En un momento en que el plástico está en la picota, los bloques de construcción de Lego quieren convertirse en campeones del juego verde.
El gigante danés, instalado en Billund (oeste), promete que la práctica totalidad de su producción para 2030 se hará con materiales 100% sostenibles.
Con sus bloques irrompibles y reutilizables, Lego -una contracción del danés 'Leg godt' ("juega bien")-- siempre ha tenido en mente la sostenibilidad, asegura Tim Brooks, encargado del desarrollo sostenible. "Queremos utilizar el plástico de manera sostenible".
El grupo debe adaptarse a los nuevos tiempos.
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Según un estudio reciente de la firma especializada NPD, 47% de los compradores en el mundo han renunciado a un juego por su preocupación con la sostenibilidad.
"Los fabricantes de juguetes están muy interesados en este asunto (...) y hay mucha innovación en el envasado y los materiales", explica a la AFP Frédérique Tutt, experta de juguetes en NPD.
Está excluido que Lego renuncie al plástico, se trata más bien de mejorar sus bloques, que actualmente se fabrican con plástico "ABS", el mismo que se utiliza en los electrodomésticos.
Por el momento, solo 2% de las piezas - 80 de las 3.600 elementos vendidos, proceden de un material de fuentes verdes: el polietileno a base de caña de azúcar, que sirve principalmente para construir los árboles, las hojas y los arbustos de los juegos.
Un reto técnico ya que la sustitución debe pasar desapercibida para los consumidores. Los nuevos modelos tienen que tener las mismas propiedades físicas que los antiguos: rigidez, brillo y sobre todo, que el ensamblado siga siendo compatible.
Transmisión
Con los años, el gigante danés ha pasado del simple bloque neutro a universos completos como el de Harry Potter. Y se ha multiplicado para entrar en la era de la modernidad virtual: desde la aplicación Lego Life a los juguetes conectados y otros éxitos del cine.
Una posición que le ha devuelto el brillo a esta empresa familiar que no está cotizada en bolsa y que a principios de los 2000 estaba moribunda. En 2019, su volumen de negocio aumentó un 6%.
Sobre todo porque el amor al ladrillo, que puede reciclarse, se transmite de generación en generación.
Según Tim Brooks, el 96% de los consumidores guardan sus juguetes o se los pasan a otros, prueba de que las piezas de plástico no son de un solo uso.
"Se puede comprar hoy en las estanterías un producto que funciona con otro de finales de 1950", explica.
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Además del bioplástico, el Lego -que pilota en Estados Unidos un proyecto de reutilización de sus piezas para niños sin recursos- se aventura también de manera prudente en el terreno del plástico reciclado.
"Los materiales reciclados son un aspecto muy interesante pero hay que saber de dónde proceden", dice Brooks.
La empresa, que empezó fabricando juguetes de madera, mantiene secreta su receta de fabricación pero garantiza que reutiliza los restos de plástico en su producción.
En 2014, junto con la ONG WWF, se comprometió a disminuir su huella carbono y asegura que utiliza exclusivamente fuentes renovables de energía desde 2017.
"Han ahorrado energía y se han vuelto más hacia la energía eólica. Ahora, buscan alternativas para su plástico y nosotros les aportamos conocimiento técnico", dice Bo Oksnebjerg, secretario general WWF Danemark.
Kirkby, la casa matriz de Lego, ha invertido cerca de mil millones de dólares en parques eólicos.
Lego trabaja también con los embalajes, cuyo tamaño ha reducido, lo que le permite reducir los costes de transporte. Para 2025, se fabricarán con materiales renovables o reciclados.
Para Antidia Citores, portavoz de la formación de protección del medio ambiente Surfrider Europe, la utilización de un plástico diferente no mejora la situación, ya que en el terreno de los juguetes lo que hay que tener en cuenta no es tanto la producción sino los intercambios.
“Cambiar un plástico por otro no constituye una revolución ni en cuanto a la contaminación ni a las emisiones de dióxido de carbono”, resume esta militante.