Vainilla Beauty se enfrentó al COVID-19 con la inversión en equipo de protección para clientes, colaboradores y la diversificación de productos en su página de E-commerce. Actualmente vende artículos de higiene personal, herramientas y tratamientos para que sus clientes se cuiden desde sus casas, pero debe lidiar con el aumento en los precios en ciertos artículos como las mascarillas.
Ir a un salón era parte de la rutina de muchas personas, arreglarse el cabello, manicure, pedicure y tratamientos capilares. Como a todos, de la noche a la mañana se vieron obligados a cerrar temporalmente sus operaciones y reinventar sus servicios para mantenerse en pie.
Es una compañía costarricense de salones de belleza. Nació en el 2010 como una empresa familiar que durante los últimos dos años ha abierto cuatro locales más para un total de seis espacios comerciales.
Andrés Vargas, gerente general del grupo Vainilla comenta de cara a la emergencia sanitaria su principal reto fue adecuar sus presupuestos para mantener a sus 70 colaboradores y continuar brindando servicios. Además, su proceso de reinvención implicó conseguir nuevos canales de venta y la búsqueda de proveedores inusuales para ofrecer diferentes artículos que cumplieran con la nuevas necesidades de sus clientes.
Conocieron de los posibles efectos de la pandemia a raíz de informaciones en otros países, pero en marzo tan pronto fueron conscientes de lo que implicaría para su negocio realizaron un presupuesto extraordinario proyectando pérdidas y de manera paralela un plan de reinvención para sus servicios.
“Hicimos un plan de continuidad ante el COVID-19. Me senté con el departamento financiero, y desde marzo presupuestamos la perdida inevitable que traería marzo y abril. Posteriormente, nuestra digitalización aceleró todo desde forma de trabajo hasta formas de venta” , explicó Vargas.
Vainilla Beauty ya contaba con una plataforma de e-commerce y un departamento de servicio al cliente, ambos se fortalecieron durante la crisis. Como muchas otras empresas con la llegada del COVID-19 optaron por diversificar la venta de artículos en línea. Incluyeron alcohol, alcohol gel, purificadores de aire y caretas plásticas como parte de su nueva oferta. Además empezaron a promocionar productos para el cuidado del cabello, cuerpo y uñas desde el hogar.
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Sus clientes respondieron a las mejoras en sus canales digitales, de manera que mientras sus ventas de servicios en las sucursales disminuía la visitación en su sitio web aumentó en un porcentaje de más de tres dígitos. Vargas destaca que el desarrollo actual de su página web es solo el inicio pues la cadena tiene planes de expansión, los cuales debido a la pandemia están es pausa pero desean retomar para los próximos tres años.
Adicionalmente asegura que el movimiento que ha tenido su sitio de e-commerce les ha permitido que otros proveedores les contacten para posicionar sus productos y vender a través de su sitio web.
Nuevos proveedores
Vargas comenta que colocar productos de primera necesidad en su sitio web no ha sido tan ágil como imaginaban porque pueden durar hasta un día completo encontrando tres proveedores diferentes para un mismo producto que les permita comparar precios.
El responsable de la cadena de salones de belleza explica que la búsqueda de nuevos proveedores fue uno de sus principales retos, pero contar con una infraestructura comercial y un departamento de compras les facilitó encontrar las personas indicadas para su nueva línea de venta.
Por otra parte explican que no consiste solamente en encontrar al proveedor sino conseguir uno que venda los artículos a un precio real.
De manera anecdótica Vargas cuenta que en sus sucursales tienen mascarillas quirúrgicas para realizar procedimientos en el cabello denominados “keratina”. Cada sucursal tiene una reserva para dos meses y recientemente se agotaron debido a que su utilización es diaria por parte de colaboradores. Anteriormente la caja tenía un costo de ¢2.500, pero al cotizar nuevamente el valor se había elevado a ¢40.000.
“Cuando se vende alcohol la gente lo califica a uno como un ladrón, pero lo que no saben es que es un negocio y el mismo alcohol que antes comprábamos en ¢8.000 ahora cuesta ¢18.000”, explicó Vargas.
Medidas de protección
Dentro del plan de contingencia de la cadena asegura que ha invertido más de $15.000 dólares en infraestructura de protección, equipo especial, alcohol y en capacitación sobre protocolos para sus colaboradores.
Parte de su estrategia comercial implicó promocionar un nuevo estilo de atención al cliente. Con el fin de proteger a sus colaboradores en los salones hay paredes de acrílico que separan a las manicuristas de los usuarios, además al entrar a sus instalaciones se toma la temperatura, posteriormente las personas deben aplicarse alcohol en gel y mientras se realizan procedimientos en su cabello las especialistas utilizan guantes y caretas protectoras.
Vargas asegura que los procedimiento son casi militares y que tanto los usuarios como sus colaboradores están comprometidos a seguir estos procedimientos pues reconocen que es necesario para evitar risegos.