Los paranoides ven amenazas inexistentes o exageran las reales. El paranoico puede interpretar que tras una mala mirada se esconde un peligro de muerte; percibe ataques irreales y reacciona con rabia y desmesura poseído por la ira y el miedo ante sospechas.
La reacción paranoide puede presentarse como un sistema muy organizado, lejano en apariencia a un desorden mental dada la articulación del discurso y la presentación de supuestas pruebas.
El golpe de Estado de Daniel Ortega contra la institucionalidad al destituir ilegalmente a diputados opositores es un síntoma. La obsesión controladora ante el temor de perder el poder lleva a los tiranos a dar golpes preventivos.
No contento con manejar a su antojo al poder judicial y electoral ante el pánico de perder las elecciones, decide eliminar la disidencia y los observadores electorales.
El sistema político nicaragüense funciona irrespetando división de poderes, libertades públicas y monopolizando los medios de comunicación por parte de la familia gobernante. En Managua, no se respetan ni el pluralismo ni la competencia política, los Ortega preparan una farsa electoral.
Ortega prepara la entronización de una nueva dinastía como la de los Somoza, solo que a él lo sucederá su esposa, nombrada candidata a la vicepresidencia; mientras su chigüín, Laureano, hace méritos administrando la ayuda venezolana. Perpetuarse en el poder: el sueño de todos los dictadores.
En época de los Somoza se designaba con el nombre de zancudos a los pequeños insectos políticos que colaboraban con el régimen a cambio de chupar la sangre del pueblo.
Ortega reedita esta práctica al reconocer como opositor al falso Partido Liberal Independiente y engancharlo en un sistema dictatorial que no tiene nada que envidiar a la dinastía de los Somoza.
La Organización de Estados Americanos (OEA) debe aplicar las sanciones de la Carta Democrática Interamericana a la dinastía Ortega Murillo.