Si el desarrollo se midiera únicamente por la tasa de crecimiento económico, no cabe duda que desde hace más de una década Panamá sería más exitosa que Costa Rica. En el último lustro, después de la crisis, mientras el PIB per cápita de nuestro país ha crecido en promedio 3,08% anual, el del vecino del sur lo ha hecho en 6,12%; prácticamente el doble.
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Sin embargo, hoy sabemos que aparte del crecimiento económico, el desempeño de las naciones también se mide por la eficiencia con que el crecimiento económico se convierte en progreso social y por la sostenibilidad social y ambiental de su modelo de desarrollo. Y en esto –aunque cada vez por menos– Costa Rica aún supera a Panamá. El Índice de Progreso Social de Costa Rica es de 80,12, posición 28 en el mundo (entre 133 naciones), mientras el de Panamá es de 73,02, en la posición 41.
Si de competitividad internacional se trata, interpretando esta medida como una predicción de la capacidad de crecer hacia el futuro, de acuerdo con el Índice de Competitividad Global, Panamá se encuentra en la posición 48 entre 144 naciones, mientras Costa Rica está en la 51. Hasta hace un lustro, la nación de los bosques superaba a la del Canal.
En términos de sostenibilidad, según el Índice de Desempeño Ambiental de la Universidad de Yale, EE. UU., nuestro país se clasifica en la casilla 42 entre 189 naciones, frente a la ubicación 51 del vecino.
El modelo de Costa Rica se ha basado en la inversión en su capital humano y la diversificación de las inversiones y exportaciones, mientras que el de Panamá se ha centrado en el desarrollo de su plataforma logística y de servicios.
Mientras Costa Rica invierte más de un 7% del PIB en educación, en Panamá la cifra no alcanza el 4%. Pero mientras Panamá ocupa la posición 40 entre 160 naciones en desempeño logístico, según el Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial, Costa Rica se encuentra en la posición 89.
Según el Foro Económico Mundial, nosotros ocupamos la posición 90 entre 144 naciones en el desarrollo del mercado financiero, mientras Panamá está en la 22.
El contraste entre las dos naciones es evidente, pero pese a sus diferencias, las dos comparten el hecho de ser los modelos de desarrollo más exitosos del istmo centroamericano.
Costa Rica basa su éxito en la capacidad de responder a las tendencias y cambios que le brinda contar con una fuerza laboral productiva y adaptable. Panamá sustenta el suyo en una estrategia basada en explotar su ubicación geográfica y la plataforma de servicios logísticos y financieros que ha desarrollado sobre ella.
No es difícil ver que estas dos economías se podrían complementar de manera interesante, cada una aprovechando las fortalezas de la otra para redondear sus ventajas competitivas frente al resto de América Central y Suramérica, el Caribe y los mercados globales.
Pero como suele ocurrir, la tendencia a nivel macro siempre es hacia magnificar las dificultades y diferencias en vez de enfocarse sobre las oportunidades. Los empresarios visionarios y las empresas exitosas de uno y otro país, hace tiempo cruzaron la frontera con su capital, bienes y servicios, y han estrechado lazos y forjado alianzas para ampliar su potencial y capacidades.
¿Será posible hacer lo mismo a nivel nacional? ¿Tendremos la suficiente madurez para enfocarnos sobre las oportunidades? ¿Habrá voluntad en Panamá para hacer lo mismo?
Difícil responder estas preguntas. De lo que no cabe duda es que hay mucho potencial que ciertamente vale la pena explorar.