En materia de conocimiento, progreso y desarrollo, la humanidad estará siempre en deuda con el físico, matemático, filósofo y teólogo inglés Isaac Newton (1643-1727), quien es considerado uno de los más grandes genios de la historia gracias a un importante y riguroso legado que rasgó aún más las cortinas del misterio, el dogma y el oscurantismo —como también lo habían hecho en su momento Galileo y Kepler—, y permitió un mayor acceso de la luz de la comprensión intelectual y la curiosidad científica.
Gracias a la relación sistemática y profunda que ese científico cultivó con la duda, el cuestionamiento, la controversia, la autocrítica, la observación atenta, la perseverancia, el estudio y una actitud regida más por interrogantes y desafíos que por “verdades absolutas u oficiales”, el mundo conoció y ha aprovechado la ley de la gravitación universal (el movimiento de los astros) y los fundamentos de la mecánica clásica que plasmó en su obra Philosophiae naturalis principia mathematica, publicada por primera vez en 1687.
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Fue el primer ser humano en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en nuestro planeta son las mismas que rigen el movimiento de los cuerpos celestes.
De esa mente inquieta y privilegiada, en la que también había espacio para la alquimia, heredamos información relevante sobre la luz, la óptica, el cálculo infinitesimal, la velocidad del sonido y el origen de las estrellas.
En resumidas cuentas, un apasionado de la investigación que poseía la poco frecuente capacidad de la perspectiva: ver mucho más allá del entorno, la realidad inmediata. El arte del panorama amplio y lejano.
Sin embargo, no es a ese Newton a quien se refiere el título de este editorial, sino a un diputado de la actual Asamblea Legislativa de Costa Rica: el señor Eduardo Newton Cruickshank Smith, de la fracción del Partido Restauración Nacional, quien promueve —desde el pasado 20 de marzo— un proyecto de ley controvertido. Se trata de una reforma al Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP), que le permitiría a los trabajadores retirar la totalidad del dinero de la pensión complementaria, en un solo desembolso, hasta febrero del 2023; esto de acuerdo con la tercera versión de esta iniciativa que se tramita en la Comisión de Hacendarios.
Un proyecto populista
La propuesta inicial pretendía que se abriera por completo la posibilidad de que cualquier jubilado pudiera retirar el dinero acumulado por años en el ROP, algo así como una especie de ahorro acumulativo a la vista, según informamos en nuestra edición anterior bajo el título “Retiro total del ROP: una brasa en el debate legislativo”. El segundo texto limitaba la opción del retiro total de los fondos para quienes se pensionen hasta el 31 de diciembre del 2035.
Sea como sea, en opinión de este periódico estamos ante un proyecto temerario, irresponsable, populista y corto de miras pues en el desafortunado caso de que sea aprobado y se convierta finalmente en la nueva ley de Newton no solo debilitará el sistema de pensiones (ya de por sí un talón de Aquiles de la seguridad social costarricense), sino que dejaría desprotegidos durante los últimos y críticos años de vida a los adultos mayores que dilapiden —en lugar de invertir— los dineros del ROP.
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Por supuesto que en tiempos de desaceleración económica y alto desempleo resulta tentadora la posibilidad de disponer de una significativa cantidad de efectivo para atender alguna contingencia actual o satisfacer un gusto; el problema es que ya no se contaría con esos recursos en el futuro, especialmente en un país en el que las expectativas de vida son cada vez más altas. Sería, a modo de ejemplo, como sacrificar los costosos medicamentos y tratamientos que se necesitarán mañana por pintar la casa o estrenar muebles hoy.
Resulta preocupante, en este contexto, el silencio de algunos diputados en torno a la propuesta impulsada por el legislador Cruickshank Smith, así como las declaraciones ambiguas o evasivas que dan otros parlamentarios. ¿Por qué no se pronuncian con meridiana claridad? ¿Cálculo político? (no sería nada nuevo). ¿Incomprensión de lo que está en juego? (no sorprendería en el Congreso actual). ¿Carencia de argumentos sólidos? (no sería de extrañar). ¿Fobia a las críticas y cuestionamientos? (no le luce a los políticos). ¿Falta de transparencia? (no jueguen, por favor, a las sorpresas de última hora).
Nos encontramos, sin duda alguna, ante una crítica hora de decisión en la que la Costa Rica del presente reclama diputados con visión de futuro, no con mentalidad de retroceso; legisladores capaces de ver mucho más allá del entorno y la realidad inmediata; parlamentarios que honren el arte del panorama amplio y lejano, no la vocación del cortoplacismo.
Requerimos una nueva ley de Newton que nos conduzca por la ruta del conocimiento, el progreso y el desarrollo, no que nos deje en deuda con el mañana.