Esta pregunta me la hacen con frecuencia amigos ticos, pensando que soy un experto en el país, aunque llevo apenas un año y medio de vivir en Panamá. Pero intentemos resumir: el PIB global está compuesto por logística (18,6%), retail (17,4%), construcción (13,3%), servicios financieros (7,5%) y real estate (7,1%), según datos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
El Canal de Panamá genera aproximadamente $2.000 millones al año por concepto de peajes, para así aportar al Tesoro Nacional alrededor de $1.000 millones, lo que evidencia que no es el Canal el principal motor de la economía, sino todo el complejo logístico multimodal y los negocios relacionados: puertos, aeropuertos, productos y servicios complementarios. No en vano se hace llamar a sí mismo el “ Hub de las Américas”
El consumo es muy elevado. El panameño en general tiene pocos hábitos de ahorro; ama salir y disfrutar y, adicionalmente, la cantidad de expatriados altera el mercado, lo que explica la existencia de complejos comerciales enormes para la más alta variedad de gustos y precios: desde marcas exclusivas hasta ofertas inigualables.
Un día le dije a un amigo: “Mi primo diseñó el nuevo centro comercial” y su respuesta fue ¿cuál de todos? El sector construcción sigue al consumo y, con él, el mercado inmobiliario. La creación de edificios de apartamentos y oficinas es pujante, especialmente en la ciudad, y se nota a golpe de vista. Hablamos de países y economías emergentes, pero también las hay ciudades emergentes y Panamá es una de ellas.
El turismo lo es en realidad de compras y de negocios, en parte por la apertura financiera, como por la amplia oferta hotelera. Hay hoteles de cuatro o cinco estrellas que llegan a tener tarifas desde $65 la noche. Abundan los congresos internacionales y los eventos especiales.
Los desafíos
Ha habido una desaceleración de la economía en general: el crecimiento del PIB en el 2011 fue 10,8% y para el 2015 se proyectó 6,5%, pero comparado al promedio de América Latina y el Caribe (2,2% en 2015) sigue siendo asombroso. No obstante su bonanza económica, es un país lleno de contrastes sociales y, en gran medida, obedece a la brecha educativa.
Para cerrar esas distancias, la competitividad del país enfoca sus esfuerzos en la educación, tanto para mejorar las instalaciones públicas como el dominio del idioma inglés en sus docentes. Interés relevante tiene la inversión en la educación técnica cualificada, de la cual se prevé una gran demanda en un mediano plazo.
Las facilidades migratorias son únicas en la región. Sus fronteras están abiertas a la diversidad cultural y profesional. En esto estriba una ventaja única: la importación de talento, especialmente en posiciones directivas de multinacionales, así como la ocupación de posiciones de servicios de extranjeros (mayoritariamente venezolanos y colombianos) en sustitución de la mano de obra local. Al mismo tiempo, esto refleja una idiosincrasia poco orientada al servicio y grandes retos a nivel de formación de soft skills , tanto para cargos operativos como gerenciales.
Integridad. Aunque la percepción de la corrupción para Panamá ha mejorado muy poco según el barómetro de Transparencia Internacional (35 puntos en 2013 versus 37 en 2014), los casos judiciales de alto perfil están a la orden del día. Asimismo, el Gobierno actual es criticado por su lentitud debido a un afán por gestionar sus reformas de manera más transparente. Posiblemente, el tiempo le permitirá recuperar la ventaja, como la fábula de la liebre y la tortuga.
Si la agenda del expresidente Ricardo Martinelli fue la inversión en infraestructura, la del presidente Juan Carlos Varela es el desarrollo social, menos llamativa en el corto plazo, pero más sostenible en el largo. No obstante, la ruptura política de ambos líderes, se ha dado continuidad en los megaproyectos: la ampliación del Canal, la nueva línea del metro, la ampliación del aeropuerto, etc., etc.
Recientemente un reconocido diplomático me pidió que describiera Panamá en una palabra. Luego de varios segundos de pensar solo pude decir “diferente”. Siendo países tan cercanos, somos profundamente distintos y complementarios: en eso estriba su color y riqueza. Por ejemplo, en educación y ecoturismo hay todo por hacer, y Costa Rica sería un gran aliado en el desarrollo de programas, políticas, campañas y formación de talento, desde fortalecimiento en capacidades técnicas hasta la construcción de una marca país a nivel internacional: la integración centroamericana puede partir de pequeñas alianzas como esta.
Entonces, ¿cómo está Panamá? Pues me gustaría decir que es un país lleno de oportunidades y atraviesa un gran momento. Si hay una época para estar ahí, es ahora.