En las llanas extensiones del campo holandés, Corne de Rooij acaricia con nostalgia los hocicos de sus terneros, preguntándose cuánto tiempo podrá mantenerlos.
La ganadería es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero en Holanda, donde el cambio climático amenaza con inundar su hundido territorio.
"Es mi pasión y mi vida", afirma con un hilo de voz este granjero reservado de 53 años en su establo en el sur de Holanda, donde cría terneros y pollos.
"Si tenemos que parar de criarlos, será doloroso", añade.
Los ganaderos holandeses se ven empujados contra la pared por su propio gobierno, que les hace elegir entre hacer sus granjas más benignas para el medioambiente o cambiar sus trabajos.
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La nueva coalición de gobierno quiere movilizar €25.000 millones ($28.260 millones) para ayudar a reducir los rebaños y reducir las emisiones de nitrógeno, un gas de efecto invernadero emitido particularmente por los fertilizantes y el estiércol.
El pequeño país de 17,5 millones de habitantes está densamente poblado de humanos y de animales, con cuatro millones de reses de ganado, 12 millones de cerdos y 100 millones de pollos.
Es el segundo exportador agrícola del mundo después de Estados Unidos, pero la agricultura también representa un 16% de sus emisiones contaminantes. Además, las vacas son grandes emisoras de metano a través de sus sistemas digestivos.
El gobierno busca diversificar los negocios de los granjeros, mediante formaciones, innovaciones o incluso reubicaciones de sus granjas si están cerca de un espacio natural protegido.
Pero si no se ajustan a estas nuevas disposiciones, el gobierno alertó que podría llegar a expropiar las tierras de los ganaderos.
El ejecutivo asegura que no hay otra opción. Enormes proyectos inmobiliarios que buscaban terminar con la escasez de viviendas han sido ya suspendidos por la corte suprema tras una acción judicial de grupos ambientales por las emisiones contaminantes.
Presionando al sector agrícola para acelerar la transición climática, el gobierno confía en poder reanudar algunos de estos proyectos y reducir las emisiones de nitrógeno en un 50% para 2030.
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Los holandeses se han dado cuenta de que su país es demasiado pequeño para hacer todo a la vez: ganadería, una enorme producción de flores, uno de los mayores aeropuertos de Europa en Ámsterdam, una densa red de carreteras, viviendas para todos y, en medio de todo, espacios naturales.
La nueva coalición del primer ministro, Mark Rutte, no menciona específicamente el tamaño de los rebaños, pero es una medida que ha estado largo tiempo en consideración y ha provocado la ira del sector ganadero.
Los granjeros, que a menudo han estado en el negocio por generaciones, se han sentido durante años abandonados y perdidos, dice de Rooij, instalado en el pueblo sureño de Riel, cerca de la frontera con Bélgica.
"La incertidumbre es enorme" para él y sus compañeros, constantemente enfrentados a nuevas normas que requieren más inversión, dice.
Las últimas disposiciones le costarán casi €1 millón ($1,13 millones) para hacer sus establos climáticamente neutrales.
De Rooij asegura que la ganadería se ha convertido "en una víctima fácil" a la que el gobierno holandés siempre señala en primer lugar.
Está "obviamente preocupado" por el cambio climático, "pero que nos den tiempo y dinero" y "objetivos claros", reclama.
El principal sindicato de granjeros holandés, LTO, asegura que el gobierno hace bien en liberar miles de millones de euros para hacer el sector más sostenible.
Pero critica que se centra más en compensar a los granjeros que dejen la actividad, en vez de alentar a aquellos que quieran continuar.
"Los granjeros pueden ver el cambio en el clima, pueden ver qué deben hacer y quieren hacerlo. Pero hay un coste", dijo a AFP el presidente del sindicato, Sjaak van der Tak.
"Estamos en la línea de salida, pero la sociedad y los políticos deben hacer esta transición posible", insistió.
Hasta entonces, Corne de Rooij debe aprender a lidiar con la incertidumbre.
“Conozco algunos compañeros que piensan que sería mejor dejarlo, porque en Holanda no sabes a qué atenerte”, dijo. “Los políticos deberían volver a poner los pies en el suelo”, agregó.