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El valor agregado que brinda la producción de pequeños volúmenes de café de alta calidad se ha vuelto una oportunidad para que emprendedores aprovechen los microbeneficios y lancen marcas propias al mercado.
Es una actividad incipiente que, con entusiasmo, varios cafetaleros ponen a prueba en busca de consolidar tanto dentro como fuera del país el grano costarricense como producto terminado para ventas al detalle.
Esto ocurre ya sea porque los mismos dueños de las pequeñas fincas generan todo o parte del proceso o, bien, cuando emprendedores compran a microfinqueros y tercerizan algunas etapas para obtener marcas que les permite expandir el negocio de venta local y de exportación.
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Ronal Peters, director ejecutivo del Instituto del Café de Costa Rica (Icafe), aclaró que un microbeneficio produce una cantidad igual o menor a 3.000 fanegas anuales. En la cosecha 2015-2016, se registraron 172 organizaciones, las cuales procesaron el 5% de la producción nacional de café, que actualmente ronda los dos millones de fanegas.
Esos microbeneficios exportaron 1.774 quintales de en café verde. No obstante, la entidad no registra cuántos tienen su propio producto terminado.
Peters considera que es esta actividad se conoce desde hace unos diez años, y con el tiempo los productores pequeños han mostrado mayor interés. Por ahora la califica como una tendencia incipiente todavía, pero con potencial.
Nuevas apuestas
Smile! It’s a Costarican Coffee, de la firma Thompson Coffee Company, es una de las que se lanzará al mercado nacional e internacional el próximo 1.° de junio.
Su dueño, Max Thompson, adquiere el café de microbeneficios de Tarrazú , participa en la supervisión de toda la cadena de producción y empaque, y se encarga de la comercialización y distribución de la marca.
Thompson iniciará la venta de Smile! It’s a Costarican Coffee en dos tiendas del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) en el aeropuerto Juan Santamaría y en una en el Daniel Oduber, en Liberia.
Además, ese día, comenzará la venta en línea por Amazon para todo Estados Unidos.
Para ello, el negociante lleva casi dos años de preparación y ha invertido más de $50.000.
Hay otros pequeños finqueros que iniciaron con la construcción de sus microbeneficios para tener no solo producto de exportación o venta de café verde, sino para empezar a probar y posicionar el café como producto final, principalmente en el mercado local, pero con la idea de llegar a exportar.
Por ejemplo, Luvima de Tarrazú, dueña de la marca Don Mayo, ha logrado insertarse en venta al detalle por medio de Internet y con dos cafeterías propias.
Héctor Bonilla, fundador y dueño de Don Mayo, tiene dos fincas –en León Cortés y Tarrazú– que generan alrededor de 1.900 fanegas por año.
Al ser ganador en el 2008 y 2009 de la Taza de la Excelencia en Costa Rica, siguió posicionando su café entre los mejores que se vende en la subasta electrónica internacional para exportación.
Empero, esto le dio impulso para reforzar su producción de Don Mayo para venta al detalle.
Hace tres años, estableció su primera cafetería llamada Don Mayo en Alajuela, y hace un año puso otra en la terminal 7-10 en San José, donde vende café empacado y en bebida. Solo en estos dos proyectos ha invertido a través de esos años más de $112.000.
En línea, lo vende para distribuir en la Gran Área Metropolitana (GAM), en San Marcos de Tarrazú y unas zonas de Cartago.
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“Lo que me interesa es consolidar la marca y empezar a comercializarla a nivel local para quizá dentro de un mediano plazo buscar opciones de exportación en esta categoría”, dijo Bonilla.
Otros están en proceso de registro de su marca. Marlon Bonilla está en trámite con su producto llamado Boni Rustic.
Este cafetalero empezó su microbeneficio hace cinco años y genera 33 fanegas anuales.
Bonilla se encarga de todo el proceso, hasta el empaque de su producto. Lo único que terceriza es el tostado del café.
“Mi idea es distribuirlo directamente a varias personas que ya conocen la calidad y en un futuro me interesaría vender en Internet en mercados como Estados Unidos”, dijo Bonilla.
Y es que Estados Unidos es uno de los mercado más prometedores y atractivos para posibles expansiones del nicho de microcafetaleros.
Es un país muy atractivo para comercializar porque apetece el café de alta calidad, hay un alto consumo y se facilita la logística de aquí hacia allá.
Aunque en el periodo del 2015 al 2016 hubo una leve reducción (-0.1%) en el consumo de café en Costa Rica, se pagó 2,6% más entre un año y otro por la compra al detalle de esta bebida.
Algo similar ocurrió en EE. UU, donde hubo una baja en el consumo (-1.9%) en esos años, pero también aumentó las ganancias por ventas en el canal retail .
Mientras que en Costa Rica se consumieron 10.895 toneladas (que significaron ventas por $122 millones al detalle) el año pasado, en EE.UU. fueron 767.629 toneladas por un valor de $13.336 millones, según datos de Euromonitor International.
Es decir, solamente en EE. UU. se consume casi lo mismo que en todo América Latina, región que alcanzó en el 2016 las 1.069.147 toneladas de venta retail . Empero, acumularon menos dinero ($10.464 millones) que lo gastado por los estadounidenses.
Además, diversos estudios de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) han señalado que varias zonas del mercado norteamericano están girando a un mayor gusto por los productos gourmet, de alta calidad, naturales y más personalizados.