Se ha observado que a través de casi un año de pandemia, las personas adoptaron diversos cambios en su forma de vivir, trabajar y socializar, al mismo tiempo que han desarrollado una serie de patrones en cuanto a su movilidad.
Una investigación realizada por la firma EY, indicó que los viajes, en general, disminuyeron en un 61% como consecuencia del aumento en la cantidad de personas que informan trabajar desde la casa.
Además, se demostró que las personas han preferido viajar en su automóvil antes que movilizarse en transporte público, por el miedo de compartir espacio con desconocidos y contagiarse.
Este sector empresarial ha enfrentado desafíos como la reducción de sus ingresos, el aumento de los costos operativos y una batalla para persuadir a los consumidores de que es seguro utilizar sus redes.
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El índice de movilidad de consumidores “Mobility Consumer Index” de EY, estudió los patrones de traslados y viajes de los consumidores en tres segmentos clave: trabajo, ocio y entretenimiento, viajes domésticos y por propósitos sociales.
Andrés Dobles, líder del sector de movilidad de EY, explicó que los hallazgos sugieren una desaceleración importante en la movilidad de los consumidores en todo el mundo.
“A medida que las personas se han concentrado más en sus casas en lugar de sus oficinas de trabajo, los viajes han sido menos frecuentes, más locales y cada vez más dentro del territorio nacional, enfocados en obtener productos básicos para el hogar en lugar de ir a trabajar o entretenerse”, expresó Dobles.
Los indicadores
El estudio reveló que los viajes, en general, disminuyeron en un 61% como consecuencia del aumento en la cantidad de personas que informan trabajar desde casa al menos el 60% del tiempo.
Asimismo, los viajes por ocio y entretenimiento disminuyeron en un 51%, esto demuestra que cuando los consumidores tienen la opción de no viajar, cada vez más deciden no hacerlo.
El cambio hacia la priorización de los viajes esenciales también se refleja en los viajes con fines domésticos y sociales, los cuales reflejan la menor disminución (40%).
Los viajes para encontrarse con amigos y familiares disminuyeron más (50%), mientras que los viajes para necesidades inevitables, como comprar artículos básicos para el hogar y lavar la ropa, disminuyeron menos (21%).
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Transporte público contra carro propio
El análisis también muestra un “triple” golpe al transporte público, sector que se ha enfrentado a desafíos como la reducción de sus ingresos, el aumento de los costos operativos y una batalla para persuadir a los consumidores de que es seguro utilizar sus redes.
Los viajes en taxi y transporte público registraron las mayores disminuciones por segmento en todos los ámbitos, mientras que los viajes realizados en vehículos personales (automóvil o motocicleta) o los viajes en micromovilidad (bicicletas, bicicletas eléctricas y scooters, en algunas partes del mundo) están entre los menos afectados.
Cabe resaltar que el uso del transporte público fue el que más disminuyó entre consumidores de Generación X y Baby Boomers —grupos de edad con el más alto riesgo ante el COVID-19—.
Esto demuestra que las personas siguen eligiendo viajar en automóvil, con el objetivo de evitar compartir espacio con extraños, ampliando la percepción de seguridad a una categoría mucho más amplia e influyente que involucra higiene, limpieza y bienestar, más allá que accidentes y lesiones en carretera.
“Si bien las compañías de transporte público están trabajando arduamente para convencer a los consumidores de que las medidas, como utilizar mascarillas y la limpieza profunda de las unidades son efectivas para bajar el riesgo, es difícil imaginar regresar a los niveles anteriores de pasajeros, al menos hasta que el COVID-19 se haya controlado mucho más”, dijo Dobles.
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El factor de la sostenibilidad
La investigación detalló que las emisiones mensuales per cápita de dióxido de carbono (CO2) cayeron a nivel mundial en los tres segmentos de viajes, siguiendo en general la disminución en el número de viajes ya señalada.
Las emisiones disminuyeron sustancialmente, en un 56% para viajes de trabajo, un 58% para viajes sociales y domésticos y un 62% para ocio y entretenimiento.
Sin embargo, el estudio señala que la perspectiva de contraer COVID-19 parece estar dejando de lado las preocupaciones climáticas en la mente de los consumidores.
Lo que se retrata en altos niveles de tráfico —los gobiernos y las autoridades de transporte se enfrentan a una tendencia que podría deshacer décadas de progreso constante en la movilidad sostenible— y esto, conduciría a calles bloqueadas, redes de transporte público defectuosas e incluso peores emisiones.
Asimismo, debido a la preferencia por el transporte privado, se están ampliando los esfuerzos para acelerar el reemplazo de los vehículos personales con motor de combustión interna por alternativas más sostenibles, como los vehículos eléctricos o la micromovilidad (bicicletas y escúteres eléctricos).
Resultados |
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La seguridad personal es primordial. Reducir el riesgo de infección es ahora el factor más influyente en la toma de decisiones sobre los viajes. |
El trabajo es lo que haces, no dónde estás. Con millones de personas que trabajan con éxito desde casa, los viajes por trabajo se han vuelto en gran medida discrecionales. |
El consumo es consciente. Los consumidores realizan menos viajes y evalúan el riesgo / beneficio de aquellos que hacen con mucho más cuidado. |
Menos es más. Los viajes más cortos van en aumento, ya que los consumidores pasan más tiempo cerca de casa y se involucran más en sus comunidades locales. |
El triple golpe del transporte público: los operadores deben superar un trío de desafíos: reducción de ingresos, aumento de los costos operativos y una batalla cuesta arriba para persuadir a los consumidores de que es seguro utilizar sus redes. |
La sostenibilidad no se puede dejar a elección del consumidor. Se necesitará un gran esfuerzo consistente y liderado por el gobierno para mantener el rumbo de la sostenibilidad a largo plazo. |
Fuente: Mobility Consumer Index de EY. |