El centro comercial se llama El Cafetal y queda cerca del Hotel Marriott de Belén. Hasta allá fuimos para visitar un restaurante recién inaugurado, de comida italiana, llamado Il Cavallino. Nuestra invitada, Carolina Leñero, publicista y mercadóloga de formación, es una joven ejecutiva que se define a sí misma como “propositóloga y consultora de empresas con alma”. Su hoja de vida es polifacética y su trabajo actual se enmarca en las tendencias más modernas del llamado capitalismo consciente.
El ambiente del restaurante es agradable, formal pero no en demasía, amigable con las familias y una cocina que da sorpresas.
Entradas
Crema de espárragos . Espárragos frescos, fondo de vegetales y crema. De consistencia quizás algo líquida, pero con la ventaja de que el sabor de los espárragos brilla solo, sin los obstáculos del espesante.
Burratta de la casa. La burratta, acompañada de queso, tomate y albahaca. Exquisita; el colorido del plato y su composición abren el apetito apenas llega a la mesa.
Burratta trufada. Con crema de trufa. Tan sabrosa como la anterior versión y emplatada para destacar la frescura de sus ingredientes.
Platos fuertes
Pulpo a la brasa. Con caramelo de pimentón y espárragos. La carta promete que vendrá con una espuma de tortilla española (muy a lo Ferrán Adriá), pero no la tenían en esta ocasión. Decepcionó, por eso y por estar un tanto duro, aunque gustoso.
Pasta con albóndigas al carbón al estilo napolitano. Pasta fresca, con tomate y parmesano. La carne, tierna en el centro; el exterior firme y el todo, gustoso.
Pizza quatro formaggi. Con parmesano, gorgonzola, mozzarella y fontina . ¡Pero qué buena! Tanto la pasta como la cobertura realmente memorables.
Rissotto con parmesano. Con alcachofas caramelizadas. Lo mejor de ambas visitas. Realmente un platillo perfecto, en cuanto a cremosidad, sabor y apariencia.
Scalopini a la Marsala . Con papas al romero y una reducción de Marsala. Bien, pero no estaba a la altura de otros platos del menú, ni en el sabor ni en la apariencia.
Postres
Panacotta con frutos rojos. Sabrosa y de buen ver.
Crepas con nutella. El relleno estaba un poco desproporcionado a favor de la crema chantilly que le competía a la nutella . Las frutas que lo acompañaban no terminaban de integrarse al plato, especialmente el kiwi, que se sentía demasiado maduro. La carambola, por excepción, si parece un elemento acertado.
Fresas al Grand Marnier. Nada del otro mundo. Cumplidor. Se siente más la leche condensada que el aroma del licor.
Delikatessen
—La burratta es un queso fresco italiano, emparentado con la mozarella .
—Su nombre, por su caracter cremoso, viene del vocablo italiano “burro”, que significa mantequilla.
—Su color es un apetitoso blanco reluciente y su superficie es lisa.
—Se puede comer de mil maneras, la más simple: con unas gotas de aceite de oliva de buena calidad. Su paladar lo agradecerá.
—Con hongos frescos es riquísima, sobre todo con una vinagreta que incluya aceite balsámico.
—Como el mozarella , liga de maravilla con tomates y albahaca.
A tomar en cuenta
Para el establecimiento
—Es preferible acortar el menú, que tiene logros notables, a efecto de que haya mayor control de las existencias y que no ocurra que algo que figura en la carta no está disponible.
—Vale la pena darle una mayor atención a los postres.
Para los clientes
—La carta es interesante y muestra algunos platos muy bien logrados que no figuran en muchos otros restaurantes italianos de la capital.
—Las pizzas son excelentes.
—La cocina está a cargo del experimentado chef Marcos Corella, quien trabajara recientemente en el restaurante Bacchus.
—El ambiente y el servicio son agradables e invitan a volver.
Calificación Final
Tres caracoles y ¾
Dirección: Centro Comercial El Cafetal. Contiguo al Hotel Marriott, Calle Arbolito, La Ribera de Belén.
Teléfono: 2573-0426 / 2573-0428
El otro menú
Su apariencia juvenil no prepara al intelocutor para la madurez, elocuencia y coherencia de sus respuestas. Carolina Leñero, experta en mercadeo y publicidad, consultora y propulsora del capitalismo consciente y el Soulful Branding en Latinoamérica, conoce bien sus temas y sabe para dónde va. En su hoja de vida tiene ya logros impresionantes y navega a toda vela en el logro de sus metas. Conversar con ella es abrir la puerta a una nueva manera de hacer las cosas en el mundo empresarial.
