Opinión de Leda Muñoz | “No nos falta inteligencia, pero sí es evidente que escogemos aplicar nuestras capacidades y esfuerzos para fines que claramente no nos están llevando a construir un mundo mejor, mejor para todos”.
Por tradición y según el calendario que seguimos, enero es el tiempo de hacer planes y pronósticos, dos capacidades que distinguen a los seres humanos entre todas las especies, y han sido determinantes en nuestra evolución. Hay planes para un solo día o para toda la vida. Planes personales, y otros que son de pueblos enteros. Tras muchas décadas de caminar por la vida, a mí me siguen quedando planes sin realizar, algunos personales, pero muchos —demasiados— que son de y para mi país.
Varios de esos planes, que no son otra cosa que aspiraciones que buscan convertirse en realidad, parecían ser sencillos, pero han resultado ser verdaderos retos que no logramos superar. Por ejemplo, poder caminar por aceras amigables para el peatón, calles seguras, sin humo ni ruido excesivo, a la sombra de hermosos árboles. Poder caminar así, todas las personas y yo. O tener la certeza de que, si mi salud falla, tengo acceso a los lugares, profesionales, equipos y tratamientos adecuados para cuidarla y recuperarla. Yo y todas las personas que lo necesiten. Y a una educación de calidad y oportuna desde la primera infancia. A vivir con dignidad en una comunidad sana y próspera, y a disfrutar las bellezas del país, que todos cuidamos.
Estas aspiraciones son de muchos, no solo mías, y se nos vienen atrasando, incluso desvaneciendo, o sustituyendo por otras cada vez más elementales e insuficientes. Esa renuncia a nuestros sueños, sus atrasos y retrocesos, nos alejan a todos del bienestar y la felicidad.
¿Pero por qué no se logran? Cabe preguntar. No nos falta inteligencia, pero sí es evidente que escogemos aplicar nuestras capacidades y esfuerzos para fines que claramente no nos están llevando a construir un mundo mejor, mejor para todos.
Enero es el primer mes de un año fresquito aún, una oportunidad de escribir un capítulo nuevo en la historia colectiva. Es además un mes inspirador en el que “el límpido azul de tu cielo” nos da los mejores atardeceres y los árboles florecen majestuosamente. Hay un poco menos de ruido en el ambiente por las vacaciones, y una brisa fresca que nos invita a soñar y pensar.
Y pienso: si pudiéramos transformar nuestras casas y comunidades en pequeños vergeles de gente amable y solidaria, respetuosa y honesta, esforzada y creativa, ¡aunque fuera solo en enero! Si sacáramos lo mejor de nuestra naturaleza humana un ratito cada año, habría un efecto extraordinario que posiblemente cambiaría poco a poco la vida en este planeta, el único hogar que tenemos.
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Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.
Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica y cuenta con más de 35 publicaciones científicas y académicas. Es exdirectora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo.
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