Más de 100 gimnasios y centros de entrenamiento cerraron sus puertas entre marzo y julio de este año por el impacto económico del coronavirus y las restricciones aplicadas para mitigar el contagio.
Antes del apagón de la economía, que inició progresivamente en marzo, en Costa Rica operaban unos 500 gimnasios y centros de entrenamiento. A la fecha, un 30% de esa cifra, es decir unos 150 negocios, se vieron obligados a cerrar sus puertas, al menos 100 de ellos de manera definitiva.
Los datos fueron confirmados a EF por Jorge Angulo, presidente de la Asociación de Gimnasios Gym-Fitness de Costa Rica (AsoGym).
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De acuerdo con el vocero, si las restricciones para abrir se prolongan por más tiempo, el gremio espera el cierre de al menos 100 negocios más para finales de julio y principios de agosto.
“La estamos pasando muy mal, muchos de los afiliados ya no pueden pagar alquileres ni mantener las planillas. Los cierres constantes nos obligan a suspender los planes mensuales a nuestros clientes y solo estamos recibiendo la mitad de las ganancias porque operamos al 50%”, apuntó Angulo.
Representantes de AsoGym y de algunos gimnasios independientes del país se manifestarán pacíficamente frente a Casa Presidencial a partir de las 11:30 a.m. de este lunes 20 de julio.
El objetivo de la protesta es pedirle al Gobierno que reevalúe las posibilidades de permitir la apertura de los gimnasios en los próximos días.
“Entendemos que la situación es delicada y que requiere de medidas importantes por parte de las autoridades, pero los centros de entrenamiento cumplimos con protocolos mucho más estrictos que los de, por ejemplo, un supermercado o una ferretería, negocios a los que sí les permiten abrir”, aseveró el vocero de AsoGym.
Según Angulo, el ejercicio es una alternativa para que las personas puedan mantener su salud mental, física y emocional en momentos difíciles; además de que contribuye a reducir los factores de riesgo como enfermedades crónicas.
Ajustes para sobrevivir
Algunos centros de entrenamiento optaron por ofrecer clases virtuales, transmisiones de Facebook live gratuitas, vender o alquilar sus equipos y fortalecer el mercadeo digital para sobrevivir a los tiempos de cierres y generar algunos ingresos.
Anayensy Oviedo, propietaria del Gimnasio Skorpio, ubicado en San Pablo de Heredia, relató que hasta el momento no redujo la planilla, pero sí dejó de contratar algunas clases que se impartían antes debido a que menos personas retornaron tras los cierres.
“Tenemos gastos fijos como alquiler, agua, luz y planilla; con la mitad de los ingresos y con una caída en la cantidad de clientes es muy complicado. Hemos tratado de ofrecer clases personalizadas en línea y bajamos el precio de la mensualidad de ¢28.000 a ¢20.000 para atraer a más personas”, indicó la empresaria.
Antes de los primeros cierres este negocio tenía cerca de 700 clientes, pero después de la reapertura la cifra se redujo a 340 personas.
El Ministerio de Salud suspendió las actividades en escuelas de natación, gimnasios y centros de entrenamiento el pasado 18 de marzo, como parte de las acciones para reducir el contagio de la COVID-19.
El 27 de abril, un mes y una semana después, se permitió la reapertura de estos establecimientos con la condición de que operaran al 25% de su capacidad a partir del 1.° de mayo.
La restricción se flexibilizó a partir del 1.° de junio cuando se permitió que operaran al 50% de la capacidad con estrictas medidas de higiene y limpieza.
Sin embargo, el aumento de casos positivos de coronavirus en el país aunado al incremento de personas hospitalizadas provocó un recrudecimiento de las medidas de cierre de negocios entre el 11 y el 31 de julio.
Este retroceso implicó nuevamente el cierre de centros de entrenamiento y gimnasios en todo el país. Su reapertura todavía no se encuentra entre los siguientes pasos anunciados por el Gobierno.