En esta edición presentamos a nuestros lectores un reportaje sobre la evolución del crédito del sistema financiero en lo que va del año. La información aportada nos dice que hay un estancamiento global de la actividad crediticia durante el primer trimestre del 2019: el crecimiento del saldo de crédito en colones se mantiene desacelerado y el saldo crediticio otorgado en dólares se reduce en términos absolutos.
Este comportamiento del crédito forma parte de las señales de desaceleración de la actividad económica del país. El Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) ha mostrado en los últimos meses una clara tendencia a la desaceleración.
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Los resultados de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del primer trimestre de este año revelan un aumento del desempleo con respecto a igual período del año pasado. El número de personas empleadas aumentó en este período. Sin embargo, los nuevos empleos (tiempos parciales y condiciones informales) parecen obedecer más a las estrategias de los hogares para enfrentar las dificultades económicas que al vigor de la demanda de puestos de trabajo por parte del sector productivo.
La ECE también muestra una reducción del ingreso promedio de los trabajadores, lo cual se traduce en menores niveles de consumo que, a su vez, desacelera aún más la economía.
Con este panorama de desaceleración económica no resulta extraño que las empresas y las personas se muestren más cautelosas en la demanda de crédito ya sea para actividades productivas, para compra de vivienda o para el consumo.
Los avances del año pasado en la resolución del problema fiscal deberían contribuir durante 2019 a reducir los riesgos macroeconómicos y reactivar las decisiones de inversión productiva y de consumo. Sin embargo, la reducción del déficit fiscal no será inmediata y persisten dudas sobre el financiamiento de los nuevos déficits y el refinanciamiento de las amortizaciones en 2019 y en los años siguientes.
Emisiones de bonos
Las dificultades políticas en la Asamblea Legislativa para aprobar las emisiones de bonos del Ministerio de Hacienda en el exterior no contribuyen a reducir el riesgo en el panorama fiscal de mediano plazo. ¡Las fracciones legislativas piden medidas para reactivar la economía, pero se niegan a aprobar el financiamiento externo que sería una pieza fundamental en el corto plazo para la reactivación económica!
La Asamblea Legislativa debería avanzar en la aprobación de la emisión de bonos en el exterior con las cláusulas necesarias para garantizar el cumplimiento de los compromisos del Poder Ejecutivo en la reducción del déficit fiscal.
Así como la Asamblea Legislativa debería actuar en su ámbito de acción para apoyar la reactivación económica, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) debería plantearse la posibilidad de reducir los encajes en moneda nacional para promover una reducción de tasas de interés y contribuir de esta forma a la reactivación de la economía. Nos parece que esta opción no debe descartarse dado que la tasa de inflación está en los niveles inferiores del rango de la meta de inflación. Esto sería coherente con la política de metas de inflación anunciada por el Central.
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El BCCR y las autoridades de regulación del sistema financiero deberían poner atención a la reducción del saldo de crédito en dólares, porque en estas circunstancias es un factor adicional en la desaceleración económica.
Según la Superintendencia de Entidades Financieras esta contracción del crédito obedece a las medidas prudenciales para encarecer mediante mayores provisiones y requerimientos de capital el crédito en dólares a los deudores no generadores de dicha moneda. Puede ser que estas medidas hayan contribuido a reducir estos créditos. Sin embargo, nos parece que el mayor impacto se origina en la mayor volatilidad cambiaria ocurrida en los últimos meses del año pasado que hizo más evidente el riesgo cambiario de estas operaciones.
En materia de regulación prudencial el objetivo no debería estar dirigido a reducir o a eliminar un determinado segmento del crédito. Más bien el objetivo debe estar orientado a la adecuada administración del riesgo crediticio en todas sus facetas. Para esto las autoridades de supervisión deben asegurarse que los intermediarios financieros realizan un estricto análisis de la capacidad de pago de los deudores en condiciones de estrés macroeconómico. Esto implica, por ejemplo, preguntarse cuál es la capacidad de pago de los deudores ante aumentos de las tasas de interés y del tipo de cambio.
En conclusión, el estancamiento de la actividad crediticia en los primeros meses de 2019 es un síntoma más de la desaceleración de toda la economía. Muchas de las acciones para revertir esta situación están relacionadas con aspectos de largo plazo que no se comentan en este editorial. Pero en el corto plazo, algunas acciones pueden contribuir a la reactivación. Esperamos que la Asamblea Legislativa, el Banco Central y las autoridades reguladoras tomen las acciones correspondientes.