Cualquiera diría que Mauricio Robles tenía la vida “resuelta”: es administrador de empresas y máster en economía, tenía un buen puesto en un banco privado y escaló cargos gerenciales a lo largo de 10 años de carrera.
Sin embargo, la verdad es que, desde hacía tiempo, la semilla de emprendedor quería germinar. Pero quería hacerlo con sus grandes pasiones: cine, música, literatura y videojuegos.
De todo eso se declara un consumidor compulsivo pero reconoce que el mercado le generaba mucha frustración para encontrar opciones sencillas y baratas. ¡Allí estaba la oportunidad de negocio!
Dejar el estado de confort no sería fácil. Crear algo propio tenía una alta dosis de riesgo. Pero renunció a su trabajo, se gastó todos sus ahorros y luego el socio que emprendería con él su aventura, decidió separarse al no ver los frutos en el corto plazo.
Empero, el tiempo y su paciencia le darían la razón. Mauricio Robles es hoy socio fundador y gerente de Aditi S.A. la empresa que respalda la marca de los quioscos de entrenimiento Kiboo.
Juegos a ¢1.000; DVD a ¢500
Se trata de tiendas encapsuladas dentro de máquinas de autoservicio tipo vending que permiten a los consumidores adquirir productos de entretenimiento: películas, juegos de video, música, libros, tiquetes y cupones.
Cada Kiboo –cuyo tamaño no sobrepasa el metro cuadrado– tiene capacidad para guardar hasta 3.000 discos físicos y una cantidad casi ilimitada de contenidos digitales, que son dispensados vía alquiler, venta o intercambio.
¿No era una puesta arriesgada en medio del frenesí en la distribución por medios digitales?
Robles argumenta que, pese a la explosión de esta industria, todavía el 90% de las ventas legales de este tipo de productos en Latinoamérica ocurre a través del retail tradicional, es decir, tiendas al detalle o videoclubes.
“Se proyecta que para el 2016, el 84% de los latinoamericanos seguirá sin migrar a las opciones digitales por razones de su entorno como el costo de la conectividad de banda ancha, la bancarización y hasta el temor a los medios de pago digitales”, reveló Robles.
Con tal escenario, este empresario, que logró serlo con el apoyo y acompañamiento de la incubadora Parque Tec, desarrolló primero un prototipo que fue evolucionando hasta llegar al formato deseado.
A la fecha, se han instalado tres Kiboo que sirven para pruebas de concepto. Están en Walmart San Sebastián, Vindi San Joaquín y en la Clínica de la Universidad Unibe. En mayo, instalarán otros dos, uno en un supermercado y otro en un restaurante de comidas rápidas.
Y como para todo se requiere dinero, el proceso para echar a andar los Kiboo ha requerido de unos $300.000, recursos que han venido del “cielo” a través de los llamados inversionistas ángeles (inversionistas que creen en la iniciativa y esperan capitalizar su aporte en el mediano plazo).
Otra parte de los recursos vino del Banco Popular, por medio del fondo para Pequeñas y Medianas Empresas (Fodemipyme), y del capital semilla que aportó Parque Tec, organización liderada por el empresario Marcelo Lebendiker, que permite a emprendedores hacer realidad su sueño, siempre y cuando, como dijo Lebendiker, sea factible y potencial.
Ahora Robles tiene dos socios inversionistas y otros tres socios cofundadores, “genios creativos”, que aportan el talento.
En ruta a Colombia
No obstante, Mauricio no es el único consumidor compulsivo. La respuesta del mercado ha superado expectativas: en solo dos meses y tres quioscos, la empresa tiene 1.500 clientes que utilizan el servicio en promedio seis veces al mes.
La meta inicial era instalar 35 Kiboo para finales del 2013, pero ya tienen acordado con una cadena de supermercados montar 30 antes de mitad del año. Es decir, a ese ritmo, estarían cerrando el año con unos 60 y con 200 para el periodo 2014-2015.
Tales resultados están obligando a ir hacia una segunda ronda de inversión con capital de riesgo que, a la vez, abriría las puertas hacia Colombia, donde tienen negociaciones avanzadas.
Allá proyectan colocar 1.500 dispositivos en los primeros tres años de operación.
Se trata de socios estratégicos quienes, además de su interés por colocar quioscos en sus puntos de venta (tiendas de conveniencia, supermercados y restaurantes de comida rápida), también están dispuestos a invertir en Aditi S.A. para cofinanciar el plan de expansión, léase, 5.000 puntos de venta en seis años en toda Latinoamérica.
Mauricio Robles arriesgó, creyó en su proyecto y ahora está seguro de que va ganando la partida.