Sant’Agata Bolognese, Italia. Entrar en la fábrica Lamborghini de Sant’Agata Bolognese es descubrir los secretos de ese automóvil de lujo italiano, una marca a caballo entra la tradición y la modernidad y que en 2017 logró un nuevo récord de producción.
Con 3.815 vehículos entregados el año pasado, Lamborghini, fundada en 1963 en una pequeña localidad del norte de Italia, ha triplicado casi sus ventas desde 2010.
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El año 2018 representa un gran desafío: la comercialización en pocos meses de un súper SUV, el Urus, un crossover de cuatro plazas y gran tamaño, un automóvil de lujo que puede rodar tanto sobre el hielo como la arena.
Frente a este reto, que implica duplicar la producción en un año, la fábrica ha tenido que expandirse de 80.000 a 160.000 metros cuadrados.
Cinco modelos Urus se producen todos los días por el momento. Una cifra que llegará a más de 20 cuando la planta funcione a pleno ritmo.
El nuevo edificio surgió hace 18 meses, cuenta con una nueva línea de producción, que entró en servicio en mayo, usa tecnologías de vanguardia, que incluyen “robots cooperativos” para facilitar el trabajo de los trabajadores.
“Es una fábrica muy moderna, donde el trabajo manual sigue siendo esencial, porque es parte del patrimonio de la marca”, sostiene Matteo Martini, del departamento de ingeniería.
A pequeña escala
En el sector histórico de la fábrica, renovado completamente en 2014, nacen los bólidos Huracán y Aventador. De ellos se fabrican entre 12 y 6 por día.
Lamborghini no cuenta con una bodega y todos los autos que se producen están vendidos de antemano. Para obtener un Huracán, por ejemplo, hay que esperar unos ocho meses.
La primera línea de producción está formada por unas 23 estaciones y los trabajadores tienen sólo 37 minutos para realizar sus tareas. Una pantalla cuenta los minutos y segundos.
En la siguiente línea se fabrica Aventador, que tiene 12 estaciones con 75 minutos de labor.
El trabajo por lo tanto es aún más artesanal, y por ello se necesitan 44 días para fabricar este automóvil, cuya carrocería, fabricada ‘in situ’ en fibra de carbono, pesa 147 kilos.
Un Lamborghini Huracán cuesta aproximadamente 180.000 euros, mientras Aventador llega a los 337.000. Algunos modelos pueden costar más de un millón de euros.
El sueño de Ferruccio Lamborghini, que se lanzó en la fabricación de autos deportivos de lujo tras haber amasado una fortuna con los tractores, era el de “crear un automóvil perfecto”.
Sólo 120 vehículos fueron fabricados del primero, el modelo 350 GT. Si bien el número de deportivos ha aumentado desde entonces, Lamborghini sigue siendo sinónimo de exclusividad.
El cliente puede personalizar su automóvil, desde las llantas hasta el color de las costuras pasando por el cuero de los asientos. El control de calidad es muy elevado.
Los automóviles suelen ser probados en carretera y son sometidos a un verdadero diluvio.
“Son bombardeados con 400 litros de agua por minuto para verificar posibles infiltraciones”, subraya Attilo Mandetta, jefe del departamento de acabados.
“La fábrica de Lamborghini es como una clínica impecable, todo se hace con un rigor muy alemán, adquirido a lo largo de los años después de que Volkswagen la compró en 1998”, confiesa Julien Diez, de Sport Auto.
Actualmente, 1.600 personas trabajan en la fábrica y otras 200 se sumarán a finales del 2018.
Lamborghini, cuyos salarios son superiores al promedio en el sector automotriz, ha sido galardonado con la certificación “Top Employer Italia” por cuarto año consecutivo, gracias a su política de gestión de personal, control médico y acceso a diversas actividades.
Como Matteo Martini, Claudio Lammana y Simone Occari, dos empleados, se sienten orgullosos de trabajar en lo que consideran “una familia”.