Laura tiene cinco años de laborar en su actual puesto. Su contrato indica que ella es trabajadora remota y aunque la empresa abrió un espacio presencial a mediados de este año, le dijeron que los contratos no se iban a cambiar y no tendría que desplazarse. Ella vive en Cartago y la oficina está en San José.
“El rendimiento laboral es mucho mayor trabajando desde mi casa porque no tengo las preocupaciones de quienes van a una oficina, como el transporte, el caos vial, la inseguridad, el gasto de tiempo y dinero en desplazarme”, cuenta. Antes de empezar en su cargo actual, pasaba 14 horas fuera de su casa, entre el trabajo y el tiempo de viaje. Ahora dispone de flexibilidad para compartir tiempo con su familia y amigos. Dice que la empresa le entregó a domicilio su equipo y que no conoce personalmente a su directora.
Asegura que en su trabajo es fácil medir la productividad, ya que ella labora por proyectos y al final de cada semana debe reportar el tiempo que dedicó a cada uno. Si cada trabajador no cumple su parte, no se puede avanzar. Señala que si le piden dejar el teletrabajo, probablemente renunciaría, pues considera que su calidad de vida se vería impactada.
Otro trabajador, Alejandro, vive una situación diferente: la oficina de la firma donde labora está en Heredia, él vive en Coronado y se desplaza cuatro días a la semana. Paulatinamente le han pedido que asista más días presencialmente. Tarda entre 45 y 60 minutos por sentido, de lunes a jueves.
Su empresa pertenece al sector tecnológico y la mayoría de sus clientes están fuera de Costa Rica. Él asegura que gran parte de su jornada la dedica a atender reuniones virtuales con clientes extranjeros, por eso se siente “frustrado” de tener que pasar tiempo en presas para llegar a su oficina y llevar a cabo tareas que considera puede hacer sin problemas de forma remota.
Pese a que considera ameno el ambiente laboral y valora la interacción con compañeros, confiesa que ha pensado en cambiar de trabajo por esta situación, ya que ha notado que cada vez hay más carros en las calles y el tiempo que conlleva los viajes lo podría emplear en proyectos personales.
Quizá usted esté en teletrabajo o haya tenido este beneficio durante los últimos años y pueda dar fe de las ventajas que tiene. Pero es posible que también haya notado que cada vez hay más empresas que les piden a sus trabajadores que regresen a las oficinas, alarmando a quienes se acostumbraron a no tener tener que desplazarse para laborar.
¿Significa esto que se agotó el teletrabajo en el país? ¿Apostarán las empresas por un esquema híbrido o volverán tiempo completo a las oficinas?
El teletrabajo ya existía previo a la pandemia y era considerado un beneficio para ciertos puestos. Incluso se podía usar como premio al rendimiento del empleado. Las complicaciones sanitarias del 2020 popularizaron la virtualidad (para evitar contagios) y, de un tiempo para acá, las empresas han optado por regresar a la presencialidad utilizando un modelo flexible, donde los empleados compaginan la virtualidad con tiempo en oficinas.
Un caso reciente fue el de Amazon, que a finales de setiembre dio la orden a sus empleados para que regresaran los cinco días de la semana, alegando las ventajas que tiene para la organización y el empleado trabajar “todos juntos”.
En la época de la crisis sanitaria se vio y se comprobó que el trabajo remoto era viable, pero no para todos.
Aquellos empleadores que defienden el regreso a las oficinas argumentan que la presencialidad fortalece el arraigo, el compromiso con la empresa, y la creación de cultura y convivencia organizacional, y al mismo tiempo les proporciona un mayor control sobre el tiempo de los colaboradores durante la jornada laboral. Detrás de ese argumento está otra gran razón de peso: medir la productividad del empleado.
“La disminución del teletrabajo puede estar vinculada a factores como la percepción de pérdida de control en la gestión de equipos por parte de algunos líderes, inquietudes sobre la productividad y una posible influencia de liderazgos tradicionales que prefieren la supervisión presencial”, consideró Karina López, Gerente País de ManpowerGroup Costa Rica.
También se debe entender que cada empresa es distinta y, dependiendo de su giro de negocio, hará más o menos compleja la adopción de un modelo remoto o híbrido. No es un secreto que hay actividades en las que, sí o sí, se requiere la presencia del trabajador.
Por otro lado, el éxito de un esquema remoto o mixto depende de qué esperan los líderes de la organización sobre la productividad y el grado de flexibilidad que tengan, según Miguel López, socio director de la firma Recluta Talent Hunter.
“En sectores altamente digitalizados, el teletrabajo ha demostrado aumentar la satisfacción y retención del personal, así como mejorar el rendimiento general. Sin embargo, en industrias que dependen de la colaboración presencial y la sinergia diaria, el trabajo en oficina es a veces indispensable”, opinó López.
