El cambio de gobierno ha significado también el paso de un estilo mesiánico a un estilo práctico. Con aires de redentor, el gobernante anterior, Luis Guillermo Solís, anunció —al inicio de su gestión—, un nuevo capítulo en la historia nacional.
La búsqueda de la grandeza lo llevó a afirmar que construiría una nueva democracia signada por el cambio y a definir su llegada al poder como representativa de un clamor que exigía un transformación profunda, vaticinando, como clarividente iluminado, que en su gestión se pasaría de la democracia formal a la democracia real.
Con pretensiones salvíficas dijo que había llegado la hora de acabar con la impunidad, la irresponsabilidad y la arbitrariedad. Lejos estaba de imaginar que su administración acabaría signada por el escándalo del “cementazo”.
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Al cumplirse los 100 días de su gobierno con espíritu de salvador, en vez de buscar acuerdos, denunció la corrupción de los gobiernos anteriores, la impunidad, el desorden, el despilfarro y la alcahuetería, presentó 14 denuncias y buscó persecuciones penales.
Ese discurso llevó al actual Presidente a afirmar que esa retórica se transformó en una barrera para el avance en mayores acercamientos con los opositores.
Luis Guillermo Solís quemó las naves desde temprano y se condenó al aislamiento político. Los profetas del apocalipsis casi siempre terminan siendo engullidos por sus propios vaticinios y condenados a la irrelevancia política.
¿Aparte de sus discursos floridos, cuál es la obra que dejó Solís?
Ruta esperanzadora
En contraste, más inclinado por los efectos de sus acciones el nuevo Gobernante ha iniciado una ruta esperanzadora que promete pasar por encima de las barreras que dejó el Mandatario anterior.
Su atención inmediata del problema fiscal y la decisión de no postergarlo más, constituye un signo alentador. La integración de un equipo profesional en el área económica contrasta con los amateurs que reclutó el gobierno de Solís.
En el plano político partidista el nuevo inquilino de Zapote ha desechado la verborrea mesiánica y ha emprendido reuniones con todas las fuerzas políticas, en búsqueda de construir mayorías que le permitan la aprobación de las reformas fiscales necesarias y superar el aislamiento de su minoría legislativa.
Igual realismo demuestra con el anuncio que elabora una propuesta sobre el tema del empleo público, idea que rechazó el anterior gobernante con el débil argumento que esta rendiría frutos dentro de dos décadas.
Las acciones de la ministra de Hacienda, anunciando medidas de contención del gasto, contrastan con las decisiones que postergaron durante dos años la propuesta de una reforma integral al problema fiscal. De nuevo acciones concretas y no retórica vacía.
La firmeza de Carlos Alvarado Quesada frente a los sindicatos es también de destacar; su claridad en señalar el espacio legislativo como el lugar adecuado para la discusión de la reforma fiscal, así como su clara negativa a retirar el proyecto de la corriente legislativa, lo alejan del populismo sindicalista y lo sitúan en observancia de la institucionalidad republicana.
La suspensión de directivos del Banco Popular por aprobar salarios excesivos es una buena señal de autoridad y de compromiso con la reducción del gasto público.
El Mandatario demuestra que no requiere de actos simbólicos estrambóticos, ni de disfraces, para mantener su legitimidad; pareciera bastarle con el pulso firme para ejercer la autoridad constitucional.
Más contrastes
En política exterior, la canciller Epsy Campbell ha iniciado con buenos pasos al reiterar nuestros valores democráticos, de profundo respeto y promoción de los derechos humanos, frente a las tristes situaciones de Venezuela y Nicaragua.
Surge de nuevo el contraste con la actuación del gobernante anterior, quien en setiembre del 2016 se retiró de la Asamblea General, frente al ingreso de la delegación brasileña de Michel Temer, acompañando a las delegaciones de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Hemos pasado del izquierdismo infantil en política internacional al centrismo democrático tradicional en nuestra política exterior.
La designación de un profesional reconocido de la seguridad en el ministerio respectivo, constituye un acierto de la actual Administración y los megaoperativos recientes son una clara indicación de que el nuevo Gobierno se toma en serio el tema de la seguridad, con acciones y no con declaraciones grandilocuentes.
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Sin embargo, estas intervenciones policiales deben ir acompañadas de las acciones que Alvarado Quesada anunció en campaña. La intervención policial es insuficiente para enfrentar el grave problema de la seguridad en las barriadas; se requiere implementar simultáneamente medidas de tipo cultural, económico y social, para no alejar más a estas comunidades del resto del país.
El compromiso de la Primera Dama, Claudia Dobles, con los proyectos de transporte y urbanismo constituye un signo positivo y marca un rumbo diferente con las tradicionales actividades caritativas de las esposas de los mandatarios.
Atrás queda el mesianismo y se abre una nueva ruta donde lo práctico prima sobre la retórica hueca.