—Le correspondió liderar la creación y lanzamiento de la marca país "esencial
Costa Rica". ¿Qué significó esto para usted?
—“Todavía no he tenido en mi vida honor igual que el de haber liderado un proceso tan importante como ese. Nació dentro de mí un amor todavía más profundo por el país, reconociendo facetas que no sabía que existían y el esfuerzo que hemos puesto en crear un país con tantos logros y valores, que se aprecian a nivel internacional. A nivel profesional, fue como un doctorado. Trabajé de la mano de gurús internacionales en desarrollo de marcas país y tuvimos que innovar, ya que aún es un área en desarrollo a nivel mundial. Tuve la dicha de interactuar con muchísimos entes del sector público, privado y sociedad civil y aprendí de la importancia, no solo del resultado, sino de lo que se logra con un proceso colaborativo y coherente”.
–¿Cuáles fueron los principales retos que le tocó superar en el proceso?
—“El principal fue lograr una sinergia, colaboración y trabajo en equipo entre las instituciones que conforman el Comité de Marca País. Al final de mi gestión, puedo decir con orgullo que teníamos establecido un mecanismo de diálogo y trabajo colaborativo que es ejemplo a seguir, no solo a nivel nacional, sino también a nivel internacional. Otro reto adicional fue comunicar que la marca tiene objetivos principalmente internacionales y que por lo tanto rescata, además de la cultura y el turismo, el talento, habilidad y valores de los costarricenses, así como el refinamiento de los productos y servicios de exportación”.
—¿En qué momento comenzó a trabajar en temas de capitalismo consciente?
—“El proceso de desarrollo del protocolo de evaluación de marca país para empresas me empapó de las buenas prácticas corporativas y el impacto positivo que podían tener empresas rentables en temas ambientales y sociales. A través de esos tres años aprendí de la transformación de la que puede ser parte el branding y encontré mi propio propósito superior. Fue a partir de ese trabajo de investigación que descubrí el capitalismo consciente. Al cumplir mi ciclo en la posición, supe que mi próximo paso no sería simplemente mercadear productos de consumo masivo, sino asesorar y trabajar con empresarios en recuperar esa forma consciente de hacer negocios, algo que en la historia de Costa Rica, se ha procurado al menos desde finales de los años 40”.
—Lo que usted llama “capitalismo consciente” viene a ser algo así como emprendedurismo con responsabilidad social?
—“Más que con responsabilidad social, es con consciencia… consciencia de cómo sus acciones y decisiones afectan a sus públicos internos, a sus público externos y a su billetera. El capitalismo consciente busca evidenciar que los negocios no son ‘suma-cero’; no tiene por qué haber un ganador y un perdedor en las transacciones de negocio. Es la filosofía de negocio que reconoce al capitalismo como un creador de valor, pero que con el tiempo se ha vilificado. El capitalismo–como lo planteó Adam Smith– tenía como objetivo dar y recibir valor: satisfacer necesidades de otros, mientras satisfacíamos las nuestras (relaciones ganar-ganar). Con el tiempo, los negocios se han enfocado de manera desmedida en la generación de ganancias, pasando por encima de las necesidades humanas de su personal (explotándolos, ya sea en tiempo o recursos), de sus clientes (calidad variable y sobrepromesas), sus proveedores (regateos y traiciones), el ambiente y la comunidad (hasta hace unos años, las empresas ni siquiera reconocían que la mayoría de sus acciones los afectan directamente)”.
—¿Podría decirse que se trata de una gestión de negocios que va más allá que simplemente el afán de hacer dinero?
—“Definitivamente, pero sin sacrificar las ganancias que hacen que las empresas sean sostenibles en el tiempo. En el estudio realizado por Raj Sisodia en su libro‘Firms of Endearment’ se evidencia que las empresas conscientes pueden llegar a ser mucho más rentables de forma sostenida a largo plazo que empresas como las S&P 500. Por muchas razones, pero principalmente porque toman decisiones pensando en el largo plazo, generan mucha lealtad entre todos sus públicos de interés, tanta lealtad que baja la rotación de personal –evitándole a la compañía las curvas de aprendizaje de nuevos empleados–, crea vínculos casi personales con sus consumidores, puede trabajar de la mano y de forma consistente con proveedores para el desarrollo de innovaciones y finalmente, porque la gente va a hablar mucho de la compañía (sin necesidad de un exceso de inversión en mercadeo). Dicen que perseguir ganancias es igual que perseguir la felicidad, entre más rápido corremos tras de ellas, más rápido se van. Para que las ganancias sean sostenidas en el tiempo, deben ser la recompensa de un trabajo bien hecho. Los consumidores premian con su billetera a aquellas empresas que quieran hacer las cosas bien y –cada vez más– castigan a las empresas que no son transparentes y coherentes”.