¿Quiénes hacen teletrabajo en Costa Rica?
De acuerdo con la Encuesta Continua de Empleo, elaborada por el INEC, al segundo trimestre del 2024 había 1.613.140 asalariados en el país, de los cuales 148.981 (un 9,23%) se mantienen en teletrabajo. La encuesta no toma en cuenta modelos híbridos. La mayor parte de ese segmento son hombres (58,8%) y el rango de edad en el que más se concentran los teletrabajadores es de 25 a 34 años, con 70.548 empleados. Además, unos 140.000 teletrabajadores laboran entre 40 y 48 horas por semana, siendo la porción más dominante.
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Desde el segundo trimestre del 2022 al mismo periodo de este año, las cifras muestran cierta estabilidad del porcentaje de quienes laboran a distancia, pese a que la cantidad de asalariados ha cambiado; es decir, la base para hacer el cálculo ha presentado aumentos y disminuciones. La fracción más alta de teletrabajadores registrada fue en el tercer trimestre del 2022, con un 10%, mientras que la más baja fue en el 2023, con el 7,40%.
Volviendo a la estimación más reciente, un 80,9% de quienes trabajan desde casa pertenece al sector privado y, de ese grupo, 60.453 personas se desempeñan en puestos calificados de alto nivel, como gerentes, directores y profesionales similares. Otros segmentos, como técnicos y profesionales de nivel medio y personal de apoyo administrativo, cada uno con unas 44.000 personas trabajando en su casa.
Cuando se analiza el tipo de actividades que permiten laborar remotamente, la mayor parte está en el sector servicios y en lo que el INEC cataloga como actividades profesionales y de apoyo administrativo, en segundo lugar están los quehaceres de comunicación y en el tercero el comercio.
La otra cara de la moneda
Especialistas en materia de gestión de talento humano consideran que la brecha entre las expectativas de los colaboradores y los deseos de los empresarios es cada vez más grande. Por ello, fidelizar a la fuerza laboral aún cuando los patronos les “quiten” el beneficio del teletrabajo no es tarea fácil.
Hay casos en que los líderes les ofrecen incentivos adicionales a los empleados y mejoran los espacios de trabajo, en procura de retener a su personal. El reto principal es cómo lograr el balance vida-trabajo, cómo tener ese ganar-ganar.
“Tenemos que recalibrar nuestros espacios para cumplir con esas prioridades y expectativas. En los últimos años hemos navegado por diversas etapas de trabajo remoto y modelos híbridos, pero seguimos convencidos del valor de la oficina como un espacio esencial para la colaboración, el trabajo en equipo y la interacción, así como la concentración y la productividad personal”, comentó Christine Durman, codirectora de Gensler Costa Rica.
De acuerdo con esa firma de arquitectura, diseño y consultoría estatégica, los entornos laborales que mejor se desempeñan en Costa Rica no solo proporcionan los espacios necesarios para trabajar, sino que también están ubicados en vecindarios con fácil acceso a servicios como cafeterías, espacios al aire libre, instalaciones médicas, transporte público y restaurantes.
“La impresión que vemos es que cada vez se converge más a un esquema híbrido tipo 4-1 (días de la semana) en el cual exista una mayor presencia en el sitio laboral con cierto grado de flexibilidad. No un vuelco absoluto al trabajo en la oficina, sino una propuesta de regreso más atractiva”, explicó Carlos Wong, presidente de la Asociación de Zonas Francas y director general de Code Development Group (zonas francas Evolution y Coyol).
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Con estas tendencias, los espacios a los que los colaboradores regresan no son los mismos que los previos a la pandemia. De hecho, el mercado de oficinas corporativas ha vivido un proceso de transformación gracias a los cambios estructurales en la dinámica y la utilización de las oficinas físicas. Muchos son demandados por las multinacionales que se instalaron en el país tras la pandemia.
Según datos de la firma Cushman & Wakefield y la Cámara de Servicios Corporativos de Alta Tecnología (CamSCAT), en la actualidad, la estrategia de workplace de un 74% de las empresas multinacionales de servicios es trabajar bajo alguna modalidad de trabajo híbrido. Esto es contrario a lo reportado previo a la pandemia, donde cerca de un 70% de dichas empresas ofrecían únicamente de 0 a 1 día de trabajo virtual a sus colaboradores.
Al ser tan específicos los requerimientos de las empresas por los espacios para laborar, se ha modificado la oferta de inmuebles. “Este enfoque en la ubicación privilegiada y en la calidad ha llevado a una reducción en el área total disponible, lo cual contribuye a un aumento en la tasa de disponibilidad. Las empresas están priorizando espacios de alta calidad, incluso si eso implica sacrificar metraje”, indica el reporte de Cushman & Wakefield.
