Cuando Susan Corbett plantó cáñamo en su parcela en Virginia, Estados Unidos, jamás imaginó que los ladrones se las ingeniarían para entrar a robarle las plantas.
Por eso, dos cámaras vigilan sus cultivos de cáñamo; una planta cuya aroma es similar al de la marihuana pero tiene una mínima dosis de THC, el principio psicoactivo del cannabis.
Para quienes osen entrar a su terreno, Corbett colocó carteles que dicen en gruesas letras: "Esto no es marihuana".
"No se qué hacen con eso", dice sobre las plantas. "No hay THC en ellas", añade.
El cáñamo tiene demanda por sus semillas, fibra y aceite, que contienen el relajante cannabioide CBD. Pero es verdad que la planta es igual a la de la marihuana, cuyo cultivo es ilegal a nivel federal en Estados Unidos, aunque se permite con distintas restricciones en muchos estados.
En un mercado sobresaturado y con un trabajoso proceso de cultivo, quienes esperan hacer dinero con el cáñamo dicen enfrentar además las sospechas de la policía, un mandato legal que obliga a quemar cosechas que excedan los límites de THC y el problema de los robos.
“Todos plantan y dicen ‘Esto es maravilloso’”, dijo Corbett. “Yo digo: ‘Sólo esperen’”
No es fácil
El cultivo del cáñamo es uno de los más antiguos del mundo. Estados Unidos lo prohibió en el siglo XX, lo autorizó con fines de investigación en 2014 y lo legalizó en todo el país cuatro años después.
En 46 estados se aprobaron leyes para reglamentar su producción. La cantidad de permisos en 34 estados creció 455% el año pasado en comparación con 2018, según Vote Hemp, una organización que defiende el cultivo.
El cáñamo contiene CBD, una molécula no psicotrópica que tiene efecto relajante, y que se vende como complemento o mezclado con comidas o bebidas. EL CBD se ha vuelto tan popular que la firma de servicios financieros Canaccord Genuity estima que sus ventas habrán crecido 45% a $18.000 millones en 2024.
Los productores dicen que la cosecha de cáñamo es muy exigente. Debe ser cosechada a mano y con muchos cuidados para evitar pestes y luego debe ser secada antes de venderla.
Con demasiados plantíos en el mercado y escasez de procesadores, muchos productores advierten que compradores desisten de negocios ya pactados.
"Cuando vamos al mercado de CBD, la cuestión es 'te pagaremos cuando nos paguen' lo cual nos pone en un problema con los acreedores", dijo David Turner de la firma DC Hemp, que tiene granjas en el estado de Virginia.
Otra peculiaridad es la presencia de THC en la planta. Los cultivadores testean constantemente el cáñamo para asegurarse que no tenga mucho THC pues, de ser así, deberán quemarlo.
"Si me equivoco, soy un traficante de drogas", dijo Turner.
Medios de prensa reportaron que policías de distintas partes de Estados Unidos han requisado despachos de cáñamo por sospechas de que fuera marihuana. Por eso, los cultivadores deben munirse de una gran cantidad de documentos para transportar sus cosechas.
¿Quién roba cáñamo?
Y además están los ladrones. Bandoleros merodearon los campos de Turner y arrancaron plantas de cuajo el año pasado. En la granja de Corbett, rebanaron la parte superior de los capullos.
¿Lo hicieron para fumar la hierba creyéndola marihuana o para venderla a consumidores poco conocedores? Turner no está seguro pero dijo que la policía arrestó a varios sospechosos de los robos.
Aún así, los productores dicen que el real desafío es lograr vender el aceite de cáñamo. Turner y Corbett tienen galones de aceite de CBD esperando adquirentes.
"Ciertamente hubo algo de sobresaturación del mercado el año pasado y con eso los precios bajaron significativamente", dijo Erica Stark, directora ejecutiva de la Asociación Nacional del Cáñamo.
"Todavía es rentable si encuentras comprador", aseguró y agregó que el mercado mejorará cuando aumente la capacidad de procesar fibra de cáñamo y el gobierno apruebe reglamentaciones para el uso del CBD como suplemento.
Turner desistió de plantar en la temporada de 2020 y Vote Hemp estima que la cosecha real de 2019 fue mucho menor de lo que se permitía.