—¿La metodología se aplica para cualquier tamaño de empresas?
—“Sí, desde una empresa unipersonal hasta una multinacional. He podido identificar dos formas en las que se inicia un negocio: por un sueño de cambio o mejora, o por la identificación de una oportunidad de mercado virgen y atractiva. Con los primeros, se lleva un proceso de redescubrimiento del propósito (eso que con los años perdimos de vista): el motor que nos mantuvo con vida cuando en los primeros años todavía el balance estaba en rojo. Con los segundos, el proceso es más arduo y necesita un compromiso grande por descubrir y vivir ese propósito en el día a día. La clave para llevar a cabo un proceso como estos es la calidad del líder de la empresa, sus valores y la coherencia en sus acciones. El resto, lo podemos desarrollar juntos. Don Ramón Mendiola, CEO de FIFCO, dijo en su última presentación de resultados que al adoptar el capitalismo consciente a veces hay que tomar decisiones duras que parecen ser contraproducentes, pero aclaró que el tiempo le da la razón a esta gran filosofía de negocio”.
—¿Cuáles serían dos formas fundamentales y distintas de hacer las cosas aplicando este sistema en una empresa de mediano tamaño?
—“Al tener un propósito tangible, la toma de decisiones se lleva a cabo de manera más intuitiva, aumentando la transparencia, la coherencia y disminuyendo la burocracia corporativa. Por ejemplo, el propósito de la aerolínea Southwest es darle a la gente la libertad de volar. Siempre se han caracterizado por sus precios accesibles y su facilidad para canjear millas y otros servicios. Cuando otras aerolíneas empezaron a cobrar las maletas para mantenerse a flote después de la crisis del 2008, tuvo que tomar una decisión. Decidió mantenerse fiel a su propósito y no cobrar. Utilizó una campaña ingeniosa y le comunicó a la gente que sus maletas viajaban gratis en Southwest. Sus ganancias subieron más que si hubieran cobrado por las maletas, ya que consumidores de la competencia prefirieron la filosofía de Southwest. Otra característica fundamental que cambia es que dejamos de ver al personal como un simple recurso y al consumidor como un ‘segmento de negocio’. Empezamos a entender la humanidad detrás de los negocios (no hay que olvidar que corporación significa grupo de cuerpos o personas)”.
—¿Cuál es el sueño que la mueve actualmente?
—“Desde pequeña he querido tener un impacto en el mundo. He intentado distintas formas: he voluntariado a través de fundaciones, donado dinero, trabajado en el gobierno. Sin embargo, siento que el trabajo que hago hoy en día como consultora de empresas, me permite lograr lo que siempre he buscado: trabajar con líderes empresariales conscientes y comprometidos para lograr empresas y sociedades exitosas al impactar positivamente las vidas de las personas más necesitadas. Los gobiernos han probado que no han podido erradicar la pobreza, la desnutrición, la falta de agua ni la falta de educación, por nombrar algunos. Sin embargo, el sector privado tiene acceso a millones de personas y a sus familias; tiene la capacidad de impactar la vida de sus colaboradores, de sus comunidades, de sus consumidores –sin dejar de ser rentables. Mi sueño es impactar el bienestar de la mayor cantidad de gente posible a través del trabajo colaborativo con líderes conscientes que tienen bajo su cargo y responsabilidad a decenas, cientos y hasta miles de vidas”.
—¿Cómo se ve de aquí a diez años?
—“Viviendo los frutos de las semillas que estoy sembrando: empresas más conscientes, líderes más humanos y personas plenas que tienen la oportunidad de llegar a su máximo potencial. Con un sentimiento de plenitud y agradecimiento por haberme arriesgado a emprender y vivir mi propósito personal. Aprendiendo algo nuevo. Disfrutando los frutos de relaciones de cariño, generosidad, amor y apoyo con mi pareja y mi familia. Me veo haciendo arte a través de la pintura, un hobby que acabo de retomar. Me veo devolviéndole al mundo todas las cosas positivas que me ha permitido vivir y hacer. Dedicada a construir bienestar y a dejarme sorprender por las lecciones de la vida”.
La cena llegó a su fin, pero la conversación deja muchos temas importantes en los cuales pensar.