La pandemia por Covid-19 ha generado las mayores disrupciones en las cadenas globales de valor desde la Segunda Guerra Mundial. Solo las medidas tomadas por China para contener el virus, impactaron a dos de cada tres empresas ubicadas en ese país.
Es por esto que el “nearshoring” (proximidad productiva), que significa que una empresa transfiere sus negocios de vuelta al país de origen o hacia países ubicados más cerca de este, ha aumentado su relevancia significativamente en los últimos meses.
De hecho, un reciente informe de Bank of America Global Research indicó que más del 80% de las empresas de Estados Unidos (EE. UU.) instaladas en Asia, piensan hacer “nearshoring”. Para apoyar esta tendencia, el Gobierno de EE. UU., lanzó varias iniciativas entre ellas: “Regreso a las Américas” que, a través de incentivos financieros, motiva a las empresas con operaciones en Asia a que se reubiquen en suelo estadounidense, Latinoamérica y el Caribe. Este plan promovido por el actual presidente del BID, podría generar inversiones en el continente americano de hasta $50.000 millones de dólares.
Es aquí donde se presenta una oportunidad de oro para Costa Rica. La combinación única de nuestra cercanía geográfica con EE.UU., nuestro liderazgo en sostenibilidad y sobre todo nuestro talento, nos colocan como un país ideal para el “nearshoring” de empresas estadounidenses.
Es claro que en Costa Rica necesitamos generar más empleos y hacer crecer la economía. El “nearshoring” es una forma concreta de hacerlo. Para lograrlo debemos mandar señales claras a los inversionistas a través de:
- La transformación educativa para fortalecer el recurso humano.
- Mejora de la infraestructura y la conectividad.
- Simplificación de trámites y mejora regulatoria.
- Reducción del costo de la energía.
- Lo más importante: seguridad jurídica para retener e interesar a más inversionistas.
El potencial de atracción de inversiones está ahí, ahora debemos trabajar para hacerlo una realidad.