El Foro Económico Mundial utiliza 104 variables en 12 componentes para definir cuán competitiva es una nación.
El Centro de Competitividad y Desarrollo Sostenible utiliza una marco de 6 pilares con un total de 22 variables para medir cuán productivo es el ambiente para las empresas e inversionistas en una nación.
El Banco Mundial utiliza un marco de 10 componentes con un total de 48 variables para evaluar el clima para emprendedores e inversionistas.
En todos ellos lo único que se puede afirmar con certeza respecto a Costa Rica es que nuestro desempeño agregado está estancado.
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Hay problemas comunes entre estos marcos, como son el rezago en infraestructura logística, especialmente en carreteras y la modernización del transporte colectivo; el alto costo de la energía productiva, pese al buen desempeño ambiental del sector; el alto costo de la burocracia estatal y sus excesos en términos de trámites y plazos de decisión en todos los niveles; el alto costo de la intermediación financiera, propiciado por un sector dominado por bancos estatales; el mal manejo y contaminación de los recursos hídricos, y los riesgos macroeconómicos no resueltos como son el enorme y creciente gasto público improductivo, la evasión de impuestos y el déficit fiscal que generan.
Hay algunos problemas menos recurrentes pero igualmente importantes como la creciente inseguridad jurídica, hasta recientemente una fortaleza del país, pero venida a menos con arbitrariedades en contratos de infraestructura, concesiones revocadas a empresas internacionales y repetidos fracasos en proyectos de alta visibilidad.
También es notable la creciente inseguridad ciudadana, representada por una creciente tasa de homicidios y la inseguridad en las carreteras.
Y ni qué decir de los recientes casos de corrupción y tráfico de influencias que han dejado grandes dudas sobre la ética en los tres poderes del Estado.
El Presidente que necesitamos
También preocupa la falta de una visión clara del futuro y de los retos y exigencias de cambio sobre nuestra educación básica, técnica y superior, sobre nuestra capacidad de innovación y sobre el ambiente tecnológico en general; retos que —con pocas excepciones— quedan sin respuesta o sin el sentido de que comprendemos que la naturaleza de la producción y el empleo van a cambiar radicalmente.
Grandes promesas como la carbono neutralidad, la lucha contra la corrupción y la casa de cristal que nos devolvería la confianza, han quedado en el olvido.
El comercio internacional y el turismo han crecido con vigor y nuestro país sigue siendo reconocido como un atractivo destino de inversiones y turistas; pero caídas recurrentes en la evaluación de las clasificadoras de riesgo y la creciente inseguridad no nos ayudarán en el futuro cercano.
El país necesita un Presidente visionario y fuerte, capaz de enfrentar grupos de interés intransigentes y ganar, capaz de crear ilusión por el futuro y de alinear los recursos, instituciones, inversiones y programas con la realidad del cambiante mundo.
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Necesitamos una Asamblea Legislativa enfocada en el proceso de desarrollo y no en la lucha sin cuartel por el poder y por desprestigiar y obstaculizar a sus contrincantes políticos.
Necesitamos recobrar la confianza unos en otros, fortalecer nuestro contrato social y consolidar nuestro posicionamiento internacional con más acuerdos comerciales, y el ingreso en la Alianza del Pacífico y a la OCDE.
Necesitamos una gran alianza público-privada por el bien común de todos los costarricenses que promueva activamente el progreso social, la productividad agregada y la sostenibilidad.
¿Será mucho pedir?
Si por la víspera se saca el día…