Abogado y notario, empresario y dirigente turístico, Manuel Carranza ha ido amarrando sus oficios y aficiones con el arte, hasta desembocar desde hace unos años en la dedicación exclusiva a su pasión por la pintura. Primer costarricense en graduarse profesionalmente en turismo, fue también el primer presidente de EXPOTUR, cargo que ocupó varias veces.
Actualmente se encuentra realizando una serie de pinturas titulada “Retrato de un país”, en la que los turistas que nos visitan evocan sus experiencias. Las obras serán reproducidas ampliamente, en lienzo, madera y cerámica. Esta colección sucede a una anterior, realizada en el 2014: doce obras con el tema del trabajo y los trabajadores en Costa Rica.
Sobre sus experiencias y proyectos, así como de su interés en la vida y obra de Don Juan Rafael Mora, conversamos en el almuerzo.
—“¿Qué recuerda de sus estudios en Madrid que sea significativo para su posterior vocación por el arte?”.
—“La cátedra de Historia del Arte en la Escuela Oficial de Turismo, sin lugar a dudas. El titular era D. Diego Angulo Íñiguez, uno de los más respetados autores en la investigación e historia del arte español y director del Museo del Prado, donde se impartían buena parte de las lecciones. Nuestro programa de estudio había sido diseñado con el fin de aprender a mostrar el Patrimonio Cultural del reino al turismo internacional. Durante esos años tuve la oportunidad extraordinaria de estudiar la mejor pinacoteca del mundo, guiado por los textos de D. Diego, que aún conservo con gran estima”.
—“Fue usted el primer costarricense en prepararse profesionalmente en turismo. ¿Hay alguna anécdota especial de sus primeros años de trabajo en esa área?”.
—“La apertura de EXPOTUR [la bolsa de comercialización turística de Costa Rica] a la participación de empresas centroamericanas a título de vendedoras.
Desde su creación, EXPOTUR se organizaba anualmente para traer al país agentes de viajes de los mercados norteamericanos a fin de que visitaran sitios de interés y adquirieran productos turísticos del país y los revendieran en forma de “tours” en sus respectivos países de origen. Cuando empezaron a llegar también agentes compradores de destinos de larga distancia, como los mercados europeos, surgió la inquietud de que los mercados no se moverían a través de distancias tan largas para visitar solamente un país y que convenía ofrecer la opción de rutas combinadas. Como presidente de EXPOTUR me tocó tomar la decisión de abrir el evento a los centroamericanos y enfrentar el disgusto de numerosas empresas locales que lo consideraron una amenaza en lugar de una oportunidad. Fue muy difícil. Felizmente desde entonces y hasta hoy, los hermanos de Centroamérica mantienen una importante participación en el evento”.
—“Usted ha dicho que no tiene estudios formales en pintura. No obstante, sus logros en ese campo han sido reconocidos sobradamente. ¿Cómo logró formarse por su cuenta?”.
—“Observando, leyendo y estudiando. A lo largo de los años fui formando una pequeña biblioteca especializada. Abrí ojos y oídos a cuanto pudiera aprender. No perdí oportunidad de visitar museos y disponer de tiempo suficiente para que las visitas fueran tan largas como me pareciera necesario, tiempo que desde luego, nunca ha sido suficiente. Copié obras clásicas y ensayé variantes y matices. Y, sobre todo, he dibujado y pintado sin descanso durante el último lustro, que ha sido de dedicación exclusiva a estas tareas. Sigo y seguiré siendo un estudiante”.
—“Acaba usted de presentar su obra ‘Retrato del Capitán General Juan Rafael Mora’. ¿Cómo nació su relación especial con el Padre de la Patria y Héroe Nacional?”.
—“Nació en mi casa y con mi familia. En casa se admiraba y se respetaba profundamente la figura de Mora y los valores nacionales tradicionales. Mi madre y mi abuela fueron educadoras y en la biblioteca se conservaban numerosas publicaciones del Centenario (1915) que eran frecuentemente citadas. En casa vi las primeras láminas de dibujos y grabados de la Guerra Patria y escuché las historias de sus héroes. En fecha más reciente tuve noticia de la extraordinaria tarea emprendida por la Comisión del Bicentenario, de los igualmente valiosos aportes de grupos como la Tertulia del 56 y de los trabajos de varios investigadores privados. Todo ello ha determinado el enfoque de mi obra futura”.
—“¿Qué nuevos proyectos tiene entre manos?”.
—“El más ambicioso es el friso para el edificio de Correos y Telégrafos: una serie de nueve óleos de gran formato que recogen los principales acontecimientos en la vida y obra del Presidente Mora. Con la ejecución de esta obra, me propongo dos objetivos esenciales. En primer lugar, ofrecer una imagen real de los acontecimientos, rigurosamente apegada a las investigaciones y documentos que se han conservado y, en segundo lugar, rescatar la pintura histórica de nuestra Patria con la esperanza de que tras de mí vengan nuevos y mejores pintores que continúen la tarea. Me propongo también la elaboración en el corto plazo de siete lienzos -de formato grande también- dedicados a las provincias de la República. Estas obras se proyectan para el ornato de un nuevo centro de convenciones del país y en cada una se recogerá una tradición local de interés cultural y turístico”.
—“¿Cuál sueño se le ha quedado aún sin cumplir? “.
—“Nunca he dejado de soñar. Todos los días nacen nuevos sueños. La única diferencia que han hecho los años es volverme más realista en la selección de los que quiero y podría cumplir. Y así escojo, establezco algún orden, fijo prioridades y me doy a la tarea de construir la realidad…para luego crear nuevos sueños y continuar el hermoso viaje de la vida”.
Con una fresca nota de optimismo llegó a su fin un almuerzo memorable.