El endeudamiento es un reto mayúsculo. El manejo de las necesidades de capital tiene efectos directos en la capacidad de inversión de una economía. Las fuentes de financiamiento para solventar este asunto principalmente se reducen a dos: la vía impositiva y la de la deuda.
En nuestro país existe un grave problema para financiarnos a través de los impuestos. Actualmente, la disposición tácita al pago se ve descalificada por la deslegitimación de la función pública; su sola discusión en la Asamblea Legislativa se torna álgida y en tres períodos ha tenido poco, casi nulo, éxito.
Además, la vía fiscal tiene otro problema: distorsiona la estructura de relativa de precios, el endeudamiento y si se sobrepuja más allá de la capacidad normal de la economía puede traer problemas de equidad intergeneracional y transferencia de recursos que socavan el crecimiento en el largo plazo.
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El recurrir al endeudamiento se vuelve casi inevitable y en lo que respecta a la relación entre la deuda externa y el crecimiento económico, un nivel razonable de endeudamiento (así lo demuestra la evidencia empírica) puede causar una mejora en el crecimiento y en la productividad a través de la acumulación de capital (si y solo si se utiliza para la reinversión en actividades productivas).
Además está demostrado cómo el flujo de capital trae efectos positivos en el ahorro doméstico, inversión y crecimiento, lo que implica que ahorros externos complementados con ahorros domésticos generan de hecho una dinamización de la demanda de inversiones.
El problema surge en esquemas con altos niveles de deuda acumulada, pues causan un efecto adverso para el crecimiento en el largo plazo, lo que se conoce como debt overhang.
Krugman observa que si se alcanza un estado en el que el ciclo de deuda obliga a poner en solfa la habilidad de repago es de esperar efectos depresivos en la inversión doméstica y la externa; un argumento similar sostienen Saschs, al estudiar los efectos del crecimiento económico durante los noventas, y Karagol al analizar el caso empírico de Turquía en el 2002.
Otro efecto negativo es el crowding out, que ocurre por razones aparentemente obvias: si se usa mucho capital externo para pagos domésticos poco quedará para la inversión y el crecimiento; esto repelerá además la voluntad de aprobar gasto público.
Al estudiar la evidencia empírica de Pakistán en el año 2011 usando el modelo de R. T. Cunningham para el análisis de países con altos grados de endeudamiento, Naeem Akram concluye que estas coyunturas tienden a impactar el PIB per cápita en el corto plazo por lo que la dependencia sostenida en el endeudamiento debe desincentivarse.
Receta conocida
La receta frente a lo anterior es bien sabida: no usar deuda para financiar el gasto corriente y aplicar un estímulo por el lado del ingreso.
A pesar de lo anterior, mi preocupación más profunda no radica en el juego crecimiento-endeudamiento sino en los alcances de dicha coyuntura frente a una economía en envejecimiento progresivo y sus implicaciones para la seguridad social.
Tetsuo Ono, de la Universidad de Osaka, aplicó un modelo de traslape generacional para analizar los efectos de la deuda en la seguridad social en una sociedad que envejece, haciendo uso de la información empírica de Japón entre la década de 1990 y la del 2000.
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En ese entonces, algunas de las características principales de la sociedad japonesa era el envejecimiento poblacional y el déficit del gobierno central, con la salvedad de que el esquema de pensiones japonés es uno del tipo “pague al salir”, las implicaciones del sostenimiento de la deuda en la seguridad social van desde una inequidad en el pago intergeneracional que recae sobre los miembros más jóvenes (subsidio intergeneracional) hasta efectos negativos en el presupuesto, dado el ligamen de la inversión de las pensiones con las cuentas del Estado.
Los resultados indican que es dinámicamente ineficiente el tratar de sostener artificialmente el equilibrio financiero del país en el tanto el sistema de seguridad social sea mediatamente financiado con deuda y que, al mismo tiempo, los efectos sobre las pensiones dependen fuertemente del mencionado equilibrio. Una situación tipo dominó.
Las recomendaciones de reforma de política pública no son ciencia de cohetes. Se debe optimizar la eficiencia del gobierno central para el sostenimiento del equilibrio necesario mediante la adquisición de bonos (por ejemplo). La cautela frente a un inminente escenario de reformas es siempre el mejor consejo.