En un reportaje que publicamos en esta edición de El Financiero, encontramos diferencias importantes de la conducción de la política cambiaria del Banco Central de Costa Rica (BCCR) bajo el liderazgo del actual presidente ejecutivo, Rodrigo Cubero, y de su antecesor, Olivier Castro.
Bajo la presidencia de Rodrigo Cubero, esta institución ha permitido una mayor volatilidad del tipo de cambio.
Así lo anunció Cubero al iniciar su gestión y así lo hemos observado en los resultados del mercado cambiario, en especial a finales del 2018. En otras palabras, el Central le ha perdido, al menos parcialmente, el miedo a la flotación cambiaria.
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Además de la intencionalidad de la política cambiaria del actual jerarca del Banco, se debe tomar en cuenta que precisamente en el segundo semestre del año pasado tuvimos un escenario externo de aumento de las tasas de interés y un escenario interno de mayor incertidumbre en cuanto a la política fiscal que implicaron mayor presión hacia la devaluación del colón frente al dólar.
Nos parece correcta una política cambiaria de mayor volatilidad del tipo de cambio, de acuerdo con las condiciones del mercado por dos razones.
Primera, permite que la política monetaria pueda concentrarse en el control de la inflación.
Segunda, la volatilidad cambiaria hace que las empresas, las personas y las entidades financieras tengan mayor claridad de los riesgos cambiarios en sus operaciones de depósitos y créditos.
Mayor transparencia
El BCCR había caído en una contradicción en tiempos de Olivier Castro. Por un lado, se quejaba de la dolarización de las carteras de crédito en el sistema financiero pero, por otro lado, propiciaba una estabilidad cambiaria que conducía a dicha dolarización.
Nos parece que esa contradicción se ha reducido en los últimos meses y confiamos en que el proceder actual no sea flor de un día.
En este contexto, en las próximas semanas el Banco Central debería plantearse tres temas claves en su política cambiaria. Veamos de cuáles se trata.
Primero, las reglas de intervención en el mercado deberían ser más claras y de conocimiento de absolutamente todos los participantes en el mercado.
El Fondo Monetario Internacional ha mencionado este tema en uno de sus informes y ha planteado la necesidad de hacer más explícitas las reglas de intervención del Central en el mercado cambiario.
Muy bien, pero...
Segundo, las operaciones cambiarias del sector público son administradas por el Banco Central de Costa Rica de acuerdo con la ley. Esto puede implicar grandes intervenciones de compras o ventas de divisas por parte del ente emisor.
En este sentido, nos parece que sería importante al menos plantearse el tema de conducir estas operaciones debidamente programadas al mercado cambiario por medio de algún sistema de subasta procurando que se muestre la escasez o abundancia de divisas en el tipo de cambio.
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Tercero, el Ministerio de Hacienda ha propuesto solventar parte de sus necesidades de financiamiento por medio de la colocación de bonos en el exterior y la contratación de empréstitos con entidades multilaterales. Si estos planes se materializan con la aprobación legislativa, definitivamente habría un impacto sobre el tipo de cambio o sobre la acumulación de reservas internacionales en el Banco Central.
Por esta razón es importante que dentro de la discusión del financiamiento del Gobierno Central en el exterior, el BCCR defina cuál sería su política, porque en este caso podrían existir movimientos en el tipo de cambio ocasionados más por las decisiones del Gobierno que por las condiciones del mercado.
En conclusión, nos parece correcto que el Banco Central de Costa Rica le pierda el miedo a la flotación cambiaria. Sin embargo, esta institución todavía tiene tareas pendientes para mejorar su política cambiaria.