Desde que se cerró la Fundación Costarricense del Bambú, a mediados de los años 90, la pequeña industria local se redujo, pero un grupo de empresarios ha tratado de revertir esta situación los últimos años, logrando pequeños avances.
La Asociación Costarricense de Bambú (Acobambú) se constituyó formalmente en el 2008 y, desde entonces, ha tratado de impulsar el cultivo y la fabricación de productos hechos a base de esta madera.
Acobambú se ha dedicado a organizar grupos de agricultores y a capacitarlos para que aprendan a cultivar esta planta.
La propuesta es que los agricultores comiencen a usar el bambú desde las fincas con la construcción de viveros, invernaderos, cercas vivas (planta sembrada) o muertas (elaboradas artesanalmente).
Esta planta almacena mucha agua, por lo que también se promociona como una alternativa para proteger acuíferos.
La Universidad de Costa Rica (UCR), por su parte, ha desarrollado varios proyectos desde la Facultad de Agronomía para impulsar los cultivos in vitro .
Además, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) trabaja desde hace dos años en el Programa Nacional de Bambú, cuyo objetivo es aumentar las hectáreas cultivadas.
En esta iniciativa participan representantes del Tecnológico de Costa Rica (TEC), Universidad de Costa Rica (UCR) y empresas productoras como Bambú Tico.
Parte de las metas de estas iniciativas es tener mayor materia prima nacional y ampliar el proceso de producción, de manera que también se trabaje con la fibra.
Además, empresas como Bambú Tico y Generation Pacifique también han encontrado formas de generar un valor agregado con este material.
Pequeña industria
Estimaciones de Acobambú y del MAG indican que en el país existen unas 1.000 hectáreas sembradas con esta planta, de las cuales, unas 800 están en condiciones aptas para utilizarse.
Las plantaciones se concentran sobre todo en Pérez Zeledón, el Atlántico y San Carlos.
“Hay mucha gente capacitada para trabajar el bambú, pero falta apoyo, es una industria que aún le falta madurar y crecer”, afirmó Adelina González, fundadora de la Asociación del Bambú.
Con el programa del MAG, podrían llegarse hasta 5.000 hectáreas plantadas, lo que permitiría incluso exportar. Actualmente, la cantidad exportada es mínima e inestable, pues apenas alcanza lo cultivado para satisfacer la demanda local.
Para lograr ampliar el área sembrada, el MAG coordina con el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo) la obtención de financiamiento para los cultivos nuevos.
En el país, este material se utiliza principalmente para hacer muebles y estructuras grandes, debido a su resistencia, pero en el mundo tiene otros usos.
“Se puede comparar de manera favorable con materiales de uso común como el hormigón, el acero y la madera”, externó Gilbert Charpentier, coordinador del programa.
El interés por este tipo de material se debe a que, a diferencia de un árbol maderable, esta especie se multiplica vegetativamente y tiene una velocidad de crecimiento muy alta, pues en una sola noche puede crecer 60 centímetros.
“Tras la caída en los años 90, esta industria está tomando un segundo aire y está en camino de crecer”, agregó Charpentier.
El bambú genera poco desperdicio y ninguna corteza que eliminar, por lo que genera residuos mínimos. Es, además, un gran fijador de carbono y posee propiedades estructurales tales como la relación resistencia/peso que excede a la mayoría de las maderas y puede incluso compararse con el acero.
Manuel Retana, gerente de Bambú Tico, recalcó que el bambú también es útil en construcciones de zonas con alta incidencia sísmica, pues es maleable y resistente. Esta empresa, fundada en 1980, es una de las pioneras en el trabajo del bambú, tanto en plantaciones como en productos.
Falta tecnología
Además del uso constructivo, el bambú puede aprovecharse para crear fibras y fabricar otros derivados como tela, proceso que no se realiza en el país.
Acobambú y Retana están realizando estudios sobre la factibilidad de montar una fábrica de fibra en el país. Sin embargo, el camino no es sencillo.
La variedad de bambú que se utiliza para crear fibras es una que no se produce localmente. Este se debe cocinar para convertirlo en celulosa y de ahí fabricar la fibra.
En el país se venden prendas de vestir hechas de fibras de bambú, tales como Generation Pacifique o Fibras Orgánicas, pero la fibra no se produce localmente.
Retana, de Bambú Tico, consideró que por ahora la industria del bambú debe estar dirigida a la producción de madera ingeniarizada como materia prima para producción de muebles y usos en la construcción y vigas estructurales.