En El Financiero publicamos un artículo que intenta explicar la existencia de barreras psicológicas en el tipo de cambio, las cuales dificultan que el colón continúe depreciándose cada vez que se acerca a una centena. Así, cuando el precio de dólar rozó ¢700 hace unas semanas, la barrera psicológica de la centena provocó que se alcanzara un pico para posteriormente devolverse (apreciarse) tal y como ha venido ocurriendo.
El artículo identifica cinco momentos o “tormentas” en los últimos cinco años en los que han existido este tipo de barreras psicológicas, las cuales han provocado reversiones posteriores en el valor del dólar. Estas tormentas tienen como característica que son de corta duración (entre dos y tres semanas). Durante ese lapso, el tipo de cambio se deprecia alrededor de ¢15 en promedio y el Banco Central interviene vendiendo entre $100 y $330 millones. Pasada la tormenta, el tipo de cambio se devuelve cerca de ¢15 colones en muy poco tiempo, con la excepción de la última tormenta de finales de junio del presente año, en la que el tipo de cambio se ha devuelto más de ¢40.
En el pasado, el Banco Central ha manifestado que la política cambiaria se define en función de las metas macroeconómicas y que no tiene un valor específico para el dólar al cual apuntarle como objetivo. Sin embargo, de forma indirecta, esa barrera psicológica puede existir entre los participantes del mercado cambiario, por lo que, de forma indirecta, el Banco Central termina respondiendo a esos comportamientos con el fin de estabilizar el tipo de cambio.
En mercados de activos organizados, sean ellos monedas o acciones, está ampliamente documentada la existencia de barreras psicológicas, que no son más que los denominados niveles de resistencia y de soporte. En mercados al alza, existen indicadores técnicos, como el RSI (Relative strength index), que miden el agotamiento de los compradores de activos que se van quedando sin fuerza (o sin dinero) para continuar con su ímpetu por aumentar el valor de un activo. En este caso se dice que el mercado está sobrecomprado. De la misma forma, este indicador técnico muestra niveles de soporte que detienen la caída del valor del activo cuando el mercado está sobrevendido.
Por ejemplo, los corredores de bolsa experimentados conocen del uso de los ratios de Fibonacci para detectar los niveles de resistencia y soporte de las acciones en los mercados de valores. Si todos los participantes del mercado creen en esa secuencia de números y se comportan igual, el resultado es justamente la identificación de barreras psicológicas en el valor de activos financieros. Ello ayudaría a explicar por qué recientemente el euro no pudo descender por debajo de la paridad con relación al dólar estadounidense.
Además, el comportamiento humano tiende a llevar a las personas a comprar un activo cuando su precio está al alza (algo llamado en inglés Fear of Missing Out o FOMO) y a venderlo cuando el precio está a la baja (Pleasure of Missing Out o POMO). Igual puede estar ocurriendo en nuestro mercado local con el valor del dólar: la gente se desespera al ver subir el valor del dólar y trata de cambiar su riqueza financiera de colones a dólares. Luego se alcanza el nivel de resistencia pues la disponibilidad de colones y la riqueza financiera es limitada, y la moneda empieza a bajar, lo cual provoca que la gente se desespere de nuevo y empiece a vender los dólares para evitar una pérdida financiera. Este comportamiento, primero, tiende a crear sobrerreacciones al alza y a la baja en los mercados cambiarios, lo cual también está ampliamente documentado. Segundo, para un grupo importante de gente, estas operaciones las hace perder en el neto; o sea, su riqueza financiera hubiera sido superior si no hubieran cambiado de moneda dos o más veces en un lapso tan corto. De hecho, las instituciones financieras que compran y venden dólares resultan ganadores de esta volatilidad en el valor de la moneda pues aumenta el volumen de transacciones y así sus comisiones cambiarias.
Por supuesto, existe una cantidad de factores que afecta el valor y la tendencia del precio del dólar en nuestro país. Uno de los más importantes es la creación de expectativas sobre las cuales importa la credibilidad del Banco Central. El mensaje de la nueva administración del ente emisor ha sido claro y contundente en relación con la defensa de su meta de inflación, pues ha aumentado la tasa de interés de forma agresiva y reforzó su posición de reservas de dólares con el préstamo del FLAR; aparte del hecho casi consumado de que se autorizará una emisión de al menos $1.500 millones de bonos de deuda externa. Esto representa un cambio en comparación con la administración anterior, periodo en que se aplicó una política monetaria más laxa y que respondió a las necesidades del momento, claro está; con algunas consecuencias que hoy salen a flote, al igual que en otras naciones. En este sentido, las tasas de interés son “mágicas” porque basta con ajustarlas para que el capital sea repatriado, y la mayor disponibilidad de dólares presionan el tipo de cambio a la baja. ¿Hasta cuánto descenderá? Quizás hasta que alcance una nueva barrera o piso psicológico, cuya probabilidad de ocurrencia aumenta con el tiempo.