Un año después de iniciar operaciones, Piñas Cultivadas de Costa Rica comenzó la exportación de piña fresca a diversos mercados, colocando actualmente un 75% de su producción en Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, España, Portugal y Holanda.
Esta es una de las 1.605 compañías de capital nacional que exportan sus productos y que, pese a ser mayoría en cantidad, genera un aporte menor al de empresas de capital extranjero en términos de dinero.
Así se desprende de una base de datos realizada por la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer) a petición de EF. En esta se incluyeron las compañías que en el Registro Exportador indicaron que su capital social –valor de los bienes y el aporte de los socios– provenía de Costa Rica.
Las empresas con sello costarricense aportan un 30% del total del valor exportado a octubre del 2018, según Procomer.
El que aporten menos dinero no es un hecho para preocuparse, pues en la mayoría de economías internacionales el comportamiento es similar. No obstante, preocupa que la base de capital nacional sigue aferrada a una oferta tradicional de bienes.
Por esta razón, la estrategia país viró hacia una nueva ruta. La administración actual e instituciones como Procomer trabajan para que surjan nuevos “negocios con propósito”, sin descuidar el fortalecimiento de las compañías con mayor trayectoria.
Esta situación se da en un contexto positivo para el país, que logró exportar $651 millones más en el 2018 en comparación con el 2017, según datos a noviembre. Con estas cifras se alcanzaría un récord histórico, tanto en bienes como servicios.
El valor de las exportaciones de Costa Rica ha crecido entre un 6% y 8% en los últimos cuatro años.
Perfil exportador
A nivel de productos, el 55% de las exportaciones de Costa Rica son de bienes y el resto, de servicios, un balance que caracteriza a países desarrollados.
En total, 2.731 empresas producen bienes en Costa Rica. De esa cantidad, casi un 68% son de capital nacional, según datos de Procomer, a octubre del 2018.
Pese a ser mayoría, el aporte de las empresas de capital nacional alcanzaba apenas un 30% del total del valor exportado ($2.879 millones de un gran total de $9.506 millones).
Esta situación es común y opera así en todo el mundo. “Las economías de escala, los mercados, la inversión previa que tienen las multinacionales, por ejemplo de zona franca, son grandes”, explicó Pedro Beirute, gerente de Procomer.
El aporte de las empresas de origen local resulta significativo, aún más si se analiza desde la óptica del empleo. Sin embargo, se evidencia cómo las compañías alimentadas por fondos costarricenses, mantienen su dependencia a la producción de bienes tradicionales.
Por ejemplo, de las 1.605 compañías de capital nacional, un 20% se aferra a la producción de piña, mientras que quienes exportan prótesis de uso médico representan apenas 1%.
El valor de las exportaciones de piña por parte de las empresas nacionales ascendió a $573,6 millones a octubre del 2018. Mientras que las de prótesis de uso médico alcanzaron los $35,6 millones.
La necesidad de mayor diversificación respecto al destino de exportación también salta a la vista. Mientras el sector exportador de Costa Rica lleva sus bienes a 153 países, las empresas que nacieron con fondos locales lo hacen a 70 destinos (poco menos de la mitad).
Una oferta basada en tradición, ¿y la innovación?
El nivel de diversificación del país ha evolucionado de forma importante en los últimos 30 años. En ese lapso, se pasó de concentrar el 80% de las exportaciones de Costa Rica en productos tradicionales a lo opuesto.
Esa transformación llegó principalmente gracias al aporte de las multinacionales, donde sobresalen las que pertenecen a los sectores de manufactura avanzada y dispositivos médicos.
Por su parte, las empresas de capital nacional se aferran a los productos tradicionales y se mantienen fieles a mercados como Estados Unidos.
Estas compañías pueden ofrecer calidad y atender a nichos en los que destacan a nivel internacional, pero están lejos de catalogarse como innovadoras o apegadas a la denominada industria 4.0, en la que predominan las máquinas, la tecnología y hasta la inteligencia artificial.
Las empresas nacionales se concentran más en la producción de piña, banano, leche y nata sin concentrar, así como café oro.
Son pocos los casos que se diferencian, como lo es Establishment Labs, que está dentro del 1% que exporta prótesis de uso médico.
La dificultad de acceso a financiamiento, lo caro que resulta producir en el país y el exceso de trámites, son parte de las trabas que señala el sector empresarial, así como Comex, Cadexco y Procomer. Incluso, Beirute señaló que los productos nacionales compiten en el exterior por su calidad y no precisamente por su precio.
Juan José Chacón, CEO de Establishment Labs, reconoce que cuando comenzó (en el 2004) le esperaban años retadores.
Este negocio recibió dinero de inversionistas extranjeros para crecer y tras 14 años desde su arranque, en 2018 la empresa logró cotizar en la bolsa de valores Nasdaq.
