se consideraban en una posición ventajosa.
En este contexto, el derecho contractual también entrará en escena. Ahora más que nunca puede que se invoquen las cláusulas de caso fortuito y fuerza mayor, debiendo entonces determinarse el nivel de gravedad o relación directa entre la condición específica de imposibilidad para el cumplimiento y el incumplimiento. ¿Era necesaria la medida preventiva de cierre de la fábrica? ¿Se encontraba realmente en riesgo? ¿Había formas de mitigar ese posible daño? Todo dependerá de las cadenas de producción que entren en juego en el caso específico, así como las condiciones contractuales que regulen la relación.
El golpe económico a la industria ya está cuantificado: la ONU lo estima en $1.500 millones para la industria textil y la de confección, en tanto que el golpe a nivel global se estima en $50.000 millones.
Se cree que las casas de moda tradicionales podrán recuperarse a esta crisis. No obstante, preocupan los diseñadores noveles que han invertido muchísimo dinero en la producción de su colección para la presentación en el Fashion Week; quizá no podrán recuperarse si la situación sanitaria no mejora.
Esto ha llevado a preguntarse si no será más práctico realizar Show Rooms y desfiles digitales. Para un evento anual que ha probado ser caro y altamente contaminante, como la Semana de la Moda, la tecnología puede ser una buena opción.
Así lo considera François-Henri Pinault, director ejecutivo del conglomerado de moda de lujo Kering, que agrupa a Gucci, Saint Laurent y Balenciaga. Realidad aumentada, prendas digitales y accesorios 3D pueden ver en esta crisis su verdadero llamado a escena. La digitalización de las marcas y las prendas parece estar más cerca que nunca, lo cual llevaría a la propiedad intelectual a tener un papel preponderante en esta nueva era.
El cierre de las tiendas para mitigar el riesgo de contagio, sumado a un lento tráfico a pie también ha contribuido a la caída de las ventas. Las opciones que se erigen como preferidas siguen siendo las ventas en línea para maximizar ganancias. Nuevamente se pone de manifiesto cómo el e-commerce debe ser siempre una opción para las empresas que se dedican a la venta y distribución de prendas de vestir.
Este panorama mundial tendrá repercusiones importantísimas no solo a nivel privado, sino también en el ámbito de políticas país con alcance de derecho internacional, con la entrada en discusión de tratados de libre comercio, convenios de cooperación y otros, que tendrán que evaluarse a partir de la ponderación de las cifras rojas que resulten de esta crisis.