En un mundo cada vez más interconectado, los empresarios y líderes corporativos buscan constantemente nuevas fronteras para expandir sus operaciones y maximizar sus inversiones. En este contexto, Centroamérica emerge como un verdadero oasis de oportunidades comerciales, donde la combinación de ventajas estratégicas y beneficios fiscales crea un entorno ideal para el crecimiento empresarial.
Con una ubicación geográfica envidiable, Centroamérica sirve como un puente natural entre Norteamérica y Sudamérica. Esta posición estratégica la convierte en un punto crucial para el comercio internacional, lo que facilita el acceso a mercados claves y optimiza las cadenas de suministro globales. Además, su proximidad a los Estados Unidos y su acceso a importantes rutas marítimas la posicionan como un epicentro logístico de primer orden.
Como un punto adicional a su ubicación geográfica, Centroamérica ofrece un tesoro cultural y lingüístico invaluable. La afinidad cultural que se da en la región no solo facilita la comunicación empresarial, sino que también fomenta una colaboración fluida y fructífera entre empresas locales y sus contrapartes extranjeras. Esta conexión cultural elimina barreras idiomáticas y culturales, allanando el camino para asociaciones comerciales exitosas.
El potencial de crecimiento en Centroamérica también es un factor determinante, según datos del Banco Mundial cuenta con una población en constante expansión con más de 50 millones de habitantes y una clase media en aumento; además, la región ofrece un mercado interno en constante evolución que demanda cada día, no solo mejores bienes y servicios, sino también los más diversos. La demanda de bienes de consumo, tecnología de punta, servicios financieros de vanguardia y turismo sostenible está en aumento, tanto a nivel local como por los millones de turistas que anualmente llegan a la región para realizar diferentes actividades como turismo rural, de aventura y de alto valor agregado.
Centroamérica también es conocida por su rica biodiversidad y abundancia de recursos naturales que se utilizan en industrias como la agricultura, la pesca y hasta el turismo ecológico, por lo que las posibilidades de inversión son prácticamente ilimitadas. Las empresas que están comprometidas con la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico tienen una oportunidad única para aprovechar estos recursos de manera responsable, ya que estos generan valor para sus accionistas y las comunidades locales; además, en muchos casos, también pueden aprovechar la reducción de las tarifas impositivas que se aplican para las inversiones que se desarrollan de la mano con la protección ambiental como energías limpias, vehículos eléctricos y otros bienes que implican ahorros energéticos o que reducen la contaminación.
Región dinámica
En el ámbito tecnológico países como Costa Rica, El Salvador y Panamá están surgiendo como centros de innovación y emprendimiento; actualmente, la región ofrece un ecosistema propicio para la inversión en tecnología de la información y servicios digitales: desde startups prometedoras hasta centros de datos de última generación. Este impulso tecnológico está transformando rápidamente la economía regional, crea nuevas oportunidades de negocio y atrae talento especializado de todo el mundo.
Además, la región cuenta con acuerdos centroamericanos de libre comercio, y en varios países opera el modelo de aduanas yuxtapuestas que facilitan el tránsito comercial y de personas. Ahora bien, esta red de convenios no se limita solamente a los que existen entre los países de la región, pues también hay tratados con los principales socios comerciales del istmo (por ejemplo, Estados Unidos) que permiten que las exportaciones e importaciones sean más sencillas y han eliminado las barreras arancelarias que durante algunos años operaron en la región.
Los acuerdos de libre comercio con importantes economías mundiales también garantizan un acceso preferencial a mercados extranjeros y una reducción de aranceles para productos claves. Esta suma de factores permite que Centroamérica se convierta en un mercado cada vez más comprometido con la disminución de brechas y la mejora en las condiciones para poder competir a nivel internacional.
Por otro lado, uno de los aspectos más atractivos para los inversores es el sólido marco fiscal y los incentivos disponibles en la región, ya que muchos países de Centroamérica ofrecen regímenes de zonas francas y parques industriales con beneficios fiscales significativos; mismos que pueden incluir exenciones en impuestos (como el de ventas) a la hora de importar, estímulos a los exportadores, así como reducciones o una exoneración total del impuesto corporativo a las utilidades. Todos estos incentivos se traducen en ahorros significativos para las empresas.
Entretanto, los gobiernos de los países centroamericanos suelen ofrecer un marco regulatorio favorable para las empresas que operan en zonas francas y parques industriales, y que puede incluir procedimientos simplificados para obtener permisos y licencias, así como normativas laborales flexibles. En estas áreas se están desarrollando clusters industriales específicos en donde empresas del mismo sector se agrupan para aprovechar sinergias y compartir recursos. Esta práctica puede fomentar la innovación, mejorar la competitividad y facilitar el intercambio de conocimientos y mejores prácticas.
Un tema importante para rescatar es que dentro de este modelo de negocios regional los inversionistas deben considerar las opciones que brindan los diferentes países en incentivos complementarios. Además, evaluar la fortaleza que tiene cada país según su propio nivel de especialización, es un tema fundamental, ya que las zonas francas de Honduras, Guatemala y Nicaragua se han desarrollado de la mano de la manufactura.
El Salvador se enfoca en tecnología, Costa Rica en servicios y dispositivos médicos, y República Dominicana en inversiones turísticas, además, desarrolla un nuevo enfoque de atracción extranjera en actividades agrícolas y centros de servicios compartidos. En este contexto no podemos dejar de lado a Panamá con su vocación para facilitar el comercio a través de servicios logísticos y financieros.
Todo esto demuestra que las oportunidades en Centroamérica son abundantes, sin embargo, los inversores deben estar conscientes de que deben realizar un análisis de las implicaciones fiscales, tanto a nivel nacional como internacional, para llevar a cabo una planificación adecuada que les permita identificar cuál país o países les pueden brindar las mejores condiciones.
En síntesis, los modelos de negocios regionales representan una oportunidad única para Centroamérica. Gracias a sus ventajas competitivas la región se encuentra preparada para convertirse en un destino privilegiado para la inversión extranjera y el crecimiento económico sostenible.
La autora es socia de Impuestos y Servicios Legales de la firma Deloitte Costa Rica.