Una de las tardes características del verano josefino, cuando el sol ilumina lo mejor del valle con tonos dorados y naranjas, fue el marco para el reencuentro de Rafa Fernández con nueve de sus obras, correspondientes a las décadas de los 60, 70 y 80.
La cita fue en el Banco Central de Costa Rica (BBCR), cuya colección de arte –en la figura de la fundación de Museos del Banco Central– comenzó en 1952 y reúne 873 obras de 161 artistas.
“Por lo general, el artista pierde el contacto con su obra una vez que la vende. Esto es muy inusual y muy valioso para nosotros”, dijo Alma Fernández, al ver esa muestra que el artista califica como “pequeños grandes detalles” de su evolución creativa.
A raíz de la visita, además de la sorpresa ante la variedad de la colección del BCCR, Fernández ideó dos nuevos proyectos de ediciones limitadas, que espera desarrollar con el Banco, para acercar su obra a más gente.
¿Cómo pasó?
Durante una conferencia de prensa del Banco Central, el periodista de EF Sergio Morales notó que uno de los cuadros de la sala tenía un estilo parecido al de Fernández y se puso en contacto con su hija, Alma, para confirmarlo. Cruzaron información con Dayana González, del equipo de gestión de colecciones y comunicación de los Museos del Banco Central y comenzó la coordinación para llevar al pintor al Banco y, posteriormente, trasladar a su taller tres obras más.
Durante la visita al BCCR, Eric Villalobos, director de Servicios Institucionales, y Félix Delgado, gerente de la entidad, compartieron con el pintor.
“Es una inversión”
Felix Delgado, gerente
- ¿Cuál ha sido la motivación del Banco Central para invertir en arte nacional?
En esto hay puntos de vista diametralmente opuestos entre gentes que han estado en el Banco. A mí me parece que una organización como esta debe, en la medida en que no atente contra sus responsabilidades fundamentales, tener espacio para ayudar a este acervo de cosas. El Banco empezó a hacerlo hace muchos años, estoy hablando de que entrevisté a don Rafa Fernández en 1968, cuando ya tenía yo cuatro años de trabajar aquí.
- ¿Cuáles han sido los efectos de esta colección en el arte costarricense?
Parte del desarrollo de estos artistas lo pudieron hacer porque empezar a tener mercado para sus obras ayudó a que se pudieran dedicar tiempo completo al arte. Por ejemplo, que don Rafa Fernández dejara su taller de mecánico dental, que fue donde lo entrevisté yo. En aquello probablemente era muy bueno, pero en esto ha sido genial.
- ¿Cómo califican la colección dentro del BCCR?
Es una inversión bien utilizada, para un mundo donde preocuparnos por la cosa económica y materialista es importante, pero preocuparnos por lo intelectual y lo cultural también es importante.
- ¿El Banco dejó de invertir en arte como lo hacía antes?
Lo sigue haciendo, aunque antes era un grupo de gente que hacía su trabajo y además sabía alguito de estos temas. El que compró buena parte del oro en los sesentas fue el subgerente de entonces, don Álvaro Vargas Echeverría. Ahora sabemos mucho mejor qué compramos porque se hace vía Museos. El presupuesto para la compra puede que no sea tan grande, pero el presupuesto para mantener las obras sí es más grandecito. Continuamos en esta ruta de un Banco que no deja de tener su compromiso con la cultura y yo lo sigo apoyando, con mucho respeto para quienes no consideran que el Banco Central se deba meter en eso.