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En ese momento, Chacón resaltó que quienes estaban recibiendo el retorno de inversión por el crecimiento de Establishment Labs, eran en su mayoría inversionistas extranjeros, pues en Costa Rica muchos tuvieron opción de aportar en el principio, y la dejaron pasar.
Este es un claro ejemplo de que en suelo nacional no es fácil encontrar financiamiento, aún cuando la idea puede ser atractiva y viable para un negocio global.
Aun así, es claro que los proyectos más innovadores son la minoría entre las empresas de capital nacional que exportan.
Más allá del financiamiento, las compañías nacionales se topan con la posibilidad de formar parte de encadenamientos con las multinacionales, lo que les abre la puerta al mundo exportador.
Una empresa nacional debe ajustarse a estándares y normativas internacionales para cumplir con lo requerido por una multinacional, y así poder venderle su producto. Esto le permitirá llegar con mayor facilidad al mercado internacional.
“Eso (vender servicios y bienes a firmas extranjeras) es muy positivo porque son parte de la economía formal y además se van haciendo cada vez mejores, más innovadoras, por los altos estándares”, destacó Dyalá Jiménez, ministra de Comercio Exterior.
Un 38% de las compras de insumos que hacen las empresas exportadoras, en Régimen de Zonas Francas, son a empresas nacionales.
El reto está en no comercializar únicamente con una multinacional establecida en territorio nacional –puesto que los ingresos dependen únicamente de esta– y animarse a llevar su oferta al exterior por cuenta propia.
A pesar de que Piñas Cultivadas de Costa Rica forma parte de una oferta exportable tradicional, se ha abierto fronteras al contar con una propuesta acorde a un negocio con propósito al considerar aspectos sociales y ambientales en su producción.
Acciones para mejorar la oferta exportable
Costa Rica quiere avanzar hacia un perfil exportador nacional en el que predomine la innovación y los negocios con objetivos no solo económicos, sino también sociales y ambientales.
La apuesta es encontrar e impulsar a emprendedores que tengan un propósito detrás de su oferta y que nazcan con el pensamiento de ser globales, que quieran exportar.
La estrategia para lograrlo son las alianzas interinstitucionales, en donde Procomer, Comex, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y hasta el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) formen parte de una mancuerna que desarrolle nuevos e innovadores negocios.
En el tema de innovación, André Garnier, ministro de coordinación con el sector privado, y Luis Adrián Salazar, ministro de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, también están haciendo esfuerzos para fortalecer una agencia de innovación. Se valora que sea el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit).
“Todo el análisis lo están elaborando para traer una propuesta, porque hay recursos a veces dispersos que se pueden usar de una manera mucho más dirigida a proyectos distintos”, explicó la ministra de Comercio Exterior.
Eso sí, de la mano del surgimiento de nuevos negocios, se espera que los que ya operan también se apeguen a las nuevas formas de funcionamiento. Algunos ya lo han comprendido, como por ejemplo: Corbana –que agrupa compañías de capital nacional y extranjero– y Standard Fruit Company.
Esa última empresa asegura que los clientes son cada vez más sensibles a que los productos que consumen sean generados con buenas prácticas ambientales y sociales. “Esta es la forma en la que nos hemos venido diferenciando”, resaltó el director legal de la empresa, Juan Carlos Rojas.
Para respaldar que sus operaciones tienen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, las firmas se apegan a políticas ambientales, de responsabilidad social y de calidad como ISO 14001, Global Gap, Rainforest Alliance y Fair Trade.
Procomer, por su parte, es del criterio de que la empresa exportadora nacional ha sido exitosa y el reto está en gestar nuevos emprendimientos que quieran producir bajo la sombrilla de la innovación, el valor agregado y que nazcan para ser exportados.
Uno de los programas que impulsa nació para vincular a los emprendedores con multinacionales. Cuando una de estas compañías tiene una necesidad, comparte el reto y la tarea de innovación es asumida por el ecosistema emprendedor.
Para esto se han creado más de 20 consorcios de innovación, en los que varias pymes se unen en grupos afines para producir, innovar y aprovechar oportunidades. El proceso se gesta con fondos del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD).
La ambiciosa meta de gestar negocios con propósito se trabaja en el proyecto Transformación Productiva Verde, mediante el que se mapean 200 pymes y se invierte en su transformación productiva hacia prácticas sostenibles.
Esto se logra con la cooperación de $4 millones provenientes de Crusa, fondos que se usan para que los negocios inviertan en su matriz energética, gestión de residuos y políticas de calidad, entre otros aspectos.
Los resultados de las exportaciones hasta ahora demuestran que Costa Rica tiene la materia prima para impactar aún más los mercados internacionales. Sin embargo, queda esperar que las ideas y las iniciativas de las autoridades, así como de las compañías, prosperen al mismo tiempo que se superen problemas muy conocidos, como la falta de financiamiento y la tramitomanía.