La compañía Newmark da con otra pieza clave en este rompecabezas: los precios de alquiler atractivos e interés de propietarios por ocupar espacios de segunda generación (utilizados por un inquilino, pero que luego fueron remodelados) promueven las migraciones a las oficinas. Ellos notaron durante los primeros nueve meses del 2024 movimientos significativos de mudanzas de empresas a espacios más eficientes ubicados en edificaciones de mayor categoría.
“La demanda por oficinas que faciliten un trabajo híbrido, sostenible y centrado en el bienestar de los empleados es más fuerte que nunca”, señalaron los expertos de Newmark.
En banco Davivienda indicaron que aplican el teletrabajo desde septiembre del 2019 y que gracias a esa experiencia pudieron alcanzar rápidamente hasta el 65% de trabajo remoto en su fuerza laboral, con beneficios en cuanto a flexibilidad y bienestar de la planilla.
“Hemos observado que esta modalidad puede presentar desafíos en cuanto a la cohesión de equipos y la cercanía con nuestros clientes. Por esto, mantenemos un modelo híbrido que no es al 100%, ya que ciertas áreas, como el canal de atención en sucursales, requieren de la presencialidad para garantizar un servicio cercano y de calidad”, detalló Ileana Rojas, gerente de talento humano de Davivienda.
La entidad considera que en el futuro mantendrán un esquema híbrido, ya que eliminar la virtualidad por completo impactaría la retención de talento.
¿Qué se gana y qué se pierde si se disminuye el teletrabajo?
Si bien al trabajar desde la oficina se puede ganar interacción con el equipo de trabajo, fortalecer la cultura organizacional, creatividad e integración general, también genera cambios en el ambiente laboral e incluso en el ánimo de los empleados, que tendrán que presupuestar los gastos asociados a los desplazamientos. Esto sin mencionar que aumentan los vehículos en carretera, con todo lo que esto conlleva.
Si los empleados consideran que a pesar de que han demostrado ser productivos de forma remota y sus patronos les piden volver al espacio físico, se pueden desmotivar y empezar a explorar nuevas oportunidades laborales, lo cual generaría rotación de personal y fuga de talento. Es por eso que las compañías realizan estos movimientos paulatinamente, midiendo cada paso y fundamentando cada decisión.
“Lo que suele pasar es que cuando hay un cambio en la organización, hay una cierta resistencia al cambio y esa es una señal de cierta indisposición con los mandatos de las personas o de quienes dirigen la organización. Tradicionalmente el cambio tiene un costo. Si en una organización las personas piensan, consideran o perciben que el trabajo remoto es muy eficiente y se modifica, pues es difícil o habría mayor resistencia para que acepten un trabajo híbrido”, explicó Roy Campos, especialista en gobierno y cultura organizacional.
Por otro lado, las nuevas generaciones (millennials y Z) son las que más presionan porque se mantengan estos beneficios, incluso más que otros como los miembros de la generación X o los llamados boomers, que ingresaron al mercado laboral en un entorno más rígido. La nueva fuerza laboral valora altamente la autonomía y el equilibrio entre vida personal y laboral, buscando empleadores que ofrezcan opciones que se ajusten a sus expectativas de flexibilidad, incluso pueden rechazar una oportunidad laboral si no cumple estas condiciones.
Según la Encuesta Gen Z y Millennials 2024, elaborada por la firma Deloitte a más de 22.000 trabajadores de 44 países de estas generaciones, para ellos el equilibrio entre la vida personal y laboral es prioridad, incluso más que la remuneración.
Un punto destacado es que los patronos en Costa Rica no pueden obligar a su planilla a volver a la presencialidad de golpe. Según la Ley de Teletrabajo publicada en Costa Rica en 2019, establece en su artículo 5, que salvo el caso de personas que fueron contratadas bajo la modalidad de teletrabajo, el patrono podrá modificar, suspender o eliminar la figura del teletrabajo comunicando al trabajador diez días naturales antes de la implementación del cambio.
“Las personas que hayan sido contratadas bajo la modalidad de teletrabajo tendrían que ser despedidas y recontratadas bajo las nuevas condiciones, dado que el cambio podría entenderse como una modificación abusiva por parte del patrono”, explicó Alejandro Trejos, socio de la firma BDS.
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El especialista en derecho laboral recomendó que cada empleador cuente con una política interna que regule aspectos generales sobre el teletrabajo, así como un contrato de teletrabajo o adenda al contrato de trabajo que establezca las condiciones aplicables con cada colaborador.
Todas las voces consultadas por EF consideran que el modelo del teletrabajo no se ha agotado, pero sí ha evolucionado hacia un sistema que combine “lo mejor de ambos mundos”. La negociación entre partes será clave porque no se visualiza que en el corto plazo el modelo híbrido se desprenda del tejido empresarial en Costa Rica.