Cuando Stephanie Hedrick se dio cuenta de que tenía dificultades para respirar, visión borrosa y confusión mental, meses después de superar el COVID-19, decidió que necesitaba atención más especializada de la que podía brindarle su médico.
"No todos los médicos lo saben todo", afirma esta profesora jubilada de 62 años del estado de Virginia, en Estados Unidos.
Después de meses de terapia de rehabilitación en una clínica especializada cerca de Washington, Hedrick finalmente pudo jugar en el mar con sus cinco nietos el pasado verano.
El Programa de Recuperación de MedStar Covid al que recurrió forma parte de las clínicas que tratan a pacientes que sufren covid de larga duración, un síndrome posterior a la infección que puede afectar casi todas las partes del cuerpo.
"La clínica me dio la esperanza de que la vida seguía", dijo Hedrick.
Hay clínicas similares en otros lugares de Estados Unidos, que fueron surgiendo a medida que se constataba que algunos enfermos que habían tenido el nuevo coronavirus seguían con problemas de salud.
Los médicos saben desde hace años que algunos pacientes que se recuperan de infecciones virales desarrollan síndromes posvirales, pero se desconoce el motivo.
“Algo está sucediendo. Está claro que no es imaginación de los pacientes”, dijo Hana Akselrod, codirectora de la Clínica de Recuperación de COVID-19 vinculada a la Universidad George Washington.
Las estimaciones de casos de COVID-19 de larga duración varían mucho de un estudio a otro (desde el 10% hasta el 35% o incluso el 50%).
Tras caer enferma, Hedrick tuvo arritmias, dolor en las articulaciones y dificultad para respirar. “Es como si alguien tomara toda tu energía, fuerza y motivación para poder hacer algo”, describe.
Eric Wisotzky, director de la clínica MedStar, elabora estrategias con pacientes que consisten en un “equilibrio delicado” de ejercicio y descanso. Algunos incluso recuperan el olfato perdido inhalando aceites esenciales varias veces al día.
Para mejorar la resistencia Hedrick debía hacer ejercicios cortos y fáciles.
Y cuando se siente confundida en una tienda usa las estrategias que le enseñó su logopeda para reducir la velocidad y revisar su lista de compras artículo por artículo. Reconoce que todavía no se ha recuperado del todo pero "tiene períodos más largos de días buenos".
Causa desconocida
Alba Azola, codirectora del equipo de COVID-19 postagudo de Johns Hopkins, en Baltimore, tiene “múltiples teorías” sobre las causas del COVID-19 de larga duración, desde fragmentos de virus que quedan en el cuerpo hasta un descontrol del sistema inmune. “Creo que hay más de un mecanismo en juego”.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) definen el COVID-19 de larga duración como un conjunto de síntomas “nuevos o continuos” que se manifiestan cuatro o más semanas después de que ha pasado la infección aguda, aunque existe desacuerdo sobre qué dolencias son atribuibles a la afección.
A muchos pacientes el mero hecho de que un médico reconozca su sufrimiento ya les alivia.
Marijke Sutter, de 39 años, es una enfermera de Baltimore que se contagió de COVID-19 en marzo de 2020. Cree que fue trabajando por falta de equipo de protección personal adecuado. Acabó dimitiendo al darse cuenta de que necesitaba más tiempo para descansar. “Esos primeros cuatro meses son borrosos”, afirmó Sutter, que cuenta que estaba muy cansada y sufría insomnio.
Consultó a médicos de Johns Hopkins en junio de 2021.
"Está bien que los médicos validen mi experiencia como paciente", dijo Sutter.
Sutter asegura que la meditación y el yoga han sido los más útiles para su recuperación y ahora ha vuelto a trabajar a tiempo parcial, enseñando enfermería a distancia. Pero todavía necesita siestas de tres horas la mayoría de los días.
A Rachel Curley, de 32 años, también le ayudó pasarse a un trabajo de tiempo parcial.
Curley se infectó en diciembre de 2020. En pocas semanas, la fiebre desapareció y fue reemplazada por fatiga extrema, confusión mental y mareos. Su ritmo cardíaco se disparaba con poco que hiciera.
"En cierto modo daba miedo", dijo Curley. "¿Qué pasa si no mejoro?". Le han recomendado que evite el estrés y aumente la actividad física y por ahora funciona.
No existe una solución única, explica Hedrick.